Se dice que las próximas elecciones del 6 de junio serán las más grandes de la historia política nacional. Lo serán por el crecimiento del número de votantes y también por el número de cargos que se elegirán, pues las 32 entidades del país tendrán elecciones locales concurrentes con la federal. Se trata de un total de 21 mil cargos de elección popular.
Sin embargo, estas elecciones no serán las más democráticas de la historia, pues están llenas de irregularidades, vicios, conflictos, trampas y fraudes. Más que ofrecer propuestas políticas y económicas democráticas las campañas electorales nacionales y locales son una guerra sucia de dimes y diretes descalificatorias entre todos los partidos. Son un verdadero lodazal político inmundo representativo de la baja estofa de los candidatos partidistas. O sea que en la democracia del dinero, las regenteadas por el mercado político donde casi todo se mercantiliza y en el que se compran votos y políticos, el proceso electoral está viciado de origen con todo y sus secuelas de impugnaciones en un mar de intereses políticos y económicos representativos de las cúpulas del poder y del dinero. Nada que ver con los intereses de las masas populares y proletarias.
Esta democracia del dinero ha engendrado decenas de partidos y organizaciones políticas que no solamente velan por intereses propios sino también por intereses oscuros o velados. Las mascaras del poder económico son muy diversas y camaleónicas. La tragedia en estas elecciones es que no hay partidos políticos ni candidatos representativos de los intereses de los trabajadores del campo y las ciudades.
Pero en este circo político de tres o más pistas las cosas se están poniendo más violentas, pues en un país donde el poder del narco hace tiempo que está muy vinculado estrechamente a la política y a los políticos de todo signo, los crímenes perpetrados por los sicarios de los cárteles de candidatos a cargos de representación “popular” está a la orden del día. México suma 79 políticos asesinados durante el proceso electoral de 2021.
En el caso de Jalisco hay candidatos que son verdaderos saltimbanquis o de partidos que son representativos de intereses perversos caciquiles como es el caso de Hagamos. Los delegados políticos del cacique universitario Raúl Padilla López afirman que “Hagamos es una alternativa a los partidos políticos tradicionales que no han representado los intereses y necesidades de las y los jaliscienses. Somos personas de todos los sectores sociales y regiones del estado que nos organizamos con pluralidad y bajo la idea de que solamente con honestidad y en equipo se puede transformar nuestra calidad de vida. Nuestra principal lucha es por la igualdad y para eso lo público es lo más importante. Los bienes y servicios públicos pueden y deben funcionar mejor para todas las personas. Además, Hagamos es un movimiento que se construye desde lo local, con mujeres y hombres que trabajan y proponen en todo Jalisco. Queremos construir una sociedad en donde cada persona tenga garantizadas sus libertades, derechos y condiciones para luchar por su plenitud; y sabemos que para eso se necesita que, a partir de ahora, entre todas las personas de Jalisco, Hagamos que las cosas sucedan.” Difícilmente alguien podría estar en desacuerdo con ese ideario político; como demagogia caciquil no está nada mal. Los intereses particulares encubiertos como intereses públicos, tal y como sucede en la Universidad de Guadalajara, la segunda institución educativa superior pública más grande del país. El programa político de Hagamos con sus propuestas son:
Redistribución de la riqueza
Defender lo público
Honestidad y transparencia
Igualdad
Equidad
Libertad
Progresividad en derechos humanos
Rescate del planeta
Trabajo colectivo
Participación ciudadana
Diversidad
Justicia universal
Democracia
Recuperación de la paz
Todo suena muy bien y hasta parece que realmente son una alternativa de izquierda a los partido políticos tradicionales, pero el origen político caciquil corporativo clientelar universitario los desnuda de cuerpo entero. Entonces, la pregunta es: ¿Qué es lo pretende y cuales son los verdaderos propósitos perversos del exrector universitario, cuyas manos mecen la cuna? Por supuesto, ninguna de esas consignas son creíbles por venir de donde vienen. El cinismo demagógico en su más alta expresión
¿A quién le sirve y a quién representa el partido estatal Hagamos Jalisco? Se pregunta el reconocido periodista Pedro Mellado. Responde de inmediato, entre otras cosas: “Todos son ramas del mismo árbol, todos responden al mismo interés, todos se abrigan con la misma cobija y todos trabajaron para que el 18 de septiembre del 2020 la organización Hagamos obtuviera su registro como partido político estatal. Todos vinculados a la Universidad de Guadalajara y al grupo político –cofradía dorada y privilegiada– que controla esa institución educativa desde hace 32 años, encabezado por el exrector (1989-1995), Raúl Padilla López. El Equipo Coordinador que impulsó la organización, integración y registro del partido Hagamos estuvo presidido por el actual diputado local perredista en Jalisco, Enrique Velázquez González, exsecretario general del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Guadalajara. Él llegó a la legislatura jalisciense como diputado de mayoría por el Distrito 4 de Zapopan, con los votos de la alianza MC-PAN-PRD, para el periodo 2018-2021. Ahora Velázquez González es candidato a diputado local de Hagamos.”
Los verdaderos propósitos de quien regentea a la UdeG son en principio seguir ocupando más espacios políticos para quien detenta el control de uno de los grupos de poder local más fuertes de la entidad. Se trata de ampliar esos espacios para asegurar más y mejor el control corporativo–autoritario de la institución educativo universitaria cuyo presupuesto es uno de los más altos de Jalisco. El radio de acción político caciquil ciertamente es muy amplio y diverso, y uno de los objetivos centrales es tener mas representantes formales en las esferas de decisión política local, como los ha tenido desde hace tiempo en esferas centralistas del poder legislativo con sus diputados federales.
Por supuesto, también se trata de ya no depender directa o indirectamente de otros partidos locales o nacionales en alianzas firmes o endebles con candidatos caciquiles. El PRD, que venía garantizando localmente esos intereses de RPL al ser de su propiedad, de hecho ya es un cadáver político y se trata de cambiarle la cara maquillándole un nuevo rostro o ponerle otra mascara farsesca. Se trata de un proyecto a corto o mediano plazo para reforzar las posiciones de poder de este grupo “universitario”.
Hablar de los candidatos de Hagamos es hablar de algunos personeros que han tenido cargos en la alta burocracia universitaria (incluidos los del sindicalismo blanco–patronal) representativos del cacique: 82 candidaturas a presidentes municipales y a 20 diputaciones locales, además presentó su lista de candidatos a presidentes diputados plurinominales que encabezan Mara Robles Villaseñor y Enrique Velázquez. Entre los primeros cinco aparece además Valeria Ávila y Denise De Font-Reaulx. Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla en Guadalajara, María Gómez Rueda en Zapopan, Juan Carlos Villarreal Salazar en Tonalá, Marina de los Santos Álvarez en Puerto Vallarta, Marco Antonio González Ortiz en Lagos de Moreno y María del Rosario García Fletes en Tlajomulco de Zúñiga.
Por todas estas razones no se debe votar ahora y nunca por un partido político que solamente representa los intereses aviesos del llamado Licenciado y su grupo. La corrupción caciquil ha venido saqueando los recursos financieros universitarios y ha puesto en práctica las políticas neoliberales educativas que tanto daño causa a la comunidad universitaria y al pueblo jalisciense. La democracia nunca podrá avanzar en Jalisco con una democracia ausente en la Universidad de Guadalajara.