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La "crisis energética" argentina

¿Quién está en crisis?

Fuentes: APM

La derecha vernácula agita el fantasma del apagón. Y hasta la Secretaría de Energía de Estados Unidos alertó sobre un probable colapso. Pero un repaso de lo que sucedió en California hace cinco años nos permite aclarar un poco el panorama.  Distintos sectores locales y del exterior vaticinan una inminente crisis energética en Argentina, aunque […]

La derecha vernácula agita el fantasma del apagón. Y hasta la Secretaría de Energía de Estados Unidos alertó sobre un probable colapso. Pero un repaso de lo que sucedió en California hace cinco años nos permite aclarar un poco el panorama. 

Distintos sectores locales y del exterior vaticinan una inminente crisis energética en Argentina, aunque obedeciendo a distintas causas. Y el gobierno del presidente Néstor Kirchner no es muy claro al respecto: su Gabinete tiene prohibido mencionar la palabra crisis, pero se encarga con esmero de mostrar que cualquier posibilidad está descartada. A su vez, presenta (y vuelve a presentar) un programa energético… para evitarla.

En Argentina se produjo un cuello de botella en el sector energético. El «póker de 9» de la economía nacional -crecimiento a esa tasa por cuatro años consecutivos- lógicamente lleva a que aumente considerablemente la demanda de energía. A esto debe sumársele que desde 1998 no se producen grandes inversiones en materia hidrocarburífera; el gobierno impuso altas retensiones a la exportación de crudo y congeló el precio del gas natural, así como el valor de la unidad eléctrica.

Durante la década de 1990, al desregularse el mercado petrolero y disponerse la libre disponibilidad del crudo y del gas, fue negocio para las productoras de oro negro generar electricidad. Cuando se extrae petróleo, en muchos casos viene acompañado de gas natural; en ese escenario muchas compañías instalaron centrales térmicas de ciclo combinado a la salida del pozo, y vendían la energía resultante. Hoy ése incentivo ya no existe.

Entonces, podemos mencionar que la «crisis» tuvo su génesis en el congelamiento de los precios tras la devaluación de 2002, la falta de inversiones de las empresas y la ausencia de una política clara para el sector.

¿Cómo reaccionó el Poder Ejecutivo? Como mencionamos, negó la posibilidad de una crisis. Pero luego presentó una serie de iniciativas, como apurar la terminación de la represa en conjunto con Paraguay de Yacyretá, elevar un nuevo plan nuclear que prevé concluir la central Atucha II y construir una cuarta planta, más la construcción de dos centrales térmicas que se licitaron hace muy poco y el tendido de 5.000 kilómetros de líneas de alta tensión, además de imponer sanciones a quienes consumen energía en exceso.

Pero como en la mayoría de los casos donde se mencionan este tipo de cuestiones, hay algo más que no se dice. Sobre este tema, incluso se expidió la Secretaría de Energía de Estados Unidos hace dos semanas, donde se destacaba la fragilidad del sector energético. Pero no debemos olvidar que el estado de California atravesó en 2001 una crisis de la cual todavía no se pudo recuperar totalmente y en la que participó la caída en desgracia Enron.

California es el estado más poblado y rico de Estados Unidos. Tiene una población de unos 35 millones de habitantes -un poco menos que Argentina- pero un Producto Bruto Interno que supera al de Francia o Gran Bretaña. De hecho, si se escindiese de la Unión, ocuparía el quinto lugar como potencia económica.

Los motivos de la crisis californiana fueron adjudicados en principio a la mala privatización y desregulación del sector eléctrico, pero más tarde se les inició una causa penal a los directivos de Enron acusados de presunta manipulación del mercado energético para obtener más utilidades del conflicto, según informase oportunamente la agencia Reuters.

Para superar este grave inconveniente, se apeló a los hermanos del sur. El plan presentado era bastante complejo, e involucraba a México, Perú, Chile y Bolivia. Se iba a extraer gas de los yacimientos peruanos de Camisea y de los bolivianos de Tarija. Luego, por gasoducto, se lo trasladaría hacia un puerto de aguas profundas a construirse en la costa de Chile, donde se levantaría también una planta de licuefacción del combustible.

En forma líquida se lo transportaría hasta un puerto en la costa mexicana del Pacífico, donde se lo gasificaría nuevamente, y alimentaría una serie de plantas de turbina de gas, para enviar a California la electricidad resultante.

Que el gas boliviano pase a Chile en una zona que Bolivia reclama como propia, desató una crisis política en esa nación altiplánica. Por lo cual, La Paz no participó del megaproyecto. Actualmente, sólo Perú abastece a este complejo sistema energético. Pero -siempre hay uno- las reservas de gas de Lima son sustancialmente inferiores a las del subsuelo boliviano. Por lo cual, California todavía no superó la alerta de nuevos apagones.

California integra los Estados Unidos, cuya Secretaría de Energía advierte sobre una posible crisis del sector en Argentina. Pero ¿quién está en crisis?

Una posibilidad que no debe descartarse es que la Casa Blanca busque que Argentina no se abastezca del gas boliviano. Bolivia dispone de las reservas gasíferas más importantes de América del Sur después de las de Venezuela, y es un importante proveedor de sus vecinos más grandes. Con Brasil la situación se encuentra congelada a raíz de la nacionalización de los recursos naturales oficializada por el presidente Evo Morales, pero con Buenos Aires se llegó a un preacuerdo de abastecimiento a largo plazo.

Si Bolivia vende su gas a Argentina, no va a poder ofrecerlo como solución a la crisis californiana. Y si Argentina no depende del gas boliviano, habrá más fluido para California. Saquen sus conclusiones.

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