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El cooperativismo argentino y su rendija

Reflexiones sobre el veto presidencial al proyecto de ley de la expropiación del Bauen

Fuentes: Rebelión

«Sé que soy una rendija ande espían los demá, su propio cansancio viejo de buscar pa ande agarrar». José Larralde. «De mi cuero»   Escribimos esta columna de opinión a partir de la lectura de un artículo publicado por el Dr. Julio C. Gambina Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la […]

«Sé que soy una rendija ande espían los demá, su propio cansancio viejo de buscar pa ande agarrar».
José Larralde. «De mi cuero»

 

Escribimos esta columna de opinión a partir de la lectura de un artículo publicado por el Dr. Julio C. Gambina Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Columnista sobre Economía Política en medios periodísticos.

«La economía argentina en año electoral», se denomina el artículo que nos aleccionó en que «Empezó el 2017 con renovación gubernamental en el área de la Economía, y entre las primeras medidas aparece la liberalización del ingreso de capitales, que ya no deberán mantenerse inmovilizados por un tiempo».

Concluimos del contenido del artículo que el panorama económico-social argentino no es auspicioso en modo alguno para el pueblo porque «Desde el gobierno se busca consolidar un nuevo tiempo político bajo renovados paradigmas liberalizadores y liderazgos». Ello, entendemos, como que «el costo laboral impide el arribo de inversores para la producción, avalando sus dichos con comparaciones internacionales sobre el tema», es decir, ajustes y angustias sociales.

En ese contexto se entiende el veto presidencial al proyecto de ley de expropiación del Hotel Bauen, trasformado en cooperativa su gestión desde la crisis del año 2001, da trabajo a más de 130 familias. El Senado había convertido en ley la expropiación el pasado 30 de noviembre del 2016, «casi un año después de que la Cámara de Diputados le diese media sanción», según nos ilustran desde los medios periodísticos.

Sin embargo, esta experiencia cooperativa es la buena resultante de una historia de despojos y corruptelas enraizada desde la época dictatorial genocida, acreditada como «Proceso de organización Nacional» (1976-1983). Empresarios afines a ese proceso solicitaban y obtenían fabulosos créditos bancarios que no pagaron. Deuda privada que luego la convirtieron en deuda pública. Aquel dicho se hizo realidad: «Las deudas se socializan y las ganancias se privatizan». ¿Qué tul?

Poner en funcionamiento el Hotel, enclavado en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, fue producto y la trayectoria de enormes esfuerzos y sacrificios para la recuperación de los puestos de trabajo, tras el abandono patronal, en manos de sus trabajadores cooperativizados. La maraña judicial y los intereses inconfesables siempre estuvieron al acecho, el zarpazo del veto no sorprendió.

Los trabajadores del Bauen guiados por los valores y principios cooperativos, convirtieron en estos más de una docena de años en un símbolo de buena gestión de las empresas recuperadas, símbolo de que los trabajadores pueden superar la mentalidad estrecha de la esclavitud. Tal vez allí está el pecado original que motivó el veto.

¿Acaso el veto es un mensaje, aquel que en la era de los años 90 se instaló fuerte, el «no se puede»?

El cooperativismo, es aún un movimiento muy disperso, y en ello radica su debilidad como sistema superador al capitalismo y esa debilidad es mirada a través de una rendija por la opinión pública, pero que no puede visualizar la virtud intrínseca emancipadora de la cooperación. Debilidad cooperativa que, en resumidas cuentas, valentona a los adversos.

Los trabajadores sin patrón del Bauen han dado inicio a una nueva campaña contra el desalojo que se cierne sobre ellos, se preparan para continuar la lucha.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.