Sólo conocía su música, sus canciones, hasta que hace unos meses Juanma Morales me habló de él, de su maravillosa humanidad. Me habló de la entereza de este hombre, de su lucha, de su esperanza en el trasplante de pulmón, de su amor a la vida. Pero fueron sus décimas , las que […]
Sólo conocía su música, sus canciones, hasta que hace unos meses Juanma Morales me habló de él, de su maravillosa humanidad. Me habló de la entereza de este hombre, de su lucha, de su esperanza en el trasplante de pulmón, de su amor a la vida. Pero fueron sus décimas , las que se publicaron hace unos días en el artículo de Rebelión dando noticia de su muerte, las que definitivamente me situaron ante la inmensidad del personaje. Y así que después me puse a buscar cosas suyas en internet y a bucear en ese mundo particular reflejado en sus textos, en su poesía. Intenté conocer su visión de esto, de la cotidianidad; de la vida, o sea, y acabó por cautivarme, como a su montón de amigos, y así que el 27 de marzo pasado me largué de Gandia a Madrid para asistir a su homenaje.
Un acto emotivo, intenso, donde centenares de personas reivindicamos la memoria de este hombre, del hombre imprescindible personificado en el Quintín Cabrera que cautivó a propios y extraños; a los colegas cantautores que allí le interpretaron una canción, un poema o una chirigota, como homenaje, y a los que simplemente estábamos allí para decir hasta luego a un tipo cabal y darle las gracias por su trayectoria personal de compromiso social.
Ya de regreso, entre Alcázar y Valencia, en bus gentileza de la Renfe, me leí de un tirón su texto «Canciones», trozos de vida conciliados con la métrica de la poesía, o, mejor, retazos de métrica conciliados con la poesía de la vida, «lo mismo da, que da lo mismo», pues así la vivía y así le salía a borbotones en sus milongas, coplas y cantos de situación. Una auténtica fascinación la postura de este hombre ante la vida; su visión global, la valoración de urgencia del aluvión de hechos y del tiempo que su trova nos narra para recrearnos en similares sensaciones y hermanarnos en el sueño que nos lanza al otro mundo mejor, a ese otro posible que se dice ahora.
Había varios Quintines en Quintín, pero, comentado ya por todos y siendo tan obvio y conocido lo del cantor político y solidario que se apuntaba a las movidas de lucha y liberación de los desheredados del mercado, arrimando el hombro en las sociales y políticas que tenían causa, me resulta más de justicia y homenaje al hombre el remarcar su carácter de persona honesta con el tiempo que le tocó vivir, socializando su individualidad más intimista para nuestro mejor disfrute, pues esa y no otra es la justificación del cantor; su adentro que sale afuera para abanderar la función social de su canto..
«Y de aquí sale la fuerza, del que se siente seguro, pues su canto corajudo ya jamás lo harán callar aunque tenga que cantar a señas, como los mudos» Gracias, Quintín, por compartir tu tiempo con nosotros!!