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Referéndum: la trampa transnacional

Fuentes: Rebelión

El decidido apoyo del comandante del Comando Sur de los EEUU, general James T. Hill, al referéndum del 18 julio próximo (Periódico «El Diario», 13-7-04, en el que se preguntará si se está de acuerdo con exportar gas natural, ha cerrado la campaña oficialista destinada a conseguir ese objetivo, sin haberse incluido la consulta fundamental: […]

El decidido apoyo del comandante del Comando Sur de los EEUU, general James T. Hill, al referéndum del 18 julio próximo (Periódico «El Diario», 13-7-04, en el que se preguntará si se está de acuerdo con exportar gas natural, ha cerrado la campaña oficialista destinada a conseguir ese objetivo, sin haberse incluido la consulta fundamental: «¿Apoya la nacionalización del gas y del petróleo? El arribo de Hill  coincidió con el del Presidente del BID, Enrique Iglesias; de la CAF, Enrique García;  y  del Brasil, Ignacio Lula da Silva, quien llegó para defender a Petrobrás, empresa que controla en Bolivia, en importantes porcentajes, los mega campos de «San Alberto» y «San Antonio», todas las refinerías, el gasoducto a San Pablo y Cuiabá y el mercado interno de ambos países. El Presidente Kirchner de Argentina anunció su venida, pero la canceló por los problemas sociales que se agudizaron en su país.

    La combinación del palo y la zanahoria fue casi perfecta. Mientras el Banco Mundial desembolsaba un millón de dólares para la campaña en favor del «sí» y prometía un crédito de 120 millones de dólares destinado a aliviar al asfixiado presupuesto nacional, las voces que exigían la nacionalización del energético fueron aterrorizadas por el anuncio de la inminente disgregación del país. Una de ellas fue la del Ministro de Defensa argentino, Jorge Pampurro, quien declaró que Bolivia estaba viviendo un proceso de «libanización» («La Epoca», 4-07-04). La otra correspondió a Mark Falcoff, asesor de Dick Cheney, vicepresidente de George W. Bush, según el cual Bolivia se encaminaba al suicidio, si defendía su gas («La Epoca» 4-07-04). El Presidente Carlos Mesa añadió que Bolivia dejaría de ser sujeto de crédito sino aceptaba la exportación inmediata. De manera pasarela ofreció «fomentar» la industrialización para las calendas griegas.

    Noam Chomsky ha recordado («Rebelión. Org. 03-07-04), que, en 1916, el pueblo norteamericano, imbuido de espíritu pacifista, no deseaba que su país participara en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el complejo industrial-militar, mediante el uso intensivo de radios y periódicos, cambió radicalmente esa opinión en pocas semanas. El «lavado cerebral» también fue utilizado en Bolivia. El Presidente Mesa apareció, cada 15 minutos, durante semanas, en todos los canales televisivos y radios del país explicando los «beneficios» que de la enajenación del gas. Las posibilidades de que las corrientes nacionales y patrióticas manifestaran su desacuerdo fueron casi nulas.

    La resistencia al poder petrolero quedó gravemente debilitada por un grave error del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, que apoyó tres de las cinco preguntas del referéndum, aduciendo que en la interrogante número dos se consultaba si se desea que Bolivia recupere la propiedad de sus hidrocarburos en boca de pozo. La tramposa pregunta no se especificó si tal recuperación se produciría en forma inmediata, anulando los 78 contratos suscritos con las transnacionales, o dentro de 36 años, cuando acaben su vigencia. El MAS anunció que el «sí», a la pregunta dos, permitirá que el Parlamento apruebe una nueva Ley de Hidrocarburos en la que haría prevalecer su punto de vista.

    Lo que el MAS no advirtió es que el gobierno suscribirá nuevos contratos sin esperar la nueva ley de hidrocarburos, cuya aprobación podría tardar tres semanas, tres meses o tres años. Tal error se agravó cuando su diputado Antonio Peredo Leigue se declaró contrario a la nacionalización («La Epoca», 4-07-04), aduciendo que Bolivia no tenía 5.000 millones de dólares para indemnizar a las petroleras, cuyos ejecutivos habían declarado que sus inversiones se hallaban en 3.000 millones de dólares. Ambas cifras son arbitrarias ya que no emergen de una auditoria, la que, en caso de realizarse, demostraría que esas cantidades no alcanzan ni al diez por lo ciento de lo declarado. El mismo diputado indicó que en el país existía una derecha «gonista» (partidaria del ex Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada) el régimen de Mesa y la izquierda representada por el MAS. Lo cierto es que encontrar diferencias entre el «gonismo» y el «mesismo», en materia de hidrocarburos, es tarea de biólogos especializados en microorganismos invisibles para microscopios modernos.