Buenas noches a todos y a todas. Nada más queremos decirles que esto va a tardar, así que aprovechen para dormir o se van. Bueno pues entonces, primero que como dice la compañera que habló acá del Viejo Antonio, el mismo nombre lo dice, Viejo Antonio. O sea que ya pasó. Hay cosas que quizá […]
Buenas noches a todos y a todas. Nada más queremos decirles que esto va a tardar, así que aprovechen para dormir o se van.
Bueno pues entonces, primero que como dice la compañera que habló acá del Viejo Antonio, el mismo nombre lo dice, Viejo Antonio. O sea que ya pasó. Hay cosas que quizá se puede rescatar ahí, pero ahora los tiempos cambian.
Nosotros pues, las y los zapatistas les queremos decirles de verdad, en serio, que queremos pues aprender lo que es ciencia de verdad, no de eso de lo que ya caminó el Viejo Antonio, que sirvió para ese tiempo, el tiempo pasado que ahora es otra forma como pues está la vida ahora. Entonces porque les queremos platicar de cómo está de las compañeras y los compañeros que están ahora como comisión de delegados, delegadas, lo que han enfrentado pues ya a lo largo del tiempo de su lucha de resistencia y que entonces, la forma de cómo vivieron pues sus papás, sus mamás, aunque la quieren aplicarla ya no les resulta. Como por ejemplo, en la selva Lacandona, cuando siembran su maíz, ya saben que entonces en 3 meses ya está el elote, ahora resulta de que antes ya hay elote. En los Altos, por Oventik, el caracol de Oventik, sabían pues antes que a los 6 meses va a haber elote, y ahora 5 meses ya hay elote. Eso les dificulta pues porque sabían antes cuando sembrar. Ahora resulta de que entonces empiezan hora si que el viejo método de cómo hacía el Viejo Antonio antes, porque sí lo sabían, pero ahora cambió. Y cómo cambió, y quién lo cambió. Entonces surge toda eso. Entonces y en todo, no es que estamos inventando, como dijo pues ya estos días el Sup Galeano, porque el Viejo Antonio sí sabía cuándo es el tiempo de frío, busca sus leñitas, su carbón, estar preparado, ahora resulta que ya no.
Ahí donde pensamos quién nos va a decir, y por ahí hemos escuchado que dicen que hay científicos, científicas, y nos preguntamos qué trabajo hacen eso, ¿será que nos pueden ayudar? Porque dicen que son los que estudian, para poder explicarlo, para poder entenderlo, y luego para poder explicar si algo se puede hacer y qué es lo que se puede hacer. Esas cosas necesitan nuestros compañeros y compañeras, porque resulta que entonces su gobernar autónomamente durante 23 años les ha surgido muchas necesidades, otras necesidades, que ya no se puede construirlo como hacía el Viejo Antonio, que estaba resistiendo, sobreviviendo, ahora, hoy, no; es que lo están construyendo los compañeros y las compañeras, y lo están practicando. Y a la hora que practican ahí donde empiezan a descubrir lo que les hace falta.
Por ejemplo, sólo para que me comprendan lo que les estoy diciendo, ninguna de las compañeras bases de apoyo de hace 33 años, que le entraron pues a la lucha, nunca soñaron que su hija o hijo iba a manejar un ultrasonido. Resulta que ahora entonces su hija lo maneja, porque son varias compañeras, especialmente para las compañeras son ellas porque quieren ver cómo está el bebé mientas está en proceso de crecimiento; por eso son más las compañera que están ahí.
Y les voy a contar la necesidad, la falta, porque fue una falta al mismo tiempo una equivocación, una falla, que lo reconocemos, pues, porque entonces las compañeras, un compañero, porque están rescatando sus culturas buenas, y ir haciendo a un lado lo que es malo pues ¿no? la cultura ¿no?
Entonces hay promotores, o hay parteros, parteras en los pueblos, entonces en un pueblo un compa fue con la partera y entonces checa la partera a la compañera y le dicen: Parece que son gemelos el bebé compañera, le dijeron, entonces el compa muy contento pues porque son gemelos, entonces pero el compa sabe que en la clínica, en el Hospital Autónomo hay ultrasonido entonces quiere asegurarse el compa si de verdad es cierto que es gemelo, entonces se van pues en el hospital, toman pues así la fotografía, no sé como se dice pues, y entonces, pero el compa le platica primero a la compañera que sabe manejar del ultrasonido, es que así me dijo pues la partera que parece que son gemelos entonces yo quiero saber de verdad si sí con la máquina que hay ¿no?, y entonces ya lo revisan y le toman la foto como digo y entonces la compañera le dice: Sí, es gemelo, entonces más contento está el compa, bueno.
Entonces resulta de que entonces a la hora que ya le toca nacer pues a los gemelos, entonces se van en el hospital del gobierno pues porque ya no pudo salir pues la compañera por muchos dolores ya, ya de emergencia entonces se meten en un hospital del gobierno que es en Guadalupe Tepeyac, entonces los atienden, entonces le hacen cesárea a la compañera. Entonces ya que ya salió pues en la cesárea, entonces el compa se va para ir a ver pues a sus dos gemelos ¿no? y resulta que es nada más uno. Entonces el compañero dice; no, es que yo se que son gemelos, y ya empezó a pelear ya allí con el director o directora pues así del hospital. No, es que yo sé que son gemelos. Me lo quieren robar.
Entonces ya el director, la directora dice: no señor, no zapatista, uno nada más. Para que entonces no estemos peleando acá, vámonos con tu esposa porque ella lo vio. Pues se van la directora y el director donde están la compañera y entonces el compa se va también le dice entonces, a ver ¿por qué estás permitiendo que está robando pues, los directores del hospital nuestros hijos? Entonces ya la compañera dice: No, es uno de por sí.
¿Cómo? Si la compañera pues del ultrasonido nos dijo que son gemelos de por sí y nos dijo la partera allá que son gemelos de por sí.
Entonces ya se estaban agarrándose ya allí ahora sí pues porque entonces la compañera está diciendo de que si es uno y el compa está diciendo de que entonces son dos porque así le dijo la partera y la promotora de salud y los del hospital le están diciendo de que es uno de por sí.
Llegan de que entonces hay que jalar a la compañera que hizo el ultrasonido en la clínica en el hospital zapatista. Llega la compañera, hora si ya se encuentran cuatro partes ya ahí; el compa, la compañera que le hicieron la cesárea, y la compañera que hizo el ultrasonido y los directivos pues del hospital. Y ya empiezan a platicar ahí, entonces empieza a decir pues el doctor que atendió, es que depende la forma de como lo tomaron así pues la imagen en el ultrasonido, entonces la compañera que hizo el trabajo de ultrasonido dijo; de por si lo tomamos de lado. Entonces el doctor dice; ahí está, ahí donde reflejó parece que entonces que hay dos, porque no se tomó de una forma como debe de ser la fotografía pues ¿no? Y entonces ya ahí el compa, el padre pues así del bebé ya empieza a comprender pues que hubo una falla, un error pues de la manera como se hace el trabajo por parte de la promotora de salud zapatista pues ¿no?
De ahí nosotros sacamos ahí eso de que entonces no podemos decir; nosotros de que no esto es su culpa del pinche capitalismo esto, porque ya no es del capitalismo, es de la ciencia que hizo falta, de que una falla, no depende ya y eso no podemos decir, es que no saben, es que robaron los del hospital porque es del mal gobierno, no podemos decir.
Reconocemos pues así que nos faltó, que nos falló como zapatistas pues no tiene que ver nada así de que si somos autónomos y que por eso no podemos fallar, fallamos en la ciencia.
Entonces, pero así muchas otras cosas pues y eso el Viejo Antonio pues no tuvo la oportunidad porque ya pasó, pero gracias al Viejo Antonio que tuvo resistencia, rebeldía en que no los mataran pues.
Entonces es como por ejemplo; a este que les está hablando pues, que se llama Moisés, ese Moisés se ha cambiado tres veces. Porque ese Moisés que estaba en su pueblo si hubiera que sigue Moisés en su pueblo pues no está hablando aquí con ustedes ¿no? ¿Y cómo estaría ese Moisés si hubiera que está en su pueblo? Quién sabe. Ni el mismo lo sabe.
Bueno. Pero entonces lo que fue Moisés pues en su ya fue, ya paso y luego Moisés entra en la organización clandestina, ahí si cambió ya otra vez ahí Moisés, ya no es lo mismo Moisés en la clandestinidad como cuando estaba en su pueblo. Luego entonces Moisés sale, aprendió, ya no vamos repetir, aprendió la ciencia de lo que aplico pues en el 94 y después de aquí a 23 años después ya no es lo mismo Moisés en la clandestinidad como ahora está 23 años a la luz pública de lo que hizo junto con sus compañeras y compañeros ¿no?
Entonces Moisés horita ya, hoy 3 de enero de 2017 ya ve otras cosas este Moisés, ve muchas cosas este Moisés ya no es lo mismo lo que veía antes, los diez años de la clandestinidad, cambia, nada mas de que hay que estudiar científicamente, con ciencia ese cambio que se hace si es para hacerle un bien al pueblo, para querer más la vida pues.
Entonces, pero ¿qué vamos a hacer con eso de que nos damos cuenta ciencia y científicamente que hay una cosa que está mal? ¿Para qué queremos que solo nada más decimos de que está mal y luego ahí nomas quedamos ahí?
Entonces eso es lo que les pasa nuestros compañeros y compañeras, de que topan esas necesidades, necesitan eso, no para su bien de unos y unas sino para miles quizás para los millones que somos aquí en este país que se llama México y tal vez se puede volar y se va en otro mundo pues ¿no?.
Porque hoy pues 23 años después hay muchas cosas de lo que ya están haciendo pues en la práctica los compañeros y topan esa necesidad. Necesitan teoría y necesitan práctica. A nosotros los indígenas nos vamos mucho a la práctica, o sea en la práctica nos convence ora si ya no nos da sueño para escuchar la teoría, porque si nomás es puro bla, bla, bla, bla, y empieza hora si el sueño, pero si es en la práctica ahí si, nuestros ojos son muy fijos porque estamos viendo como lo está moviendo que le está haciendo así, y si nos gusta y si lo entendemos de que eso va a resolver muchas de las necesidades, ahí si estamos con los ojos ahí más listos que como una águila.
Entonces y cuando vamos en la práctica y vemos que si, de por si resuelve las necesidades empieza hora si ¿y si lo hago así que puede salir aquí? ¿Y si lo hago así que va suceder? ¿Será que no nos pueden enseñar más? ¿Será que no nos pueden decir más cómo? Entonces ya se necesita ahí la teoría que se dice porque ya nos anima mucho ahí porque ya lo vimos que ya lo resolvió las necesidades o los problemas cuando nos enseñaron en la práctica.
Es ese problema que tenemos pues de que a veces nos cuesta mucho dar la teoría pero si lo hacemos en la práctica. Que quizás pues así entonces ahí se puede ver si hay eso, como imagen pues que se puede ver porque está en la práctica por ejemplo eso de que hora les voy a recitar porque prácticamente pues me han obligado nuestros compañeros y compañeras tener en la cabeza pues.
Tienen su gobierno autónomo mujeres y hombres y están luche y luche para que sean mite y mite, si son 40 miembros la Junta de Buen Gobierno 20 mujeres y 20 hombres, y si son 20 miembros los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, 10 mujeres y 10 hombres y así. Y entonces hacen su trabajo con lo que han entendido de los 7 Principios del Mandar Obedeciendo. Hacen suyos, suyas así la palabra Democracia que es el pueblo la que manda y el gobierno la que obedece. Sus leyes, los discuten mujeres y hombres, tienen ya, este, la educación de cómo pensaron lo que deben aprender pues así los niños y las niñas, o lo que tienen que aprender los promotores de educación, depende lo que necesitan sus pueblos. En este caso, pues así este que se dice que la primaria, otros Caracoles dicen primer nivel, pero en ese caso ahí eso, los compañeros, las compañeras, los papás pues, las mamás, dicen; lo que quieren es que aprendan leer bien a mis hijos, que sepan escribir cómo se escribe papacito y mamacita, eh. Y entonces, han visto pues ahí eso de que entonces, ahora pues así pues, los jovencitos ya han aprendido un chingo, pues. Eso que ya les digo pues, así del área de salud, ahí hay varias pues este, o sea, en la salud autónoma hay varias áreas de trabajo ahí eso pues, ahí está también siguen con las plantas medicinales pues, y ahí han detectado pues varias necesidades pues, porque ellos quieren saber; dicen por ejemplo, cuando esta verde pues, la planta, o la cáscara o la raíz, ¿qué tanto de sustancia tiene, y cuándo se seca, conserva o no conserva, pierde o no pierde su sustancia? Pero es ahí donde nosotros ya no podemos ahí eso pues, pues porque se necesita ahora sí ya la ciencia de hacer estudio en laboratorio, y ahí eso pues, y muchas cosas así, ya eso.
Ya tienen pues así sus radios comunitarias pues, que ahí este se les quema las piezas pues así del aparato, quieren saber así pues cómo se resuelve, quieren escuchar pues así las demás comunidades, así pues de la señal pues, que llegue pues, de lo que están produciendo pues ahí, de lo que están emitiendo pues ahí, pero no llega la señal pues. Entonces, se preguntan pues las locutoras, los locutores, ¿será que no hay una forma de cómo inventar para que tenga más fuerza, dicen, para que llegue más allá? Entonces, pero eso nunca lo, nunca había soñado así pues los papás, mamás, no la había, no lo había pensado Moisés ahí eso cuando estaba en su clandestinidad pues eso. Cambió, y ahora resulta de que entonces esos jóvenes y jóvenas, porque es que estamos trabajando pues con los compañeros, entonces nos dicen hay esto, hay esto, hay esto, y es ahí donde Moisés pues entonces ya no puede decirle de que entonces este, porque es muy fácil, como mando pues, ay ya cállate, vete a trabajar, ve a ver tu milpa, vete al … ¿no?, pero es que se entiende la necesidad, porque entonces por eso estoy diciendo que Moisés no es lo mismo que cuando estaba en la clandestinidad que ahora 23 años en que está pues, este, con los pueblos, con su gobierno autónomo pues.
Bueno, ahora de que entonces este, estamos, estuvimos hablando pues, hace más de un año de lo qué es la hidra capitalista, el monstruo, nosotros pues así con nuestros compañeros y compañeras en los pueblos, es que en serio, pues lo estamos viendo, como que ahí nomás empezó a brotar cuando mencionamos pues, así de la hidra; entonces los compañeros y las compañeras de los pueblos dicen la forma de cómo vamos a resistir esto, es de que, debemos tener alimento y debemos tener medicina para poder enfrentar esto. Entonces, este, y es ahí donde empiezan ahora sí, seriamente a pensarlo de que entonces, cómo vamos a hacer ahí en la tierra donde ya no da, por más que estamos trabaje y trabaje y trabaje, ya no; entonces, por ahí han escuchado pues que este, que hablan del boro, del magnesio, del azufre, de molibate…, molibaleno, o algo así, o zinc, o el pH, pero sólo saben de que dicen que es para que se le pueda ayudar a la tierra, pero cómo voy a saber aunque lo agarro un pedazo de tierra allí, cómo voy a saber de qué es lo que necesita, ¿no? Entonces, este, preguntan pues así los compañeros eso; oye, pero, ¿entonces, quiénes son los que estudian esto, quiénes son los que dicen esto? O sea, en varios lados empieza pues a salir pues la necesidad, la demanda de querer aprender, de cómo pues, este ayudar pues así a la tierra, sin que se dañe pues, ¿no?
Entonces, este, entre muchas otras cosas hacen, necesitan, buscan los compañeros. Antes de esto, antes de que se desarrollaran más esas necesidades, había otros compañeros que lo están viendo de que viene algo de demanda pues sobre cómo construir la autonomía ¿no? Por ejemplo, un grupo de compañeros pues, ven que se está gastando mucho pues este gasolina por generar pues así la luz en el caracol, así, este, empiezan a imaginar pues así de que bueno, pues, ¿por qué la gasolina hace que gire el motor y hace que entonces, este, produzca pues así la luz, la energía? Entonces, dicen, entonces quiere decir de es que es cosa nomás, de que hay que girar el motor; entonces, dicen, si es así eso, ¿por qué no vamos a adaptar, busquemos la forma, de cómo adaptar ahí donde se arranca pues, el motor? Con ese trapich de agua, o sea donde muelen la caña, entonces con un canal de agua y entonces, tiene sus ruedas con sus cajones donde llega el agua, entonces lo va girando, pues eso; entonces busquemos la forma de cómo adaptar el motor o sea, el generador. Y lo hicieron, y este, pero fue muy lento, entonces de ahí eso ya no pudieron pasar ahí eso porque ya no supieron cómo multiplicar, ni sé pues cómo se dice pues. Entonces, ¿dónde están los que tienen ciencia de cómo hacer eso, pues? Porque ahí eso ya no se necesita pues este, petróleo para sacar gasolina o para sacar gas, para sacar aceites, sino ya es la propia naturaleza que se aprovecha pues ahí eso, pues. Entonces, una parte no, porque las piezas del motor, pues son fierros, son plásticos y todas esas cosas pues.
Tienen muchas ganas pues así pues, los compañeros y las compañeras, de aprender nuevas cosas pues. Siempre y cuando pues así de que, este, los encuentre quién le enseñe pues, pero, que no, porque ya no es como antes pues, así, ahora pues así los jóvenes, las jóvenas como antes de su tiempo, pues así del Viejo Antonio, pues. No se van a dejar si es que no les resuelven su pregunta de lo que se le dice pues, o lo que están preguntando y si la respuesta no es así, no van quedar contentos, y peor de que entonces, se le dice otra cosa pues. Por ejemplo, eso de que este, cuando termino la escuelita en 2013-14; entonces, en una Asamblea, se hizo pues así la evaluación y entonces ahí salió pues ahí eso de que uno de los alumnos decía de que pues, de qué bueno de que somos indígenas, ajá, que nunca hay que perder ser indígenas, y que por lo tanto, entonces, y ya no son mero indígenas, porque tienen zapato, quitan ese zapato, tienen que tocar con la piel, con el cuero de los pies, así van a mantenerse ser indígenas. La Asamblea ahí dijeron, pues ahí eso, ese quien lo dijo eso, hay que llamarlo, y cuando es el tiempo de la lluvia, que cuando hay mucho lodo que a veces, se hunde los pies, así de 50 a 80 centímetros y que no te das cuenta de que ahí hay vidrio, o hay piedras filosas o de que hay estacas ahí, pues, ¿a ver que camine ahí? Y luego dicen, pues nosotros trabajamos pues en el monte y le vamos a pedir de favor que quite su ropa y que trabaje desnudo, a ver si sí es cierto.
Yo les estoy contando, porque entonces ya no se dejan, porque ya no, si logran entenderlo bien de lo que se dice que no es por ahí que les resuelve su necesidad, simplemente le dice: a ver, hazlo primero lo voy a ver.
Entonces, este, quiere decir de que entonces, tiene que ver pues este, pues ustedes, pues así hermanos, compañeros, compañeras, hermanas, como aquí han dicho pues, que están viendo pues, de que sí realmente ven que está cabrón, entonces, hay mucho trabajo. Primero entonces, qué es lo que se tiene que hacer pues, entre ustedes, pues, como que estudian la ciencia de lo científico, ¿qué es lo que se tiene que hacer? Y más ahora pues, así que tienen preguntas los compañeros y las compañeras de que hay que responderles, ora sí que científicamente pues, no. Y este, y más eso, de que entonces quieren aprender, o sea, quieren la práctica, es otro pues, trabajo pues ahí eso pues, porque solamente así los compañeros y las compañeras sí van a sentir de que entonces, se les está enseñándole en la práctica de cómo posiblemente se podría, pues, resolver, de las necesidades que se presentan o de lo que se necesita; nada más que ahí eso, hay que tener cuidado de que no es un engaña mentiroso pues, porque ahí sí eso, entonces no es lo que se quiere pues, eso. Quieren ver resultados de lo que se dice pues.
Para eso pues, entonces, pues, según lo que estamos aquí escuchando aunque falta que se termine, vemos, sentimos, que con esta práctica que estamos haciendo aquí ahora, ora sí que pues, se entiende de que estamos haciendo doble esfuerzo, pues, ¿no? Porque, por ejemplo; he escuchado pues acá, que cuando están participando así pues como científicos, se están hablando entre ustedes, como científicos. Y la idea era de que le hablan a las compañeras y a los compañeros, entonces, pues lo compañeros, entonces, ¿qué es lo que está diciendo? porque se están hablando pues de científicos a científicos, pues. Y luego, a los participantes intentan pues así de pues hablar con los, las delegados, pero allá ustedes, están escuchando de que entonces a lo mejor quieren debatir de lo que está diciendo pues, la participante o el participante, entonces, estamos en una necesidad pues. Entonces, lo que vemos ahí eso, como que conviene que entonces hagamos otro encuentro como dice este, la compañera pues, así de que, para que entonces ahora sí de científicos a científicos, científicas a científicas, o sea, se hablen pues, y queremos ver cómo es que lo discuten, queremos escuchar, final de cuenta, cómo logran sus acuerdos como las comunidades. En las comunidades, en los pueblos, se agarran, y final de cuentas, entonces dicen, orele, ya nos vamos a soltarnos porque ya tenemos un acuerdo, es lo que hacen. Entonces, queremos aprender pues, sino cuándo vamos a aprender de ser científicos, científicas.
De la ciencia, creo que es algo de ciencia eso que ya les platicamos, pues acá, hay un pequeño nuevo sistema de gobierno que tienen los compañeros, chiquito, pero entonces este, ahí están aplicando ahí, la ciencia, pues así los compañeros y es por eso nos ha obligado con esa cosa chiquita que están haciendo pues, así los compañeros y las compañeras, por eso aquí nos estamos platicando ahora pues, gracias a esa ciencia de gobernarse en sí mismo, así pues los compañeros.
Entonces, no sé cómo ustedes la vean, pues este, a lo mejor está muy lejos aquí para el diciembre que hagamos ese encuentro pues, para que los veamos cómo hacen pues el debate así, pues entre ustedes y a ver qué acuerdo sale ahí sobre qué hacer o cómo hacer, a parte, que si así pudieran, ya así por colectivo o por individuo según pues cómo es que están, que de alguna manera nos pudiéramos llegar de acuerdo a que vengan; váyanse en el Caracol, pongan ahí su taller, namás que si nos van a pedir laboratorio pues, más que el hacha y el machete, y el…, porque no tenemos laboratorio pues, si ustedes lo traen pues bienvenido, pues. Ahí sí, no va a faltar pues el pozolito pues, agrio, pero sí hay pues, el frijolito o la verdura y no va a faltar pues, alumna, alumno; que tienen ganas así pues, de aprenderlo pues; sobre todo, la práctica como les digo pues.
Entonces, ese es el problema que les presentamos, que cómo se le puede ayudar así a los compañeros que necesitan, no sólo de eso, de nada más de la medicina, de la tierra, sino muchas otras cosas más pues, que ahí lo verán ahí eso de cuando vengan, cuando vayan pues, en el Caracol, en los Caracoles, ahí van a ver ahí, oye de cómo se puede hacer esto y luego lo otro y lo otro, ahí van a ver ahí eso, lo que pasa es que no soy técnico, no soy ingeniero, soy científico vas a decir ahí pues eso pues, es que hay muchas cosas lo que ya ahora sí lo necesitan los compas, pues.
Entonces, tienen pues algunos meses como para que la piensan y que nos la manden pues, sus palabras, sus pensamientos y sus planes para que así se viera pues este fruto, pues, de lo que estamos haciendo y más eso de que pues nos vayamos poniendo de acuerdo de que así lo ven, pues de que para diciembre sea pues el encuentro, pues, así entre ustedes, y que veamos dónde o le pedimos pues, aquí al compañero, pues el Doc, si es acá o cómo pues, sería pensarlo ahí eso pues. Eso es lo que les queremos platicar pues, compañeros, hermanos y hermanas, muchas gracias.
¿Qué sigue? II. Lo urgente y lo importante.
Les he estado escuchando. A veces cuando estoy aquí, con ustedes, a veces en el stream del Cideci, a veces con lo que me comentan sus alumnas y alumnos zapatistas.
En todo momento trato de captar el sentido de sus exposiciones, el rumbo y la dirección de su palabra. Hemos escuchado exposiciones brillantes, didácticas unas, complejas otras, polémicas las más, pero en y sobre las que se puede debatir. Deben hacerlo, pensamos, entre ustedes. Para esa discusión, tal vez les ayudaría en algo aclarar la confusión que existe entre ciencia y tecnología.
Por lo demás, estamos tan sorprendidos como ustedes. El interés por la ciencia no es algo que se haya ordenado o impuesto, nace desde dentro.
Cuando hace 23 años, el feminismo venía a reclamarnos que debíamos ordenar la liberación de las mujeres, les dijimos que eso no se ordena, sino que es propio de las compañeras. La libertad no se ordena, se conquista. Dos décadas después, lo que han logrado las compañeras apenaría a quienes entonces se decían la vanguardia del feminismo.
Igual ahora, la ciencia no se impone. Es producto del proceso de los pueblos, tal y como ya lo explicó el Subcomandante Insurgente Moisés.
Les dije que la mayoría de sus participaciones nos han parecido buenas, pero bueno, de lo que algunos, muy pocos, expusieron, pues no sé cómo decirles.
Alguno me admiró, escuchaba yo con atención y esperaba que en determinado momento nos diría: «todo esto que les dije, es un fraude, se los platiqué para que vean como es la pseudo ciencia y para que no se confíen en el principio de autoridad, de que sólo porque alguien tiene estudios quiere decir que lo que dice es científico«. Pero no, siguió hasta terminar.
Le escudriñé el rostro para ver si sonreía con malicia, y no. Estaba sinceramente convencido de las barbaridades que expresó, y recibía agradecido los aplausos que la banda que trajo, y a quienes engatusó en la galería, le daban.
Cuando una compañera insurgenta escuchó eso de que ya no hay que hacer bebés, que mejor adoptar, porque ya hay mucha gente en el planeta, me dijo: «entonces ahí nomás se acaba la gente, no se necesita la Hidra, basta con esa idea. Y eso es idea de ricos; aunque sea uno o dos, ya son demasiados ricos y sobran, son los que estorban y no sirven. Esa idea que dijeron nos dice que no hay que luchar por hacer otro mundo, sólo tenemos que tomar anticonceptivo«.
Les voy a contar lo que alguien, a su vez, me narró de hace tiempo, cuando el mundo era como una manzana esperando el mordisco del pecado original.
Había un hombre que explicaba lo que hacía para vivir. Él usaba el método, decía, de «la víbora boa». Tenía un su acompañante. Juntos, envasaban vaselina en frasquitos y les ponían etiquetas en las que se leía «Pomada Todotodo» y en letra minúscula se podía saber que esa pomada curaba todo, desde el Alzheimer hasta el mal de amores, pasando por la polio, la tifoidea, la caída del cabello, el mal de ojo, las muelas picadas, el mal olor de los pies o de la boca, y otros males que ahora no recuerdo.
Lo que hacía esa persona es lo siguiente: se paraba en una esquina y se ponía a vociferar en contra de los zoológicos y los circos, que pobres animalitos, que estaban encerrados y así. Y anunciaba: «Por eso les vamos a mostrar una víbora boa, de 7 metros de largo, que encontramos en las alcantarillas, y que rescatamos y cuidamos, y ahora les mostramos a usted, dama, caballero, joven, señorita, niño y público en general.»
La gente se acercaba curiosa, y más porque no se veía la víbora por ningún lado, sólo una especie de maletín lleno de frasquitos de la pomada «Todotodo«.
Cuando consideraba que había gente suficiente, se volteaba hacía su ayudante y decía en voz alta: «¡Secretario, trái-ga-me la víbora!». El cómplice asentía con la cabeza y salía corriendo a saber dónde.
El hombre veía a su ayudante alejándose. Eligiendo al azar, le comentaba a alguna persona cercana: «Parece mentira, pero ahí como lo ve, ese pobre muchacho no podía moverse hace apenas unas semanas, ni con bastón, sólo con silla de ruedas. Y mírelo ahora. Hasta parece un milagro, pero no. Resulta que, para mi suerte, encontré la fórmula científica de un medicamento que lo curó. Mire, le voy a mostrar«.
Claro, el comentario era «inocente» y supuestamente iba dirigido sólo a una persona, pero lo había hecho de modo que varios lo escucharan. Se dirigía entonces al maletín y tomaba un frasquito y le decía a la persona primera: «Mire, esto es de lo que le hablaba«. La persona tomaba el frasco y leía la inscripción, mientras el hombre se desentendía, como acomodando los frasquitos, mirando hacia donde se había ido su ayudante y comentando como para sí: «¿por qué tardará tanto este muchacho?, ojalá no se le haya escapado la víbora boa porque si no, mañana sale en las noticias y pobre animalito, tal vez se lo llevan a encerrar o lo convierten en bolsas y zapatos«.
Mientras tanto, la persona inocente que recibió el frasco, se lo mostraba a la de junto y le comentaba lo del muchacho que fue por la víbora. En pocos minutos, el frasco ya ha recorrido a unas 10 personas, y el hombre dice entonces: «A ver ya devuélvanle su medicina a la dama, caballero, joven, señorita«, según, y agregaba, «quédelo, se lo regalo, pruebe y ya verá«.
Entonces otros se acercaban pidiendo su muestra gratis, el hombre, apenado, se disculpaba: «No, lo lamento, no puedo regalarles a todos, este es un pedido especial para la Secretaría de Salud. Bueno, pero es mejor que lo aprovechen ustedes y no esos desgraciados del gobierno, sólo denme unos 10 pesos para fabricar y reponer lo del gobierno«.
Bastaba que se acercaran unos 5, para que otros más se sumaran, y al poco tiempo ya tenía alrededor una aceptable cantidad de personas. La misma gente comentaba entre sí de qué se trataba, y el hombre, fingiendo desapego, sólo se limitaba a cobrar, mientras se lamentaba del retraso de su «secretario» y la mentada víbora boa.
Era cuestión de minutos, y el ayudante regresaba todo agitado y preocupado, y algo le decía al hombre en voz baja, él sólo decía «dios mío, ¿de veras?, ¿estás seguro?» Entonces recogía rápidamente su maletín ya vacío o casi, y dirigiéndose a la gente les decía: «Pélense, se escapó la víbora y ahí vienen la patrulla y los granaderos«, y corrían asustados. La alarma se generalizaba, y la gente también se dispersaba.
Le pregunté cuánto le costaba hacer la mentada medicina. Me dijo que los frasquitos los recogían de la basura, y la vaselina, pues le salía como un peso por frasquito. Se ganaba con ese método unos 100 pesos al día, cuando el salario mínimo era de $ 8.00 diarios.
Bueno, sólo les quiero decir, a quienes nos quisieron aplicar ese método en este encuentro, que, aunque tengan grado académico, no les compramos sus frasquitos. Creo que tienen que buscar otra esquina para ofrecer su mercancía chafa.
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Tal vez alguno mantenga la imagen del indígena ignorante e ingenuo, y creyó que podía decirnos que iba a hablar de una cosa, sabiendo de antemano que lo iba a hacer de otra cosa que no tiene nada de científico. Vaya, ni siquiera alcanza a ser una pseudo ciencia, y he leído en redes sociales cosas mejor elaboradas, más ingeniosas, e igualmente falsas de cabo a rabo.
Y déjenme decirles: si se quejan de que en la academia no toman en cuenta en ciencias lo que es puro rollo existencial, acá tampoco.
Que en la academia no toman en cuenta el activismo político, acá tampoco. Pero les voy a decir dónde sí lo toman en cuenta: en la izquierda institucional. Ahí sí, llegan ustedes y dicen: soy doctor en no sé qué, y he participado en tantas marchas, mítines, cursos, entonces sí los colocan en alguna dirección de lo que sea, o como asesores, o como coordinadores.
Aquí no, si vienen que saben de matemáticas, pues de eso, aunque no sepan qué cosa es plusvalía o lucha de clases, ni sepan si «La Internacional» es una canción de lucha, una ópera o el nombre de una tienda de ultramarinos.
Como ya les platicó el Subcomandante Insurgente Moisés, la ciencia es ciencia, seas partidista o zapatista.
Tampoco vale que nos vengan a adular o a cortejar, aunque creo eso sí funciona en la academia institucional.
Ni valen los chantajes con el color de piel, la preferencia sexual, o la creencia religiosa. Sabes o no sabes de lo que hablas, no cuenta si eres de piel oscura, o blanca, o roja, o amarilla, o negra, o bicolor; no cuenta si eres hombre, mujer, homosexual, gay, trans o lo que sea; no cuenta si eres católico, o musulmán, o ateo, o agnóstico, o mahometano, o lo que sea siempre y cuando, a la hora de hacer ciencia, hagas ciencia, no religión, filosofía o la charlatanería de moda en redes sociales.
Entonces acá no se discrimina. Las diferencias no son demérito, pero tampoco son un mérito.
Respecto a los sufrimientos o dramas personales, ok, se entienden. Pero comprendan que somos un mal público para pedir lástima. Con todo lo que hayan sufrido y sufran, no podría equiparse a lo que ha sido, y es, ser lo que somos como lo que somos.
Pero comprendo lo que les pasa, cada quien se masturba con lo que puede. Sin embargo, no nos parece honesto mentir diciendo que vendrían a hablar de ciencia y no de sus azotes existenciales.
Pero las compañeras y compañeros son nobles y comprensivos. Los invitamos a hablarnos y lo hemos cumplido, lo hemos escuchado con respeto, lo que no quiere decir que nos tragamos sus piedras de molino. Nosotras, nosotros cumplimos. Esa gente no.
Imaginen que ésta es una asamblea de uno de los poblados zapatistas, y que pasan ustedes a exponer sus proyectos. Pasan de biología, medicina, laboratorio, análisis clínico, agroecología, ingeniería, farmacéutica, y la asamblea les dice que adelante, que es urgente. De física, química, matemáticas, vulcanología, astronomía, y demás ciencias, la asamblea les dice que adelante, que es importante.
Y si se presenta alguien que viene a decirnos que la ciencia necesita hacer filosofía posmoderna y tomar en cuenta las variables existenciales de cada quien, pues la asamblea les va a escuchar, pero no les va a decir que se vayan. Les van a proponer que se infiltren en Skynet y convenzan a la Inteligencia Artificial de seguir la propuesta científica que pretenden. Estoy seguro de que colapsaría en poco tiempo, lo que aliviaría la dualidad que sufre John Connor, y a la humanidad entera la libraría de las secuelas de Terminator.
Claro, yo les recomendaría que realmente estudiaran y que se dieran cuenta de que están más del lado de Aristóteles y Ptolomeo, que de Copérnico, Galileo y Kepler.
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El Apocalipsis según Defensa Zapatista.
Montañas del sureste mexicano. Territorio en resistencia y rebeldía. Hay una escuela autónoma. Un aula. En ella, la promotora de educación les habla a las niñas y niños zapatistas:
«Antes de salir les voy a contar una historia como cuento, ustedes la tienen que pensar y responder a la pregunta que les voy a hacer cuando ya lo saben la pequeña historia«.
En una de las bancas de atrás, una niña deja de dibujar en su cuaderno complicados diagramas que, aunque parezcan de flujo, en realidad son de tácticas futboleras. En un costado de las líneas y flechas se puede leer «cuando completemos el equipo«. A los pies de la niña hay un balón, deshilachado y lleno de chipotes, y en su regazo dormita una especie de gato… o de perro… o lo que sea.
No sólo la niña, ahora toda la clase está pendiente de las palabras de la promotora, que dice:
«Hay una voz que nos cuenta lo que ve. Dice que hagan de cuenta que el mundo ya se va a acabar ya de una vez, y que ya sólo se mira que están dos hombres. Los dos están parados uno frente al otro, y no se hablan, pero se mira que están muy bravos. Son los únicos hombres que quedan, ya todos los demás ya murieron ya. Son los últimos hombres de la Tierra. No se hablan ni se miran esos dos hombres, pero están discutiendo muy embravecidos. Y no se miran ni se hablan porque se están mandando mensajes en sus celulares. O sea que, como quien dice, están peleando como si sus celulares fueran sus armas, las únicas que quedan porque el mundo ya se está acabando ya. Se están regañando muy rabiosos esos hombres, que ya sólo ellos dos se ven. Y uno le está diciendo al otro, que sea que le manda mensaje:
» Tú lo tienes la culpa porque con la ciencia lo hiciste la destrucción «. (send)
El otro lo ve su mensaje en su celular y se embravece y le contesta:
» No, tú lo tienes la culpa porque, en lugar de ciencia, te pusiste a decir que mejor hacernos como los antiguos primitivos y no usar las técnicas «. (send).
El otro uno, ahora sí que se pone más enojado y hasta se mira su ojo que está como que lo quiere quemar la pantalla de su celular. Y entonces escribe:
» No, la culpa es tuya porque con tus ciencias y técnicas se hicieron las armas que de una vez hicieron la matazón que hasta los pobres animalitos pasaron a llevar «. (send),
El otro lo ve el mensaje y pone su ojo así como «vas a ver maldito» y le responde:
» No, la culpa es tuya porque dijiste que no hay que aprender la ciencia que porque la ciencia es mala porque no respeta la madre tierra y lo hace daño «. (send).
El otro uno lo mira con mucho odio su pantalla y le da a las teclas para decir:
» No, es tu culpa porque con la ciencia te crees que sabes mucho y no tomas en cuenta su necesidad de la gente y andabas de alzado que yo sé mucho, que nadie me gana y cuanta madre que dijiste «. (send).
El otro lee y se pone tan bravo que no se puede creer de una vez, y lo mira al otro uno y pone su ojo así como si dice «vas a morir desgraciado». Entonces lo escribe:
» No, es más tu culpa porque lo criticaste la ciencia nomás por haragán, que no quieres estudiar, ni aprender porque claro se mira que pesa mucho tu coyolito «. (send).
Así tardan esos dos hombres, peleándose muy embravecidos con sus celulares. No lo saben, pero ése es el último día, ahí nomás cuando llega la noche, ya se acaba todo. Y por estar peleando y mirando sus celulares, no se dan cuenta cuando el sol se guarda ya en la montaña y toda la tierra se oscurece.»
La promotora de educación, quien ha desplegado todo lo aprendido en los cursos de formación para contar la historia, concluye:
«Bueno, pues ésa es la historia que contó la voz. Entonces, la pregunta que tienen que responder es «¿Quién de los dos hombres sobrevivió a que se acabó el mundo?».
Las niñas y niños quedan pensando.
En las primeras filas de la clase está sentado el Pedrito. Él dice que es para poner atención, pero bien que lo sabemos que está muy enamorrrado de la promotora de una vez, pero no lo vamos a publicar porque es un secreto que tiene.
El Pedrito levanta la mano pidiendo la palabra.
La promotora está a punto de decir «A ver Pedrito, qué pensás«, pero del fondo del salón de clases sale una voz infantil femenina:
«Pues está fácil«.
Todos, incluyendo a la promotora, voltean a mirar a la niña que se ha puesto de pie y ya tiene terciada su morraleta con el cuaderno y el lapicero guardados. Con sus manitas sostiene el maltrecho balón, mientras en el piso el Gato-perro se estira desperezándose. La maestra dice con resignación:
«A ver Defensa Zapatista, dinos tu pensamiento«.
La niña se va a acercando a la puerta del salón mientras expone:
«Está fácil la respuesta, porque claro se mira que los pinches hombres lo tienen la culpa que se acabó del mundo de una vez por culpa de que son muy malditos con su patriarcaladera ésa, que de plano ya no se puede creer ya. Y no lo estudiaron de la pinche Hidra que bien que con su tragadera pasó a perjudicar a todo el planeta Tierra. Y entonces ahí están de muy machitos peleándose con sus celulares y sus canciones de caballos y de amores y luego otra vez de desamores, que sea que no se deciden de una vez.
Bueno, maestra, para que lo entiendas como mujeres que somos, te lo explico la palabra: «patriarcaladera» es así como que sólo los hombres mandan y quieren que nosotras como mujeres nomás estamos al pendiente de qué quieren, de que esto, de que lo otro, y luego nos dicen que mucho nos quieren y que tenemos muy bonitos ojos y acaso están mirando los ojos, no, sino que lo miran otra cosa. Y yo no sé qué cosa es que miran porque todavía no crío, pero así me dijeron mis mamaces que hacen los pinches hombres. Y yo, cuando ya crezca, que ni lo piensan, ahí nomás les voy a dar sus zapes y sus patadas si es que me mal miran. Entonces la «patriarcaladera» es que los pinches hombres sólo quieren que les hacemos el pozol y todavía nos molestan que lo quieren un su besito. ¿Tú lo crees que lo vamos a dar un su besito así nomás? Nada de que nada, en lugar de besito, ahí tienen su zape. Y luego piensan que nos van a convencer con canciones de caballos. De plano son tarugos, a ver si lo encuentran un caballo que les haga su pozol, qué van a encontrar, nuncamente…«
La maestra ya conoce a la niña, así que la interrumpe:
«A ver Defensa Zapatista, responde la pregunta«.
La niña ya está en la puerta. Mientras, a sus pies, el Gato-perro mueve alegremente la cola, responde:
«Pues está fácil, ninguno de los dos hombres vive, sino que ahí nomás mueren por tarugos. Y claro se ve que es por su culpa de la patriarcaleda ésa que se va a acabar el mundo, pero nada que se acaba, porque resulta que sí hay quien vive y es la compañera que está contando la historia. Porque si no es una compañera la que cuenta la historia pues entonces no hay historia. Y la compañera que lo cuenta la historia lo lleva un su pichito en el rebozo y lo está como quien dice dando la clase política al pichito, para que aprende que tenemos que apoyarnos como mujeres que somos«.
La niña no espera a saber qué dice la promotora de educación y, dando por sentado que su respuesta es correcta, sale corriendo gritando «¡A jugar!«, mientras el Gato-perro y el resto de la clase salen detrás de ella.
La promotora de educación sonríe mientras guarda sus cuadernos y libros, uno de los cuales lleva en la portada «Antología XX Aniversario. Congreso Nacional Indígena. Nunca más un México sin nosotros«. Ya para retirarse, la maestra se da cuenta de que no todos los niños salieron.
En la banca de enfrente, está el Pedrito, así como triste y derrotado. La promotora va y se sienta a su lado y le pregunta:
«¿Qué te pasa Pedrito, por qué estás triste?«
El Pedrito suspira y responde: «Porque ya no pude responder porque Defensa Zapatista me ganó la palabra«.
«Ah«, le dice la maestra, «no preocupas Pedrito, ¿cuál era tu respuesta?»
Pedrito explica con tono de obviedad:
«Pues yo iba a responder que la historia no se sostiene, porque si sólo quedan dos hombres peleando con sus celulares, entonces ¿quién está trabajando para que haya señal de celular? Eso quiere decir que hay otros que siguen trabajando, o sea que no sólo quedan dos. O sea que, para que me entienda maestra, a su historia le falta lógica, coherencia en el argumento. Entonces la respuesta es que la premisa está mal, por lo tanto, la conclusión, cualquiera que sea, es falsa. Eso se hubiera entendido si se aplica el pensamiento crítico al análisis» (me cae que así habla el Pedrito, si algún día lo conocen van a ver que no lo estoy impostando).
El Pedrito, después de hablar, vuelve a su posición de pena y tristeza.
La promotora de educación está pensando qué quieren decir las palabras «coherencia» y «premisa«, y que siempre le pasa así con el Pedrito, que usa palabras que ponen en aprietos hasta a la Comandancia. La promotora no tiene pena de preguntarle al Pedrito qué significan esas palabras, pero ve que el Pedrito está triste, así que lo abraza y le dice:
«No preocupas Pedrito, tu respuesta también está bien«.
El Pedrito, al sentirse abrazado, se pone de todos los colores y pone cara de «a mí nadie nunca me ha abrazado«, tal y como le enseñó el finado SupMarcos. Mientras se deja querer, el Pedrito piensa que estuvo bien que Defensa Zapatista haya respondido primero, porque así la promotora lo está abrazando, y en el abrazo, el Pedrito entiende que no, que el mundo no se va a acabar, que mientras el abrazo dure, el mundo seguirá dándole oportunidad a la vida, porque la vida es eso, un abrazo.
Eso está reflexionando el Pedrito cuando, en la puerta, aparece la niña y le dice: «Apúrate Pedrito, tenemos que completar el equipo para hacer la retadora«.
El Pedrito se separa del abrazo de la promotora como si el corazón se arrancara, pero va hacia la niña, porque él es, además de niño, zapatista, y un zapatista no puede dejar que el equipo no se complete por su culpa. Antes de salir, el Pedrito le dice a la niña: «sólo que claro te digo que de portero ya no, mejor pon al caballo choco en la portería, yo quiero ser delantero«.
«Defensa Zapatista» no va dejar que la última palabra en el cuento sea de un niño, así qué dice:
«Qué delantero ni que nada. El SupGaleano me enseñó unos videos y ya tengo un nuevo plan. Ahora vamos a jugar con la ciencia del «fútbol total» de las naranjas holandas ésas. ¿Tú lo crees que no hay que estudiar para el juego? Tienes. Las dos cosas, con las ciencias y las artes. Luego te explico. Nomás completamos el equipo y vas a ver, tú no preocupas, ya vamos a ser más, de repente dilata, pero ya vamos a ser más«.
Se van el niño y la niña. Hasta entonces podemos ver que la niña trae una playera naranja que casi le llega a los talones y que atrás luce en letras chuecas «Cruyff» y más abajo se lee: «Resistencia y Rebeldía«.
En la orilla del potrero, los espera un abigarrado grupo formado por: un viejo caballo que mastica con parsimonia una bolsa vacía de tabaco; un hombre bajo de estatura y pelo cano, tiritando a pesar del abrigo que porta; otro hombre alto y delgado que sobresale por su altura y por la extraña gorra que tiene, el cual mira con interés, a través de una lupa, a un extraño animalito que, a la distancia, semeja un perro… o un gato… o un gato-perro.
Cerca de ahí, en donde la comunidad se empeña en arañar el muro, manos anónimas han plasmado, abajo y a la izquierda, un graffiti que estalla en colores. En él se lee:
«Somos el Congreso Nacional Indígena y vamos por todo, para todas y todos«.
Muy lejos de ese lugar, dentro de un bunker las sirenas de alarma ululan y la tierra se estremece.
Arriba, el hermano John Berger, sonriendo, ha dibujado con nubes, para quien mire alto, una pregunta: «¿Y tú qué?»
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Lo urgente y lo importante.
La historia que les voy a contar es un poco triste. Lo es porque contiene las lágrimas de una niña zapatista. Pero, a pesar de eso, o precisamente por eso, se las cuento porque, al escucharles hablar, exponer, reflexionar y tratar de responder y enseñar, me he imaginado lo que sigue. No sé si ustedes lo han hecho. Si no, se los recomiendo, piensen en lo que sigue.
Me he imaginado que estamos en otro tiempo hace adelante. Va:
Sin que la antecediera un balón, había llegado a mi champa «Defensa Zapatista». En su carita se veía que había estado llorando, y todavía algunas lágrimas le brillaban en las mejillas. «Defensa Zapatista» sostiene que las niñas no lloran, que eso es cosa de hombres, que las mujeres son fuertes. Así que entendí por qué la niña había venido a mi champa, donde sólo habitan fantasmas y silencios. Aquí está segura, aquí puede llorar sin que nadie, como no sea yo, la mire. Aquí puede guardar su fortaleza en un cajón y dejar que el sentimiento le llene la mirada y haga líquida la pena.
Yo no le dije nada. Hice como que no la miraba, como que estaba barriendo el piso del tabaco y los papeles arrugados que se extendían alrededor de la mesa.
Al fin, ella se limpió las lágrimas con el paliacate rojo, suspiró y carraspeó para decirme:
«Oí Sup, ¿tú lo sabes lo que es mal soñar?«
«De por sí«, le respondí, «los malos sueños se llaman pesadillas«.
Ella se interesó y preguntó: «¿y cuál es su trabajo de las quesadillas, por qué y quién las hizo?, porque son muy fieras.«
«Se llaman «pesadillas», no «quesadillas». Las quesadillas son buenas si tienen queso. Las pesadillas no son buenas. Pero, ¿por qué me preguntas eso?«
«Es que lo soñé muy fiero y me desperté así como con un dolor en la panza, como que no está cabal, como que duele«, dijo.
«Cuéntame pues«, la animé y encendí la pipa.
«Bueno, resulta que soñé que estamos en la asamblea del pueblo, que resulta que está muy cabrón la situación por su culpa del mal sistema. Y que está llegando mucha gente a pedir entrada en el pueblo porque en otros lados ya nomás no se puede vivir, entonces se viene la gente porque nosotras como zapatistas sí nos preparamos.
Pero está llegando gente hasta de otros sus países que a saber dónde quedan.
Entonces pues no está cabal la comida y la comunidad tiene que producir más la tierra, porque como zapatistas pues tenemos que apoyarnos con otros pueblos del mundo porque somos como quien dice compañerismos.
Entonces están viendo en la asamblea cómo se van a organizar para darle alimento a esas hermanas y hermanos.
Entonces pasa que alguien de la asamblea dice que hay que buscar más terreno donde se puede sembrar.
Y entonces otro dice que en el potrero donde lo jugamos el fútbol, que lo vio que ya floreció el Petumax con sus flores, así como blancas, pero no, así como grises pero no, creo color crema o no sé cómo se llama su color.
Y que lo vio que también está el Chene´k Caribe, y sí cierto porque yo de por sí lo juego sus flores como que son pollitos.
Y que también la miró que está la Sun que parece girasol, pero no es.
Entonces dijo el compañero ése, que eso quiere decir que ya está buena la tierra en el potrero, que ya se puede sembrar ahí maíz y frijol.
Y entonces yo como quien dice que me preocupé, porque ahí en el potrero es donde lo vive el caballo choco, y donde jugamos fútbol. Bueno, no mero jugamos porque no hemos completado el equipo, pero lo practicamos y entrenamos con muchas ganas.
Entonces la autoridad le pregunta a la asamblea si está de acuerdo que se siembra en el potrero y se hace milpa ahí, o si hay alguien que no está de acuerdo pues que lo dice su palabra para ver cómo se hace.
Entonces toda la asamblea está en silencio y nadie pide la palabra. Y yo quiero hablar para decir que no siembren en el potrero, porque entonces ya no vamos a poder jugar, que sea entrenar. Pero no sé cómo voy a decir, porque lo veo que sí se necesita el alimento para apoyar a esas otras hermanas y hermanos.
Y estoy con la angustia porque nadie dice nada y yo no tengo el pensamiento para convencer a la asamblea, y lo veo en su ojo de la autoridad que ya va a decir que, si nadie tiene otra palabra, se aprueba que se siembre en el potrero.
Y ahí estoy yo, buscando un buen pensamiento y no encuentro, y me da coraje que no encuentro buena palabra y con el coraje se me salen las lágrimas, y no es que estoy chillando, sino que es por coraje de no saber.
Y ahí nomás me desperté y me vine corriendo. Y en el camino más coraje me da por el pinche sueño malo ése, que quién lo mandó o por qué hace así«.
Conforme ha ido hablando, el rostro de «Defensa Zapatista» va reproduciendo en sus facciones el dolor y la desesperación.
Yo me quedé callado, pero la niña se me quedó viendo como esperando qué voy a decir.
Aunque yo me di cuenta de que «Defensa Zapatista» no había venido al diván, ni sólo a desahogarse, estaba buscando las palabras adecuadas, porque entendí que la niña no llegó sólo a esconderse, también a buscar respuestas y yo, pues soy el subcomandante de acero inoxidable, el que, según el criterio de «Defensa Zapatista», tiene el grave defecto de ser hombre, pero nadie es perfecto, y además yo dejo que el gato-perro se suba en el teclado y arruine los textos, a veces tengo galletas para compartir (que, para Defensa Zapatista significa que ella y su animalito se zampan todas las que me gustan y las que no también, y sólo me dejan el paquete vacío), y cuento historias donde ella y su pandilla hacen travesuras y salen triunfantes.
Entonces les estoy presentando como quien dice el contexto, para que entiendan que la niña en realidad no había ido a contarme un mal sueño, sino a presentarme un problema.
Como había estado revisando el baúl de los recuerdos que el difunto SupMarcos me dejó en custodia, recordé haber visto algo que podría servir. Le hice a «Defensa Zapatista» una señal de que espere, y empecé a buscar y encontré, debajo de los dibujos que, cuando estuvo aquí en el Cideci, trazó John Berger, lo que estaba buscando. Los papeles estaban ajados, manchados de tabaco y humedad, pero la torpe letra del finado era todavía legible.
Volví a cargar la pipa y la encendí. Leí casi en silencio, sólo haciendo algunos gestos y emitiendo gruñidos incomprensibles.
La niña me miró en suspenso, esperando. El gato-perro había dejado en paz el ratón de la computadora y, con las orejas paradas, permanecía expectante.
Después de hacerme el importante unos minutos, le dije:
«Ya está, no hay problema. He encontrado la solución para tu pesadilla. Resulta que en este escrito el difunto SupMarcos, que diosito lo tenga en su santa gloria y la virgencita lo llene de bendiciones, explica que las pesadillas son problemas y que se pueden aliviar si lo resuelves el problema de la pesadilla.
Entonces dice que los sueños son las soluciones a las pesadillas.
Que lo hay que hacer es encontrar la solución y entonces ya sale el sueño bueno.
Que con eso te ahorras un chingo de paga de psiquiatras, psicólogos, terapeutas y antiácidos. Ok, eso no viene al caso.
Y en este otro escrito, dice que el problema no sólo es saber qué es lo urgente y qué es lo importante.
Lo urgente es lo que tienes que hacer ya, y lo importante es como, por ejemplo, lo que sabes que se debe hacer.
Por ejemplo, en tu caso de tu mal sueño que me cuentas, lo urgente es que los compas tienen que hacer más producción de alimentos; y lo importante es que no se pierda el lugar donde se juega.
Entonces pues es un problema grave porque si se cuida el lugar para jugar, pues entonces no se siembra y hay hambre; y si se siembra, pues entonces ya no hay donde juegan.»
«Defensa Zapatista» asentía convencida a lo que le iba diciendo. Yo seguí:
«Entonces dice aquí el finado que eso se llama «opción excluyente», o sea que haces una cosa o haces otra, pero no se puede las dos. El SupMarcos dice que casi siempre eso es falso, o sea que no es fuerza que una cosa u otra, sino que se puede imaginar otra cosa diferente. Y pone el ejemplo de los pueblos originarios, o sea que indígenas.
Dice: «Por ejemplo, los pueblos originarios, desde hace siglos, todo el tiempo hacen al mismo tiempo las dos cosas, lo urgente y lo importante. Lo urgente es sobrevivir, o sea no morir, y lo importante es vivir. Y lo resuelven con resistencia y rebeldía, o sea que se resisten a morir y al mismo tiempo crean, con la rebeldía, otra forma de vivir. Entonces dice que siempre que se pueda, hay que pensar de crear otra cosa.»
Dejé los papeles y me dirigí a «Defensa Zapatista»:
«Entonces lo que yo creo que puedes hacer en tu problema del mal sueño, es explicarle a la asamblea lo que es urgente y lo que es importante.
O sea que las dos partes tienen buen pensamiento, pero que si escogen una pues lo chingan la otra.
Y entonces explícalo a la asamblea que no es fuerza que una cosa u otra cosa, sino que hay que pensar en otra una, algo diferente pero que quedan cabal las dos cosas.
Y entonces no es que se resuelva el problema de la asamblea ni tu problema, sino que ya es otro problema.
Y en el nuevo problema, tienen que pensar los dos, o sea la asamblea y tú.»
Todo el tiempo, la niña había estado sentada, quieta, con su manita apoyando su barbilla, poniendo atención.
Contra su costumbre, el gato-perro también se había estado quieto.
«Defensa Zapatista» quedó en silencio, mirando al suelo fijamente.
No sé mucho de lo que pasa en la cabeza de una niña. De un niño sí, porque tal vez no he madurado a pesar de los kilómetros recorridos. Pero las niñas, aunque ya tengan edad, siguen siendo un misterio que tal vez las ciencias puedan algún día resolver.
De pronto, «Defensa Zapatista» volteó a mirar al Gato-perro, y el susodicho, a su vez, la miró a ella.
La mirada mutua duró sólo unos segundos, y el Gato-perro empezó a brincar, a ladrar y a maullar. La carita de la niña se iluminó y casi gritó:
«¡Sí, el Gato-perro!» y empezó a brincar y a bailar junto con el mencionado.
Yo no sólo puse cara de que no entendía nada, en efecto no comprendía a qué venía eso. Pero, resignado, esperé a que «Defensa Zapatista» y el Gato-perro se calmaran, lo que no ocurrió hasta pasados unos minutos que me parecieron eternos.
Al fin se detuvo la algarabía y, aún agitada, la niña me explicó:
«¡Es el Gato-perro, Sup! Lo tengo que llevar al Gato-perro a mi mal sueño y lo tengo que llevar a la asamblea y él me va a ayudar y entonces ya va a ser un buen sueño.
Aquí estaba la solución de la problema pero no la había estudiado.
Es el Gato-perro, siempre ha sido el Gato-perro.»
Creo que mi cara de «¡What!» debe haber sido muy evidente, porque «Defensa Zapatista» se sintió obligada a aclararme:
«A ver te lo explico Sup: el Gato-perro ¿es gato?, pues no. ¿Es perro?, tampoco. Entonces no es ni una cosa ni otra, sino que es otra una, es un gato-perro. Si lo muestro al Gato-perro en la asamblea, claro lo van a ver que hay que hacer otra cosa, que quedan contentos ambos dos mutuamente de acuerdo«.
Yo no podía entender cómo la asamblea iba a dar, como quien dice, el «salto epistemológico» de esa cosa, o lo que sea el Gato-perro, y la disyuntiva entre el potrero para jugar o el potrero para sembrar. Pero parece que a «Defensa Zapatista» eso le tenía sin cuidado.
Al otro día, camino al pueblo, pasé por el potrero. Ya la noche empezaba a nacer del suelo y como quiera seguía el sonido de quienes rasguñaban el muro. Aún había luz suficiente, porque «Defensa Zapatista» estaba en el campo, reunida con un grupo en el que reconocí al viejo caballo choco que la acompaña a veces, al Gato-perro, y al Pedrito. Había también dos hombres, uno bajo y otro alto, a quienes no identifiqué y supuse que eran de la Sexta y que la niña los estaba tratando de incorporar a su siempre incompleto equipo.
Me vio de lejos la niña y me saludó agitando la mano. Correspondí al saludo, dándome cuenta de que «Defensa Zapatista» había resuelto el problema porque reía y corría de un lado a otro, mostrándole al grupo dónde deberían colocarse en un dispositivo que me semejó la figura de un caracol.
Seguí mi camino, recordando el final de aquel día de lágrimas, cuando ya sonriente y con la carita iluminada, «Defensa Zapatista» se despidió:
«Ya me voy ya, Sup, me tengo que ir«.
«¿Y qué vas a hacer?«, le pregunté.
Ya se alejaba cuando me gritó: «Voy a soñar«.
Mientras esperaba a que se reunieran las compañeros y compañeros para la plática que me tocaba dar, la noche llegó con sus propios pasos y sonidos.
Pensé entonces que tal vez al finado SupMarcos le hubiera gustado estar presente en el sueño de «Defensa Zapatista» y así saber cómo argumentó la niña y cuál fue la decisión de la asamblea.
O tal vez estuvo ahí de por sí. Porque, al menos en estas tierras, los muertos andan de un lado a otro. Con nosotros ríen y lloran, con nosotros luchan, con nosotros viven.
Muchas gracias.
Desde el CIDECI-Unitierra, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México.
SupGaleano.
México, enero del 2017.