Bolivia, La Paz, 26/10/04.- Todo parece indicar que, el presidente Carlos Mesa, dio la clarinada. Tras su desafortunado anuncio de que levantaba las manos y dejaba que el Congreso Nacional enfrente los problemas que veía avecinarse, se abalanzaron los ávidos de poder, tras los cuales están maniobrando las transnacionales del gas y sus servidores nativos. […]
Bolivia, La Paz, 26/10/04.- Todo parece indicar que, el presidente Carlos Mesa, dio la clarinada. Tras su desafortunado anuncio de que levantaba las manos y dejaba que el Congreso Nacional enfrente los problemas que veía avecinarse, se abalanzaron los ávidos de poder, tras los cuales están maniobrando las transnacionales del gas y sus servidores nativos.
Desde el mismo viernes 22, los representantes del empresariado de Santa Cruz (curiosamente, de apellidos croatas), comenzaron a formular un pliego de exigencias que, abiertamente, convocan a romper el proceso democrático que se desarrolla en Bolivia.
El tema central -como ya lo dijimos en un artículo anterior-, es la propiedad del gas, entregada graciosamente por Gonzalo Sánchez de Lozada a un grupo de empresas transnacionales que hoy defienden esa posesión como si fuese de su propiedad.
Pero, además, está la serie de temores que ha despertado el juicio de responsabilidades que debe iniciarse contra el gobierno que fue derrocado en octubre de 2003. Se entrecruzan las susceptibilidades de los militares que se niegan a presentarse ante tribunales civiles con relación a lo que aquí se conoce como «febrero negro».
Como telón de fondo, está la próxima elección de munícipes en todo el país y la convocatoria a Asamblea Constituyente.
Es evidente que se han concentrado una serie de factores que la derecha no está dispuesta a aceptar, sin intentar el recurso del cobarde: situarse detrás de los efectivos armados para provocar una sangría de la que ellos saldrían beneficiados, puesto que no estarían en las trincheras.
Los golpistas de siempre
En los años ’70 del siglo que acaba de concluir, el empresariado de Santa Cruz (esa vez dominado por apellidos alemanes) financiaron el golpe del coronel Hugo Banzer, para destruir el proceso que se expresaba en la Asamblea Popular y cuando el gobierno de J. J. Torres buscaba restablecer la dignidad del país. La dictadura del Brasil se encargó, entonces, de proporcionar los elementos requeridos para el golpe.
El año ’80, fue la dictadura de Argentina que favoreció el golpe de García Meza. Por supuesto, como en la oportunidad anterior, los empresarios orientales fueron entusiastas colaboradores de aquel régimen que se identificó con el narcotráfico.
Sin contar con esos operadores, Washington ha tenido que actuar directamente. El señor Charles Shapiro, agente que preparó el golpe contra el presidente Hugo Chávez, desde la misma sede de la embajada norteamericana en Caracas, se presentó en La Paz, y luego pasó por Santa Cruz. Aquí advirtió que el señor George W. Bush no admitirá que se modifique la ley de hidrocarburos. Encontró buen eco en los Matkovic, Marinkovic y posiblemente también los Teodovich.
La poblada de los croatas
Con tales credenciales, estos señores se dieron a la urgente tarea de preparar las condiciones para retomar el poder que el pueblo les quitó hace un año. Así, el martes 26 se reunirán en lo que denominan «Asamblea de la Cruceñidad» (el patronímico de Santa Cruz, en Bolivia, es ‘cruceño’) para la cual han preparado un pliego conminatorio al gobierno, a cuyo presidente le darán 10 días de plazo para solucionar cada uno de sus puntos; en caso contrario, le exigirán su renuncia.
Los empresarios han ocultado el hecho de que su representación del pueblo cruceño es mínima, como quedó comprobado en los resultados del referéndum que se realizó el 18 de julio pasado. Tienen, sin embargo, una capacidad orgánica que amedrenta a todos los sectores y obliga -por lo menos hasta ahora-, a incorporarse a sus movilizaciones.
Por eso mismo es que ven con simpatía la posibilidad de un golpe de estado, que permita volver a fojas cero, toda la agenda que se dio el pueblo en octubre de 2003. Se cancelaría la posibilidad de convocar a la Asamblea Constituyente, no habría nueva Ley de Hidrocarburos y el referéndum pasaría a ser una anécdota sin mayores repercusiones. De paso, anularían la campaña electoral que, según todos los visos, tendrá un ganador indiscutible: el Movimiento al Socialismo (MAS) que encabeza Evo Morales.
Protagonistas y comparsas
Definidos cuáles son los protagonistas, hay que saber que también hay otros grupos que, sin participar en ningún preparativo, esperan participar en el festín de la carroña. Adelantar las elecciones generales (previa anulación del escrutinio edilicio) es un bocado apetitoso para más de uno que ve, con desesperación, que en las actuales condiciones no tiene ninguna posibilidad. Esa es la situación del ex presidente Jorge Quiroga y también del empresario Samuel Doria Medina.
Partidos minimizados como UCS y ADN volverían a tener posibilidades en un nuevo escenario, salido de una aventura golpista.
Vigilancia y contraataque
Estos aprestos intentan cristalizar en los próximos días. Sin embargo, los sectores populares -pese a las discrepancias internas que muestran- están vigilantes ante la situación y pueden, como ya lo demostraron, contraatacar en forma exitosa.
En el escenario internacional, lo que ocurra en Bolivia en los próximos días, tiene una importancia decisiva. El triunfo golpista revertiría el proceso que se da actualmente en Argentina, Brasil e incluso Venezuela. El contraataque popular consolidaría el avance del movimiento popular en el continente latinoamericano.