Raúl González nació el 29 de febrero de 1952 en el pueblo de China, Nuevo León, México. Siendo muy pequeño, se trasladó junto a su familia a la ciudad de Río Bravo, situada al norte del Estado de Tamaulipas.
“Viví cinco años en la frontera. Nos trasladamos en la época de las pizcas de algodón. ¿Los motivos? Buscar subsistir, nos fuimos a buscar otra fuente de trabajo para poder sobrevivir”, relató González en una entrevista de 2022 en la que explicó su origen humilde.
En 1969, Raúl González ingresó en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) de Monterrey para estudiar la carrera de físico matemático. Y, allí, alternó sus estudios con el deporte. De la mano del entrenador Daniel Garza, inició sus entrenamientos en la pista de tierra del Estadio Raymundo “Chico” Rivera y ganó su primer campeonato prenacional de marcha.
En 1971, González entró en la preselección nacional mexicana dirigida por el entrenador polaco Jerzy Hausleber, un innovador de los sistemas de entrenamiento que llegó a utilizar campamentos de entreno a 4.000 metros de altitud junto al Lago Titicaca de Bolivia.
En 1972, con veinte años, Raúl González acudió a los Juegos Olímpicos de Múnich y consiguió terminar la prueba de 50 km en el vigésimo puesto. Cuatro años después, en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, González mejoró notablemente su prestación y terminó la prueba de 20 km en quinta posición.
En 1977, Raúl González alcanzó su primer gran logro internacional al vencer en los 50 km de la Copa del Mundo, celebrada en Milton Keynes, Inglaterra. En 1978, ratificó su progresión al pulverizar en dos ocasiones la plusmarca mundial de la distancia.
Los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980 sufrieron un injusto boicot, pero México acudió a la cita olímpica que se celebró en la capital de la URSS. González compitió en los 20 km y quedó sexto. En los 50 km, distancia en la que era favorito por ser el campeón de la Copa del Mundo y el plusmarquista de la distancia, abandonó.
Lejos de desmoralizarse por el resultado, Raúl González optó por crecerse ante la adversidad y, una vez finalizaron los Juegos, empezó a entrenar de cara a la siguiente cita olímpica como probablemente nadie lo había hecho en la marcha mexicana. Su determinación de entrenar tanto como hiciese falta para lograr el oro olímpico fue clave en su éxito posterior.
“La verdad es que me preparé con conciencia y no me refiero a solo cumplir con los entrenamientos, sino que estaba muy comprometido y entregado; trabajé mucho, quizá como nadie en la marcha mexicana. En el año previo a los Juegos, hice alrededor de 11.000 kilómetros de volumen”, declaró años después González.
Antes de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984, Raúl González volvió a conseguir grandes resultados, envuelto en sus duros entrenamientos. En 1981 y 1983, ganó otra vez la prueba de 50 km de la Copa del Mundo.
Ya en los Juegos de Los Ángeles, Raúl González no falló. Es más, realizó una demostración de fortaleza y talento. Ganó el oro olímpico en los 50 km y consiguió la plata en los 20 km, detrás de su compatriota Ernesto Canto. De paso, estableció el récord olímpico de los 50 km.
González alcanzó la gloria olímpica, porque logró unir una genética privilegiada para su especialidad, un entrenamiento planificado y científico de un enorme volumen y una voluntad inquebrantable. El largo camino que partía de la pista de tierra del Estadio Raymundo “Chico” Rivera había valido la pena.
Raúl González se retiró del deporte de élite en los Juegos Panamericanos de 1987 tras quedar segundo en 50 km y, desde entonces, desarrolló otras facetas. Desde 1988 hasta 1994, fue director de la Comisión Nacional del Deporte de México (CONADE), consiguiendo estructurar el deporte mexicano y promocionarlo como una actividad de carácter social. Entre 2002 y 2004, fue presidente ejecutivo de la Liga Mexicana de Béisbol Profesional y, entre 2015 y 2018, del Instituto del Deporte del Estado de Nuevo León (INDE). En 2018, renunció a ese cargo y se convirtió en candidato independiente al Senado por el Estado de Nuevo León, con un programa político contrario a los partidos tradicionales y a favor de la organización ciudadana, los servicios sociales y el deporte como una forma de educación. A día de hoy, González sigue activo en diferentes campos.
Raúl González fue un extraordinario marchador. Su imagen marchando hacia el oro olímpico en los últimos metros de los 50 km de los Juegos de Los Ángeles de 1984 son parte de la historia de la marcha atlética y del olimpismo. Tras su retirada, también destacó en otras facetas. México le debe mucho al que ellos bautizaron con el apodo “el matemático”. El deporte en su conjunto también. Parece evidente que su figura y sus gestas trascenderán el tiempo.
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