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Reflexionar el camino para seguir

Fuentes: Rebelión

Somos un país construido por la fuerza espiritual de sus habitantes. Somos los millones que desde la diversidad hemos decidido construir una nueva historia con todos y todas sin que nadie se quede atrás, sin que ninguno sea excluido del derecho a aportar para construir el Vivir Bien. Hemos inscrito nuestras luchas y nuestros sueños, […]

Somos un país construido por la fuerza espiritual de sus habitantes. Somos los millones que desde la diversidad hemos decidido construir una nueva historia con todos y todas sin que nadie se quede atrás, sin que ninguno sea excluido del derecho a aportar para construir el Vivir Bien. Hemos inscrito nuestras luchas y nuestros sueños, nuestros caminares en la historia republicana y nuestros grandes retos de futuro, en la Constitución Política del Estado Plurinacional.

Nuestra historia termina y empieza de nuevo, cuando decidimos que el principio de una Bolivia con todos y todas, es la no exclusión de nadie, que la diversidad de pueblos que vivimos en este territorio es nuestra principal riqueza, y nuestra pluriculturalidad es lo que le ofrecemos como aprendizaje al mundo y a la madre Tierra; cuando enfrentamos el reto fundamental de aprender a vivir juntos en el contexto de la historia republicana y con los sueños-realidades de nuestros pueblos, para hacer posible un futuro donde quepamos todos y todas.

La historia reciente, la que finalmente quedó inscrita en la Constitución Plurinacional, es la que acepta los retos del presente de hacer un país para todos, desde el oprobio del sojuzgamiento de la mayoría pero también desde la identidad plurinacional que nunca dejó de soñar en una nueva historia, sin odios ni venganzas, sin racismos ni exclusiones; en fin en un país para todos y todas, donde los más olvidados tengan las mismas oportunidades que los que siempre las tuvieron; por eso propusimos la creación de un Estado Plurinacional que nos represente a todos y que sea capaz de construir posibilidades de futuro para Bolivia; por eso elegimos un presidente que representa a la mayoría del país, para que su liderazgo haga presencia de los millones de olvidados y al mismo tiempo nos recuerde a todos que no existen invisibles en la nueva Bolivia, que todos cuentan y que nada será posible si la mayoría no participa y decide el rumbo del futuro.

Sin embargo de esta ampliación del sentido histórico de lo político no nos basta la representación política elegida, queremos como sociedad civil ser parte protagonista de los cambios que el país espera, donde el Estado Plurinacional sea la expresión material de la movilización ciudadana que hace posible la democracia intercultural.

El Estado que hemos creado con la nueva Constitución es un Servidor Público colectivo, que escucha y da forma al mandato popular para hacer posible la revolución democrática y popular. El Presidente es el representante de todas y todos los bolivianos, de la mayoría que lo eligieron y de la minoría que está en desacuerdo; y ha sido elegido para escuchar y decidir con la mayoría lo que mejor le convenga al país para que dejemos de ser el país con más pobres, con mayores diferencias entre los más ricos y los más pobres, con mayor abandono en salud y educación; con menores oportunidades para pueblos indígenas y mujeres; con menores oportunidades de empleo que produce el crecimiento de la ilegalidad y del narcotráfico; con una economía tan sólo basada en la explotación de recursos naturales; en fin un país que todavía conserva y mantiene las cadenas de la dependencia colonial, y ha hecho de su vida cotidiana una permanente resignación a la impotencia, a la arbitrariedad, al abuso, a la exclusión institucionalizada.

Sólo así podemos entender el tamaño de los retos históricos que tenemos encima como país, que no son de un partido o movimiento por muy grande que sea; tampoco de un liderazgo sólo con la pretensión de que el representante haga todo lo que nos representados no hacen; menos de un Estado que tiene como misión el representar y construir mejores condiciones no para sustituir, sino para motivar la existencia de una sociedad civil democratizada y protagonista; son más bien responsabilidad histórica del pueblo boliviano que a través de los instrumentos creados construya la autodeterminación; y lo que juntos hemos hecho en ese camino, como Estado Plurinacional y como sociedad civil en estos años, es importante, sin embargo necesitamos avanzar más.

Impulsar un proceso de construcción del desarrollo con equidad, donde el objetivo fundamental es el de lograr mejores condiciones de vida para la mayoría de los bolivianos. El proceso de industrialización será un salto cualitativo e histórico fundamental en ese camino, para hacer posible que nuestra economía empiece a romper la dependencia externa y genere réditos para los bolivianos. Este cambio en el patrón de acumulación implicará el aumento del empleo de calidad para los ciudadanos con un paulatino aumento de salarios que mejorará la calidad de vida. Sin embargo esto implicará una inversión sostenida de muchos años de parte del Estado pero también de otros actores sociales que están contemplados en nuestra economía plural donde además de la empresa privada beneficiada por las condiciones económicas del país, podamos realizar una apuesta seria al potenciamiento de la economía comunitaria que es fuente de vida para la mayoría de los pueblos IOCs.

A partir de esas decisiones históricas debemos realizar una inversión social fundamental en el acceso a servicios para la mayoría de los bolivianos. Lograr que todos los bolivianos tengan acceso a la educación básica pero también a la profesionalización y especialidad es un objetivo necesario para acompañar el proceso de autodeterminación del país. Ello no podrá ser logrado si no mejoramos el acceso a la salud y las rentas que permitan mejorar las posibilidades históricas del conjunto de los bolivianos. Las inversiones en este camino deben potenciar las condiciones de accesibilidad a través de caminos, agua potable y luz eléctrica en todo el país.

No podremos construir el nuevo país si no creamos las condiciones para la soberanía alimentaria, que nos permita producir lo necesario para la reproducción de la vida en condiciones que beneficien no sólo a los grandes productores, sino también a los pequeños y a las comunidades que han apostado a la economía comunitaria como forma de vida y sustento para la mayoría de los bolivianos y bolivianas. Tendremos que gestar condiciones para la producción agropecuaria a través del potenciamiento de las unidades productivas en las que además de las privadas, las comunitarias encuentren en el Estado un aliado estratégico en el apoyo productivo y la comercialización de los productos.

Tenemos que democratizar todavía más nuestra democracia, y si las pasadas elecciones judiciales han sido una lección que tenemos que aprender, nos falta aún impulsar un desarrollo legislativo acorde con los procesos de transformación que vivimos y que tengan como punto de partida la consulta a los directamente involucrados por las leyes, para que el producto sea consecuencia de una construcción colectiva. Debemos evitar los males del pasado en los que especialistas y cúpulas partidarias decidían por todos nosotros. Todos los temas que hacen a la convivencia deben ser deliberados hasta lograr propuestas, que generen la corresponsabilidad ciudadana en la aplicación de las leyes. De esta manera, temas tan sensibles como la seguridad ciudadana, deben tener una participación fundamental en los pobladores organizados de cada espacio territorial y evitar la tentación peligrosa de simplemente policializar o militarizar las ciudades, generando un incremento en la espiral de violencia que termina en la saturación desmedida de los espacios penitenciarios.

Tenemos que avanzar estratégicamente a la construcción de los espacios y vigencia de derechos de lo común, respetando también el derecho privado; pero que en definitiva hagan posible la inclusión y la ampliación de oportunidades de vida para todos y todas, para ello necesitamos construir de forma permanente el Estado Plurinacional como expresión de la vida organizada de los bolivianos y bolivianas; que nadie se quede atrás o se haga parte de una oposición infértil que sólo se oponga sin proponer, queremos en definitiva que la propuesta constitucional sea el horizonte colectivo sobre el que avanzaremos y que tanto el estado como las organizaciones, las instituciones y el ciudadano/a en cualquier parte del país asuma plenamente los derechos que posee, pero también la obligación y el compromiso de aportar para construir un mejor país.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.