. «La cabeza fría, y el corazón ardiente. Ni un paso atrás». Es el mensaje que está transmitiendo Radio Universidad (RaU) mientras escribo atónito. La emisión parece de otra época, salida de una onda perdida en el espacio-tiempo, o recogida de esas fonotecas que guardan la memoria de la revolución cubana o la del asesinato […]
. «La cabeza fría, y el corazón ardiente. Ni un paso atrás». Es el mensaje que está transmitiendo Radio Universidad (RaU) mientras escribo atónito. La emisión parece de otra época, salida de una onda perdida en el espacio-tiempo, o recogida de esas fonotecas que guardan la memoria de la revolución cubana o la del asesinato de Allende. Entre alteradas informaciones en directo suena Carlos Puebla y se escucha: Hasta la victoria siempre! Pero está ocurriendo ahora. Una mujer llama desesperada por su hija, un septuagenario irradia cólera y pide venganza, Traigan gasolina, héchenla sobre las tanquetas!!. Al tiempo conectan con manifestaciones en los Ángeles, Vancouver, Chiapas… La web de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) acaba de ser censurada. Oaxaca ya es un problema mundial, como lo fue Chiapas, Seattle o Génova. Vendrán otros.
Miles de oaxaqueños y oaxaqueñas marchan entre lacrimógenos y tanquetas para defender las instalaciones y la voz de la RaU, antes Radio Plantón, la destruida emisora de esos maestros que las autoridades quisieron desalojar violentamente del Zócalo el 14 de junio. Era sólo una chispa, pero hizo explotar la revuelta popular que hoy mantiene Oaxaca en estado de sitio.
Una docena de muertos -entre ellos un periodista de Indymedia-, centenas de desaparecidos, detenidos trasladados al aeropuerto -la sombra de la operación Cóndor- y miles de «cateos» en las casas constituyen el nuevo saldo de muerte y represión del incompentente gobierno neoliberal de Fox. Y también la herencia de sangre que va a recibir Felipe Calderón, el mudo, quien tomará el poder -palabra bien apropiada- en diciembre entre más que fundadas sospechas de fraude y con el país de nuevo fracturado por el sur, por las tierras de los xixtecos, zapotecos, chatinos y chinantecos. Pueblos originarios, pobres, destrozados por el libre comercio, pero orgullosos.
A las 8 de la mañana de la miserable y paradójicamente turística Oaxaca un comunicado de prensa de la APPO anuncia que los paramilitares del despótico gobernador Ulises Ruiz Ortiz (URO) y la Policía Federal Preventiva que Fox envió para aplastar la revolución pacífica de la APPO, violan la autonomía universitaria y entran en el campus. Disparan contra la RaU. Pero reculan y recularán ante el pueblo, que quiere defender la única voz que consiguió huir de la opresión.
Siglo XXI. En nuestra vergonzosa prensa tradicional las justas reclamaciones de la APPO, porque justos son los lamentos de los pueblos, no tendrán espacio. Las agencias hablarán de sublevados. Sin embargo, ellos sólo piden que marche URO, el tirano, y que vuelva la orden, pero no el orden que quieren Fox y los priístas, sino el que tiene forma de justicia social. Todo lo poder para el pueblo. Oaxaca no está sola.
* Manoel Santos <[email protected]> es biólogo y escritor. Director del portal alternativo en lengua gallega altermundo.org <http://altermundo.org>.