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Respuesta a “Indianismo y pachamamismo” de Pablo Stefanoni

Reivindicando el espíritu y las luchas indígenas

Fuentes: Rebelión

Pablo Stefanoni inicia su artículo «Indianismo y pachamamismo» deslindándose de la estúpida evaluación que de la Cumbre de Cochabamba hizo la derecha, parecía que haría un análisis de la reunión, pero por lo visto el racismo anti-indígena lo encegueció y no hay ninguna evaluación seria. Veamos lo que de esa reunión dice Silvia Ribeiro , […]

Pablo Stefanoni inicia su artículo «Indianismo y pachamamismo» deslindándose de la estúpida evaluación que de la Cumbre de Cochabamba hizo la derecha, parecía que haría un análisis de la reunión, pero por lo visto el racismo anti-indígena lo encegueció y no hay ninguna evaluación seria.

Veamos lo que de esa reunión dice Silvia Ribeiro , i nvestigadora, periodista y coordinadora de campañas en temas ambientales en Uruguay, Brasil y Suecia. Conferencista internacional sobre esos temas y que ha seguido las negociaciones de diversos tratados ambientales de la ONU:

«La convocatoria a esta cumbre rebasó todas las expectativas, tanto en número (35,000) como en contenido, convirtiéndose en un hito histórico en el debate internacional sobre la crisis climática. Ante las maniobras de los gobiernos poderosos en Copenhague, Bolivia convocó a las bases de las sociedades del mundo a manifestar sus posiciones y plantearlas a los gobiernos. Ambas cosas sucedieron en forma contundente. También se afirmaron las redes e interacciones entre los movimientos ………»

«Se creó sí, una base común para la comprensión, el análisis crítico y las estrategias frente a la crisis climática, enriquecida por diversas perspectivas desde muchas culturas, pueblos, organizaciones temáticas y sectoriales del continente y el mundo. El Acuerdo de los Pueblos en Cochabamba refleja esto ( www.cmpcc.org ) .»

Un analista serio debiera haber comenzado precisamente evaluando las conclusiones de la reunión: El «Acuerdo de los Pueblos» que menciona Ribeiro, Stefanoni no hace eso, el único comentario que hizo de dicha reunión en otro artículo suyo es: «poco provechosa sería la cumbre si sólo sirviera para confirmar la (merecida) popularidad internacional de nuestro Presidente y para hacer anticapitalismo emotivo en una multitudinaria catarsis colectiva.»

Stefanoni dice: «Muchos de los errores oficiales en la cumbre no son ajenos a haberle entregado a los pachamámicos la temática del cambio climático»

¿Quién les entregó? Morales luego de su correcta intervención en Copenhague, que precisamente concordaba con el sentimiento de los 100, 000 que protestaban ante la inacción de los gobiernos, fue el único presidente que convocó a la cumbre no sólo a los indígenas sino a la población mundial.

Nadie ha entregado a los indígenas la temática del cambio climático, son ellos quienes día a día vienen luchando y muriendo como en Bagua, Perú, en defensa de la Madre Tierra y contra la contaminación ambiental que produce la acción de las grandes empresas multinacionales. En estos momentos los indígenas ecuatorianos han pasado a la oposición al «Socialismo del Siglo XXI» de Correa por su política extractivista. Pero estas batallas ecologistas no tienen importancia para el autor, no igualan al ecologismo civilizado: «En Europa hay mucha más conciencia del reciclado de basura (incluyendo los plásticos) que en nuestro país, donde en muchos sentidos está todo por hacer, y un ecologismo informado -y técnicamente sólido- parece mucho más efectivo que manejar el cambio climático desde una supuesta filosofía originaria».

Concordamos con las críticas de los compañeros de la mesa 18 a la continuación del extractivismo que practica el gobierno boliviano, ellos precisamente le critican por no se ser, en palabras de Stefanoni, un «pachamamista» consecuente. 

Entre otras cosas Stefanoni dice «Yo nunca vi, pero quizás me equivoque, un bloqueo por el «vivir bien».

En el Perú las batallas mencionadas en defensa del medio ambiente, son dadas por el «buen vivir» en contra de la escuela que nos da el capitalismo de «ganar más dinero en el menos tiempo posible», hace poco una mujer combatiente declaró: «no voy a comer oro».

«El discurso pachamámico, en este y otros puntos, no hace más que llevar los debates al terreno de la filosofía, una disciplina digna del máximo respeto excepto cuando se la usa como coartada para no abordar los problemas candentes que debemos enfrentar.»

Estamos de acuerdo en no usarlo como coartada, pero tenemos derecho a usarlo para defender a Pachamama, no ha de ser Stefanoni quien nos ordene abandonar nuestro modo indígena de ver el mundo que por supuesto no es el suyo. Tenemos derecho a mantener y desarrollar nuestra identidad así como él tiene el derecho a mantener su visión del mundo.

«El debate sobre la descolonización no puede dejar de lado la tensión entre la supervivencia del gueto (bajo la forma de la preservación de la identidad y la cultura ‘ancestrales’ o de las teorías del indio ‘buen agricultor’………

En primer lugar hablemos del gueto, La gran mayoría de los indígenas no somos ni queremos ser un gueto. (Por supuesto que hay excepciones que sí tienen ese espíritu racista al revés, como Felipe Quispe mencionado con respeto por el autor). El partido Pachacuti de Ecuador admite gringos en sus filas, con tal de que estén de acuerdo con su programa. En el Perú nos consideramos parte del movimiento popular. Morales invitó a todo el mundo a venir a la reunión (desgraciadamente muchos de los europeos que estuvieron en Copenhague no pudieron hacerlo porque las cenizas del volcán islandés impidieron los vuelos),

El mejor ejemplo son los mayas de Chiapas que declararon «Somos indígenas, estamos orgullosos de serlo, queremos que nos respeten como indígenas. Nos consideramos hermanos de todos pobres de México y del mundo.» Recordemos que la primera reunión internacional para debatir «Contra el neoliberalismo, por la humanidad», mucho antes que los Foros Sociales Mundiales, se realizó en el barro de Chiapas ante el llamado de los indígenas zapatistas, a ella asistieron representantes de 70 países.

Sobre «el indio buen agricultor» , por supuesto que es así, tenemos una herencia milenaria acerca de cómo cultivar resguardando el suelo, la agricultura indígena no practica el monocultivo asesino del suelo ni usa agroquímicos que también matan el suelo, como sí lo hace la agroindustria moderna que además usa transgénicos y ha descubierto la maravilla del terminator, que es una semilla que no sirve para la reproducción. La agricultura indígena practica, entre otras cosas, los cultivos asociados y la rotación de cultivos, que conservan el suelo.  

«el proceso de cambio es demasiado importante para dejarlo en manos de los pachamámicos»

¿Quién quiere eso? El movimiento indígena, que lucha por el cambio, llama a todo el pueblo a que se incorpore a esa lucha.

«La pose de autenticidad ancestral puede ser útil para seducir a los turistas revolucionarios en busca del «exotismo familiar» latinoamericano ….. pero no parece capaz de aportar nada significativo en términos de construcción de un nuevo Estado, de puesta en marcha de un nuevo modelo de desarrollo, de discusión de un modelo productivo viable o de nuevas formas de democracia y participación popular.»

«su generalidad «filosófica» no da ninguna pista sobre la superación del capitalismo dependiente, el extractivismo o el rentismo, ni sobre la construcción de un nuevo Estado»

La comunidad indígena existe en cualquier país americano con población indígena, Bolivia, Chile, Honduras, México, EEUU, Canadá.

El espíritu de dicha comunidad es que es la colectividad quien manda (esto no excluye que haya comunidades deformadas por el entorno capitalista que les rodea). Es, en pequeño, un organismo de poder político, en lucha y convivencia con el poder del sistema.

Las luchas contra el sistema la fortalecen como organismo de poder. Eso viví personalmente en La Convención, Cusco, durante la lucha por la tierra. Eso vimos el año pasado luego de la masacre de Bagua, cuando la policía tenía miedo de entrar a muchas comunidades selváticas que eran regidas por el gobierno comunal. Ese fortalecimiento vemos ahora en Ecuador como producto de la tensión que existe entre los indígenas y el «socialismo del siglo XXI». En el Cauca, Colombia, a pesar del ataque del gobierno, los paramilitares y las FARC, la organización indígena se da a niveles superiores de la comunidad, están organizados conjuntos de comunidades.

El mejor ejemplo son los indígenas de Chiapas, donde hace más de 16 años los indígenas se gobiernan a sí mismos en forma colectiva, auténticamente democrática, mediante las «Juntas de Buen Gobierno» en que sus componentes practican la rotatividad y no ganan sueldo, El Ejército Zapatista de Liberación Nacional, compuesto también por indígenas, no participa del gobierno, sus miembros están impedidos de ser miembros de las juntas, su función es resguardar a las poblaciones indígenas de los ataques del «mal gobierno».

Los indígenas no «toman» el poder, lo construyen en forma auténticamente democrática desde abajo, no lo llaman «socialismo» porque el gobierno «socialista» de Chile encarcelaba mapuches usando las leyes de Pinochet, y, en Ecuador, como dijimos, están en lucha con el «Socialismo del Siglo XXI». Más tarde o más temprano se enfrentarán en Bolivia con el gobierno del «Movimiento al Socialismo», que todavía no es el gobierno democrático indígena, sino un gobierno antimperialista intermediario entre la oligarquía y la población indígena y boliviana en general, algo parecido a los gobiernos de Ecuador y Venezuela.

Esperamos que la población no indígena también participe en la construcción de la nueva sociedad, nos alegra la existencia de fábricas recuperadas en Argentina, probablemente hay otros ejemplos.

El uso del lenguaje pachamámico por organismos de gobierno y ONGs, que lo usan para frenar el movimiento y otros fines, no invalidan el espíritu indígena, la cosmovisión indígena, el lenguaje indígena, la lucha indígena.

El «marxismo-leninismo» también fue usado en la Unión Soviética para masacrar a la vanguardia obrera, lo que no invalida el marxismo ni el leninismo. Los gobiernos neoliberales llamados «democráticos», no invalidan la democracia.

Hugo Blanco es editor del mensuario peruano Lucha Indígena

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.