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Una historia inédita en las luchas del feminismo andino

Recuerdos del Primer Congreso Feminista

Fuentes: Servicio Informativo Datos & Análisis

Fue hace 69 años, en Cochabamba. El 10 de noviembre de 1936 las mujeres de Bolivia se reunieron en un congreso organizado por la primera entidad feminista que registra nuestra historia después de la Guerra del Chaco. Terminó en fracaso como efecto de una confabulación tramada por el clericalismo más conservador que aún prevalecía en […]

Fue hace 69 años, en Cochabamba. El 10 de noviembre de 1936 las mujeres de Bolivia se reunieron en un congreso organizado por la primera entidad feminista que registra nuestra historia después de la Guerra del Chaco. Terminó en fracaso como efecto de una confabulación tramada por el clericalismo más conservador que aún prevalecía en aquella época.

La Guerra del Chaco transformó las sensibilidades y modificó los sentimientos colectivos. La tragedia había impactado de forma decisiva entre las mujeres bolivianas. Adela Zamudio había muerto en 1928, la alondra solitaria no tuvo el infortunio de sufrir la guerra, aunque la intuyó constantemente en su obra poética, y correspondió a sus discípulas canalizar la nueva energía feminista apenas culminada la conflagración bélica en 1936.

El 10 de noviembre de ese año, una renombrada organización denominada «Legión Femenina de Educación Popular América» inauguraba su primer Congreso en Cochabamba y una sesión de honor en el Salón Rojo del Concejo Municipal, presidida por el alcalde Luis Castel Quiroga, daba la bienvenida a 70 delegadas de los nueve departamentos.

Según la documentación de aquel primer encuentro feminista de Bolivia, celosamente guardada por doña Etelvina Villanueva, las principales representantes de las nueve delegaciones eran:

La Paz: Sra. María Tubert de Estéban y Dra. Marina Angélica Panozo.

Sucre: Dra. Carmela Zuazo y Srta. Carmen Acebey.

Cochabamba: Srta. Cira Aguayo y Sra. Fidelia Corral de Sánchez.

Oruro: Dra. Amelia Chopitea y Prof. Paz Nery Nava.

Santa Cruz: Sra. Blanca C. de Herrera y Sra. Elena Tejada de Mercado.

Trinidad: Srta. Rosa T. Melgar y Srta. Celia Monasterios.

Potosí: Sra. Etelvina Villanueva y Dra. Carmen Aurora Valda Cortez.

Tarija: Srta. Adela Hoyos y Srta. N. Hoyos.

«El País», uno de los diarios que entonces circulaban en Cochabamba, dio cuenta de la bienvenida en la sesión de honor del 10 de noviembre, mediante esta crónica del día siguiente:

«Instaló tan simpático acto la señorita Mercedes Rodríguez, con una sencilla alocución, habiendo luego pronunciado un excelente discurso la señorita María Teresa Urquidi, quien perfiló detalladamente las actividades del Comité Cívico y de la Legión Femenina América. El señor Juan Antonio Barrenechea colaboró al acto con una disertación apropiada sobre las actividades de la mujer en Bolivia y la labor que corresponde a las madres y maestras del país, para la reconstrucción de la nacionalidad».

Por su parte «El Imparcial» informaba que la sesión inaugural dedicó un homenaje póstumo de las precursoras de este movimiento como Adela Zamudio, Sara Ugarte, Nelly Merino y Josefina Goytia. Y ofrecía estos detalles:

«La doctora Carmen Suazo, en representación de Sucre, expresó sus simpatías por la unión de los pueblos bolivianos y enunció ocuparse de los problemas de pos-guerra. Fue calurosamente aplaudida. La presidente de Cochabamba leyó un discurso en el que dejó escuchar su propia ideología y la de sus compañeras. La aplaudieron. La delegación de Oruro, en un saludo ardiente, habló del proletariado, de sus necesidades, y se hizo presente por la emancipación de la mujer. La aplaudieron. Habló el doctor Macedonio Urquidi a nombre de la Sociedad Geográfica y del Centro Obrero, dando parabienes a las mujeres de vanguardia. Para clausurar el acto habló la señora Fidelia Corral de Sánchez, quien agradeció a las autoridades judiciales y municipales por su concurrencia, igualmente al elemento obrero, sintetizando en breves conceptos la misión educadora de la mujer. Aplaudieron. Se suspendió la sesión a horas 19 y 30″.

¡ABAJO LAS SOTANAS!

En la segunda sesión se debatió una plataforma de reivindicación de la mujer, la primera que se registra en la historia de Bolivia, con propuestas tales como el proyecto presentado por la orureña Esilda Villa «sobre la Investigación de la Paternidad como medio de mejorar la situación injusta de los hijos que vienen al mundo sin padres». El problema de las madres solteras, así como la prostitución frente a la cual se proponían establecer «casas hogares» a fin de cuidar la salud de las meretrices, eran preocupaciones centrales entre las mujeres de la pos-guerra.

Entre otros postulados se planteaban:

  • Lucha por la consecución de los derechos Civiles y Políticos de la mujer boliviana.

  • Derecho irrestricto al voto.

  • Enseñanza de la Educación Sexual en todos establecimientos educativos del país.

  • Organización de Sindicatos Femeninos.

  • Creación de establecimientos para dotar empleo a las madres solteras.

En medio del debate, surgió un inesperado incordio que resultaría fatal para la normalidad del Congreso. La delegación de Sucre denunció una campaña que el tristemente célebre obispo Francisco Pierini había desatado en contra de la organización feminista. En las páginas de un pasquín clerical que se editaba en Sucre, «El Lábaro», Pierini había escrito las siguientes majaderías:

«Estoy asustado, apenado al extremo de no poder callar… al saber que aquí se está organizando una sociedad de señoras con fines trascendentalmente funestos. Pero me dirán, ¿qué tienes tú que ver son las señoras? Mucho por ahora y muchísimo porque es el caso que tal sociedad tiene por objeto desmoralizar, malearlas, hacerlas marimachos, libres de la potestad de los maridos, con todos los derechos del hombre, cínicas a las sanciones sociales, impávidas en sus faltas usurpadoras de legítimos derechos y estudiantes de una ciencia, que al hacerse explicar su contenido, si yo fuera chileno, habría exclamado: ¡Qué cochinas…!».

Poniendo en tela de juicio la feminidad de las libertarias, Pierini se opone abiertamente a que las mujeres ingresen a las universidades para estudiar profesiones como el Derecho:

«¿Y creen ustedes lectores y lectoras que los jóvenes decentes se van a poder enamorar de esos masculinos como ellas? ¿Qué en vez de tiernas miradas, de lágrimas de pena, de ráfagas de candor, va a encontrarse con un abogadil malicioso e irónico que le muestre, en vez de una sonrisa, un artículo del código? ¿Que lo viva amenazando con denuncias, juicios y el colmo que le enseñe, ¡ella!, la nueva ciencia, aquella que yo, hombre, no me animo a clasificar? Pues no señores; si la mujer de su clase, si la señorita de su medio ya no es mujer con las virtudes que atraen, con las gracias candorosas que impresionan, qué sucede sino otro masculino, más corrompido que él, tiene que buscar en la clase baja a nuestras mujercitas, a nuestras cholitas, que junto con la pollera conservarán el feminismo natural y necesario para inspirar el amor, que los masculinos no inspiran».

Tras el furibundo ataque contra aquellas que postulaban esa «nueva ciencia» de la educación sexual, Pierini hace un llamado a las huestes del beaterío, del mismo modo en que lo hizo una década atrás cuando propugnó la excomunión de Adela Zamudio:

«Señoras Católicas, no os dejéis alucinar con aquello de que es una sociedad feminista fundada para mejorar a la mujer, para defender sus derechos; bajo ese velo se oculta la perversión moral más descarada e impúdica. Dejad a la mujer al cristianismo, él sabe dignificarla, defenderla sin quitarle sus dones encantadores que las virtudes abrillantan haciéndolas reinar en el hogar».

La respuesta del Congreso de Cochabamba no se dejó esperar. «El País» del 17 de noviembre de 1936 informaba que una de las legionarias proclamó:

«Ya debemos dejar de ser fanáticas y deshacernos de las sotanas. Abracemos la religión de Cristo, pero no la de los sacerdotes».

El tema, que no había estado previsto en la agenda del Congreso de la Legión Femenina, polarizó posiciones y condenó al fracaso aquel primer encuentro feminista celebrado en Cochabamba.

FRACASO INESPERADO

El alcalde Luis Castel Quiroga tuvo que mediar para que la sangre no llegue al río. Finalmente Pierini había logrado su objetivo de polarizar a las legionarias entre devotas y ateas. «El clericalismo es la perdición de la mujer» exclamaba la chuquisaqueña Agar Peñaranda, pero otras delegadas intentaban evitar un pronunciamiento público contra el cura Pierini arguyendo que ello afectaría «la buena relación que siempre debemos tener con nuestra Santa Iglesia Católica».

El problema hizo aflorar el contexto ideológico en el cual se desenvolvía el congreso, influido por las corrientes marxistas en boga a través del PIR y el POR, en oposición al aparataje montado por la curia católica en el mismo congreso.

Muy pronto la posición clerical fue hegemónica y se anuló una resolución que se había emitido a favor de la comunista española Dolores Ybarrury, la Pasionaria.

El 18 de noviembre de 1936 el Primer Congreso de la «Legión Femenina de Educación Popular América» fue clausurado sin pena ni gloria.

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