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China y Argentina celebraron el 50º aniversario de sus relaciones diplomáticas (II)

¿Relación complementaria o subordinación y dependencia?

Fuentes: Rebelión

El presidente argentino, Alberto Fernández, aseguró en una entrevista concedida a Xinhua en Buenos Aires que la amistad entre ambos países es valiosa e importante.  «Hemos logrado acuerdos con China, y hemos logrado que China ponga sus ojos sobre Argentina y nos ayude a llevar adelante, con inversión genuina, proyectos que para nosotros son muy […]

El presidente argentino, Alberto Fernández, aseguró en una entrevista concedida a Xinhua en Buenos Aires que la amistad entre ambos países es valiosa e importante. 

«Hemos logrado acuerdos con China, y hemos logrado que China ponga sus ojos sobre Argentina y nos ayude a llevar adelante, con inversión genuina, proyectos que para nosotros son muy importantes», declaró el mandatario. 

Fernández valoró positivamente los lazos bilaterales, añadiendo que «el vínculo entre Argentina y China, para mí, es muy importante. China es un actor central en la economía mundial». 

A comienzos de febrero, el presidente de Argentina realizó una visita a China, donde fue recibido por su homólogo chino, Xi Jinping. 

Ambos mandatarios anunciaron, en Beijing, el lanzamiento del Año de la Amistad y Cooperación China-Argentina 2022, con motivo del 50º aniversario de las relaciones diplomáticas. 

Durante la visita, Argentina también reafirmó su adhesión al principio de una sola China y el país asiático, a su vez, reiteró el apoyo a la reivindicación argentina de ejercer su derecho de soberanía plena sobre las Islas Malvinas. 

«Creemos, definitivamente, que hay que respetar la integridad territorial de las naciones. Por eso también siempre acompañamos la idea de que hay una sola China y siempre estuvimos al lado de ese planteamiento», sostuvo el jefe de Estado argentino, en declaraciones a Xinhua

Argentina y China coinciden además en la importancia de impulsar el multilateralismo, propiciar el comercio internacional basado en reglas comunes y mejorar la gobernanza global. 

Frente a la pandemia de COVID-19, ambas partes se mantuvieron unidas y se ayudaron mutuamente, dando un buen ejemplo de solidaridad y cooperación. 

Los primeros lotes de insumos sanitarios que envió China a Argentina nada más comenzar la pandemia, en abril de 2020, fueron entregados en cajas con la siguiente leyenda: «Los hermanos sean unidos», título que refiere a uno de los pasajes del Martín Fierro

«Estos 50 años de relaciones formales constituyen un ciclo muy fructífero. Lo primero que destaco es la continuidad que ha dado Argentina a la profundización de la relación con China, más allá de los distintos Gobiernos nacionales, el hecho de ver a China como socio estratégico de Argentina», dijo a Xinhua el director del Observatorio Sino-Argentino, Patricio Giusto. 

El académico destacó que «hay un consenso generalizado en la clase política de nuestro país y eso se ve traducido en cómo han ido prosperando las relaciones bilaterales, sobre todo, en los últimos 20 años». 

El también profesor visitante en la Universidad de Zhejiang valoró que Argentina y China «se han ido acercando, independientemente de quién gobernaba en cada lado, por una complementariedad natural, que está en plena expansión». 

Los vínculos comerciales entre China y Argentina se han mantenido estables desde el establecimiento de relaciones diplomáticas hace medio siglo. 

Según datos del ministerio de Comercio chino, el comercio bilateral aumentó más del 28 % interanual en 2021 y China sigue siendo el segundo socio comercial más grande de Argentina. 

La académica y experta en comercio internacional Romina Sudack señaló a Xinhua que «la relación bilateral en materia comercial ha ido en evolución sostenible, a partir de acuerdos, memorandos de entendimiento y protocolos, entre otros documentos e iniciativas conjuntas en estos 50 años». 

«Se han firmado más de 180 documentos entre ambos países y se puede evidenciar el enriquecimiento de los flujos comerciales, con reciprocidad y facilidades para la importación y exportación de las mercancías producidas por cada una de las partes, así como para el intercambio tecnológico», valoró la analista. 

Sudack, integrante del GEChinA, Grupo de Estudios sobre China y Argentina, resaltó que «se perfila la voluntad de ambas partes de consolidar, desarrollar y diversificar las relaciones económicas entre los dos países a través de una cooperación más amplia, recíproca y permanente». 

Los ejes de esa cooperación incluyen «agricultura, ganadería, pesca, explotación petrolífera, gasífera, carbonífera, la industria alimenticia, frigorífica, petroquímica, carboquímica, medicinal y farmacéutica. También siderurgia vial, naval, ferroviaria, portuaria, industrias de maquinaria liviana en general, equipos para telecomunicaciones, electrónicos y médicos, como también servicios de consultoría, ingeniería y seguros», enumeró. 

Ahora es habitual encontrar, en las mesas de hogares y restaurantes de China, productos argentinos como cerezas, uvas, arándanos, mandarinas, limones, arvejas, miel, langostinos, camarones, carne de ave, ovina, porcina y vacuna. 

A todo ello se suma el apoyo de China para que Argentina modernice su infraestructura. 

Ese respaldo se manifiesta con la construcción de represas hidroeléctricas en el sur de Argentina para modernizar la matriz energética, o con la puesta en valor del transporte ferroviario de pasajeros en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, modernizando los trenes de carga que atraviesan provincias agroexportadoras del norte. 

Y con el financiamiento y las tecnologías para desarrollar paneles solares que permitan sustituir combustibles fósiles por energías alternativas en el noroeste. 

Sudack mencionó que, en esta nueva etapa de cooperación, el eje estará puesto «en la construcción de instalaciones industriales y en la modernización de las ya existentes, y también en la transferencia de patentes y licencias». 

«Se han dado pasos para profundizar en el intercambio bilateral y en pos de dotar de mayor valor agregado a los envíos argentinos», resumió. 

Durante la visita del presidente Fernández a China, las dos partes emitieron una declaración conjunta sobre la profundización de su asociación estratégica integral y firmaron una serie de documentos de cooperación, entre ellos un memorando de entendimiento sobre la promoción conjunta de la construcción de la Franja y la Ruta. 

«La adhesión formal de Argentina a la iniciativa de la Franja y la Ruta permitirá un desarrollo muy fuerte del país en sectores como minería, energía y electromovilidad», dijo Giusto. 

El experto señaló que la cooperación bilateral a través de la iniciativa de la Franja y la Ruta es «un nuevo hito, que se suma al de 2004 cuando se estableció la asociación integral, y al hito de 2014 cuando se estableció la asociación estratégica integral». 

«Las partes han dado sólidos pasos en favor de una profundización de la relación, que no incluye solo lo económico, sino que también tenemos intercambios crecientes en lo cultural, en lo educativo, en lo deportivo y en turismo, pese a las distancias geográficas», afirmó. 

En opinión de Sudack, durante los últimos 50 años Argentina pasó a intercambiar con China productos de mayor valor agregado, con un elevado componente tecnológico, lo cual favoreció a más sectores industriales argentinos, integrando también a las pequeñas y medianas empresas en estos flujos. 

«Ser parte de la iniciativa de la Franja y la Ruta es positivo y refleja la apertura de China hacia el logro de un multilateralismo con ganancias y beneficios mutuos para todos sus participantes en esta red de crecimiento que Beijing impulsa», indicó la académica. 

Al reunirse en Beijing con Fernández, Xi dijo que China está dispuesta a impulsar los intercambios y la cooperación en varios campos y dar comienzo a otros 50 años brillantes bajo la asociación estratégica integral con Argentina. 

Giusto remarcó que «con la llegada de Xi al gobierno en 2013, Latinoamérica fue resignificada en la visión estratégica de China, y Argentina no fue la excepción, por ser uno de los actores más relevantes de la región». 

«Con el presidente Xi, hubo un nuevo impulso a la relación que, rápidamente, se dio en 2014 con la ampliación de la asociación estratégica integral entre las partes», recordó el analista, para quien Xi «ha apostado a esta relación de 50 años, dándole un lugar de privilegio a Argentina, que tiene abiertas las puertas de China para que la cooperación se profundice, algo que es muy bueno para nuestro país». 

Los proyectos 

Nuestro país necesita inversiones para desplegar la obra que busca mejorar la línea de transmisión desde Futaleufú hasta Puerto Madryn, y que energiza, a partir de esa central hidroeléctrica, a la planta de fabricación de aluminio Aluar. 

También desea concretar el cruce del gasoducto por el río Paraná y el ramal hacia el norte de Corrientes a Misiones. Esto se denomina Etapa III del plan del GNEA, cuya realización beneficiará a la población y economías de las dos jurisdicciones del NEA. La puesta en marcha de la Etapa III del Gasoducto del Noreste Argentino involucra una inversión inicial de $ 40.000 millones para 2021 y otra de $ 30.000 millones para el 2022. 

Otro proyecto es la Central Térmica Manuel Belgrano II, cuyo costo aproximado es de $ 5.000 millones. La construcción de esta central de ciclo combinado brindará al sistema eléctrico una potencia de 810 MW. 

Asimismo, se impulsa la construcción del Gasoducto San Jorge para transportar la producción hidrocarburífera de Vaca Muerta. Allí se pretende una inversión china por U$S 2.500 millones. Implicará la construcción de un gasoducto de 1.000 kilómetros desde Tratayén, en Neuquén a Salliqueló, en el distrito bonaerense. De concretarse, alcanzará una capacidad de transporte de 60 millones de metros cúbicos diarios. 

El otro pedido oficial se refiere a la extensión de la red eléctrica del Area Metropolitana Buenos Aires. La compañía china State Grid ya resolvió participar en este proyecto. Incluye obras para la red Nacional 500 kV, Etapa 1, con futuro fuerte impacto en el Gran Buenos Aires. La idea es desplegar un programa destinado a ampliar las redes de 500 kV. 

Según la revista y portal especializado DangDai “hay varias listas de obras posibles que se van alterando y cambiando de prioridades porque se negocian cada una con las provincias dependiendo del presupuesto y de la coordinación que hace Asuntos Estratégicos”. 

Esta publicación señaló que: “En el último listado aparecen obras en varias líneas ferroviarias, de carga y de pasajeros; en aguas y saneamientos, la ampliación del Parque Solar Cauchari (Jujuy), puentes, puertos, corredores viales, obras de conectividad y fibra óptica, trasmisión eléctrica de las represas Kirchner y Cepernic en Santa Cruz, centrales eléctricas y viviendas, entre otras, todo buscando que impacten en la trama socioproductiva argentina”. 

“A China también le puede interesar el polo logístico en Ushuaia, de cara a la Antártida, destacó DangDai. Y quiere participar, a través de Shanghai Dredging (de la gigantesca CCCC) de la licitación por la Hidrovía, entre los mayores emprendimientos. En el Presupuesto 2021 hay partidas previstas para algunas de esas obras, como ferroviarias y de energía atómica”. 

Sin embargo, la obra más importante sería, según DangDai, la cuarta central nuclear. “Se negocian dos contratos. Uno es el comercial con la China Zhongyuan Engineering Corporation (CZEC), subsidiaria de la Corporación Nuclear Nacional China (CNNC), que incluye la cuestión del combustible nuclear a utilizarse. Y el otro es el financiero, a cargo del banco ICBC, pero del que participan otras instituciones bancarias como el Exim Bank de China”. 

“La obra sería por un total de 8.500 millones de dólares, de lo cual China financiará 85% (a comenzar a saldarse 8 años después, cuando el reactor comience a generar energía eléctrica) y el presupuesto argentino 2021 ya contempla partidas para la obra”. 

De concretarse estos proyectos, nuestro país estará recibiendo el volumen inversor más grande de su historia.  

Cooperación con Argentina frente a la pandemia profundizó el vínculo bilateral 

La valiosa y continua cooperación entre China y Argentina ante la pandemia de COVID-19 permitió profundizar el vínculo bilateral, no solo en materia sanitaria, sino también en lo político, económico y social, destacó la académica argentina Carla Oliva en diciembre 2020. 

«La cooperación sanitaria en el contexto de la pandemia fue muy novedosa. Puntualmente, por los mecanismos a través de los cuales se canalizó, como conferencias virtuales y puentes aéreos entre Buenos Aires y Shanghai, o entre Buenos Aires y Guangzhou, algo que no había sido visto hasta el momento», enfatizó la experta en una entrevista con Xinhua

La coordinadora del Grupo de Estudio sobre China y Argentina (GEChinA) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) señaló que «este año la pandemia de COVID-19 determinó el tipo y las materias de la cooperación bilateral, y estuvo centrada en áreas como la cooperación sanitaria, que fue una de las más importantes en ese contexto». 

«De todos modos, esa cooperación no fue excluyente, porque otras áreas, como la política y la económica, también evidenciaron importantes niveles de cooperación», resaltó la analista. 

La licenciada en Relaciones Internacionales por la UNR puntualizó que «uno de los rasgos distintivos de la cooperación sanitaria fue su continuidad, ya que no solo se produjo en el momento inmediatamente posterior al surgimiento de la pandemia, sino que se mantuvo a lo largo de los meses siguientes». 

Esa cooperación permitió «una profundización del vínculo, en la medida en que adquirieron mayor relevancia áreas de cooperación que hasta el momento no eran importantes, como la sanitaria», observó la experta. 

«Además, se sostuvo la cooperación en materia política y económica, que en el nuevo contexto se direccionó a fortalecer esas áreas», agregó. 

Oliva subrayó que «sin duda, la cooperación es el camino para que los países superen los desafíos derivados de la pandemia». 

Consultada sobre qué aspectos es dable destacar de la cooperación sino-argentina a lo largo del año, la entrevistada dijo que «el 2020 fue un año muy particular, porque el grueso de las relaciones pasó por el tema de la lucha contra la pandemia». 

Resaltó que desde el inicio la crisis «asistimos a un importante nivel de cooperación entre Beijing y Buenos Aires». 

La cooperación «se visualizó en los puentes aéreos mediante los cuales los aviones de Aerolíneas Argentinas trajeron insumos médicos, como reactivos, barbijos, trajes y respiradores desde China hacia Argentina», precisó la experta. 

La entrevistada describió además como «un aspecto muy importante de la cooperación en el contexto de la pandemia las videoconferencias entre los Gobiernos nacionales y municipales de ambos países, en las que los especialistas chinos asesoraron en materia de prevención, control y manejo de la pandemia a sus pares argentinos». 

Oliva destacó que la cooperación entre las partes no solo se dio en el ámbito bilateral, sino también a nivel internacional, con una coincidente postura de apoyo al multilateralismo y al rol de la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

La “política de las mascarillas” 

Acompañada de la “política de las mascarillas” (como se llamó a la asistencia sanitaria china en países como Argentina en el comienzo de la pandemia) primero y de las vacunas después, China no perdió oportunidad de estrechar lazos con los países que resultan base de su aprovisionamiento en cuestiones centrales como la alimentaria o la energética

Si bien la presencia del capital estadounidense sigue siendo predominante en los principales sectores de la economía argentina, la relación con China se ha estrechado profundamente desde el acuerdo de asociación estratégica firmado, en 2004, durante el gobierno de Néstor Kirchner. La asociación fue elevada a “estratégica integral”, en 2014, bajo la presidencia de Cristina Fernández y continuó con la firma de decenas de tratados durante la presidencia de Mauricio Macri. 

Con menos fuerza en el inicio de la gestión de Alberto Fernández, producto de la pandemia, los negocios con China comienzan a profundizarse en la actualidad, al ritmo de la reactivación del consumo interno chino. La incorporación de Argentina al Banco Asiático de Inversión de Infraestructura (BAII) en noviembre de 2020, lo que ratificó un acuerdo firmado por Cristina Kirchner en 2015, fue una clara señal en ese sentido. 

El crecimiento del complejo oleaginoso-cerealero argentino, y la consecuente profundización del agronegocio (y sus consecuencias), producido en los últimos 20 años fue acompañado del crecimiento de las compras chinasen el sector. Las compras responden al crecimiento de una incipiente clase media china, que generó un aumento del consumo de carnes de cerdo y pollo. Una producción que depende cada vez más de la importación de cereales y oleaginosas. 

En 2001, el complejo oleaginoso —soja y girasol— implicó para Argentina ventas por 5.264 millones de dólares, mientras que el complejo cerealero —maíz, trigo, arroz— 2.662 millones de dólares. De ese total, por entonces, China explicaba apenas 2.000 millones de dólares. 

El año pasado solo la soja (tanto el poroto como sus derivados harina y aceite) explicó un volumen de ventas al exterior por 14.865 millones dólares y el gigante asiático fue el principal comprador, al igual que en el rubro carnes. Esto consolidó a China como el segundo socio comercial de Argentina después de Brasil y por encima de Estados Unidos

De la mano del crecimiento de las relaciones comerciales con Occidente, se produjo en el mundo una ola de inversiones chinas en los sectores que el gobierno de la República Popular China considera estratégicos para resolver sus necesidades de crecimiento. Los commodities agrícolas son la punta basal para garantizar una estrategia alimentaria integral, y los combustibles y productos mineros fueron los sectores que recibieron mayor financiamiento oriental

América Latina pasó a ser parte de los planes chinos con más fuerza luego de la crisis del 2008. El momento fue una oportunidad ideal para China, que contaba con fondos para la expansión, mientras que Estados Unidos dejaba un vacío para ocuparse de resolver la crisis financiera surgida por la burbuja inmobiliaria que estalló en ese país. 

En ese año se publicó el “Libro Blanco” para América Latina, en el que el Comité Central del Partido Comunista chino dejó en claro los nodos de sus intereses en la región. Luego, en 2015, Xi Jinping prometió una inversión de 250.000 millones de dólares en Latinoamérica a lo largo de diez años, en el marco del proyecto global de infraestructura chino de “la franja y la ruta”. El conjunto de las inversiones en nuestros países tuvo, desde un comienzo, que ver con mejorar el aprovisionamiento chino en sectores claves. 

El actual debate sobre la nueva concesión de la Hidrovía Paraguay-Paraná y el posible ingreso de la empresa Shanghai Dredging —subsidiaria del holding China Communications Construction Company (CCCC)—, que solamente en América Latina tiene a cargo más de 50 grandes proyectos de infraestructura, camina por el mismo terreno estratégico. 

Daño ambiental 

En la Patagonia se encuentra uno de los principales proyectos de obra pública gestados durante el kirchnerismo con un presupuesto de 4.770 millones de dólares:la construcción de represas hidroeléctricas en Santa Cruz, a cargo de un consorcio entre la empresa argentina Electroingeniería y la china Gezhouba Group Corporation. El 85 % del financiamiento es realizado por el Estado de China y bancos privados de ese país. Es la inversión extraterritorial más grande de China en el sector hidroeléctrico. Los cuerpos de agua potencialmente afectados por la obra son el Lago Argentino, los glaciares Perito Moreno, Spegazzini y Upsala y el Parque Nacional Los Glaciares, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.  

Desde el comienzo de la construcción se denunciaron graves deficiencias y omisiones técnicas e informativas de la Evaluación del Impacto Ambiental. A su vez, el informe ambiental fue realizado por una empresa que no estaba habilitada para hacerlo y cuyo ex presidente, Jorge Marcolini, era al mismo tiempo funcionario del ministerio que debía evaluarlo. La aprobación se dio de manera tan apresurada que imposibilitó que organismos técnicos como el Instituto Argentino de Nivología y Glaciología (Ianiglia) y el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) tuvieran tiempo suficiente para efectuar un análisis de los impactos ambientales. Por otro lado, Gezhouba -la empresa china que construirá las represas y se transformó en la contratista extranjera más grande de Argentina- fue sancionada por el Banco Mundial tras reconocer “mala praxis” en proyectos sobre agua, recuperación tras terremotos y gestión de las inundaciones. Justamente, para las represas en Santa Cruz, la empresa debe inundar una gran parte del territorio que rodea el proyecto. 

Proyectos mineros 

En San Juan, la compañía china Shandong Gold es propietaria del 50 % de la operación en la mina Veladero luego de comprar medio paquete accionario en 2018 a la canadiense Barrick Gold, y se comprometió a invertir 145 millones de dólares para seguir explotando el yacimiento hasta 2030. También hubo anuncios sobre la posibilidad de que la compañía china compre Pascua Lama (proyecto binacional) a Barrick Gold. Un derrame por año es el riesgo que enmarca la actividad de la mina de oro ubicada en Veladero. El mayor accidente minero de la historia de Argentina, ocurrió entre el 12 y el 13 de septiembre de 2015, cuando millones de litros de una solución con cianuro y otros metales pesados cayó al río Potrerillos y contaminó otros cuatro cursos de agua. 

En Jujuy, la empresa china Gangfeng Lithium adquirió Lithium Americas, con sede en Vancouver, por el 50 % del proyecto de litio Caucharí-Olaroz, actualmente en construcción, en lo que se ha transformado en otro de los sectores estratégicos buscados por China con la explotación del litio.  

En La Rioja, la londinense ECR Minerals vendió su filial argentina Ochre Mining a la china Hanaq Argentina, que también se especializa en litio. 

Ferrocarriles 

La “modernización” del ramal Belgrano Cargas se dio de la mano de la extensión de la frontera agrícola hacia el norte del país, lo que implica mejorar el transporte hacia los puertos exportadores para bajar los costos que actualmente se encarecen por el uso de camiones en distancias largas. 

Por otro lado, el presidente Alberto Fernández y el ex ministro de Transporte, Mario Meoni, firmaron cuatro convenios con empresas chinas que le prestarán a la Argentina 4.695 millones de dólares para intervenir 3.384 kilómetros de vías del sistema ferroviario de carga en 13 provincias, además de 490 millones de dólares para la adquisición de material rodante, que permitirá aumentar las frecuencias y mejorar la eficiencia de los servicios de pasajeros en todo el país. 

El círculo de la relación se completa así con la importación de productos industrializados como el caso de las locomotoras y vagones traídos desde China: creados con trabajo chino y dependientes de los técnicos chinos, mientras en la Argentina languidece una industria ferroviaria que supo ser de punta y generar miles de puestos de trabajo. 

En el marco de esas inversiones, China apuntó también a quedarse con activos clave en la cadena productiva como es el caso de Cofco, el principal exportador de granos de Argentina en 2020, que desplazó incluso a la histórica estadounidense Cargill del podio. La empresa estatal china se quedó en nuestro país con las agroexportadoras Noble y Nidera, obteniendo así no solo infraestructura para exportar, con puertos y plantas procesadoras, sino también con parte de la generación de semillas y el negocio biotecnológico

El acuerdo porcino 

El polémico caso de las megagranjas de cerdo es otro ejemplo de las inversiones chinas en el país. Ante el avance de la gripe porcina africana que diezmó casi la mitad del rodeo porcino chino, las inversiones se dirigieron a instalar la “fabricación” de cerdos por otros puntos del planeta. Como en otros casos, las inversiones tienen que ver estrictamente con necesidades propias chinas, y como denunciaron productores porcinos locales, terminan avasallando las producciones de las provincias argentinas, que no pueden competir ni por escala ni por financiamiento. 

En todos los casos la zanahoria de la inversión y la entrada de dólares terminan seduciendo a los gobiernos locales, que más allá de las consecuencias a mediano plazo, eligen la llegada de yenes en lo inmediato como palanca para una supuesta reactivación económica. 

El domingo 30 de agosto del 2020, desde la cuenta oficial de Twitter de Cancillería se comunicó la postergación de la firma del Memorándum de entendimiento con China, con el objetivo de incorporar un artículo que asegure “el respeto de las leyes de protección ambiental, los recursos naturales y la bioseguridad”. 

Fue un triunfo de la movilización popular, en oposición a la instalación de las megafactorías porcinas.  

Pero, ante la dificultad que genera este tipo de inversiones el gobierno chino suele avanzar en acuerdos con distritos más pequeños como provincias o municipios, amparado en acuerdos nacionales. Por ejemplo, Chaco y Santiago del Estero avanzan en acuerdos porcinos, que fueron descartados nacionalmente. 

“Argentina se ha vuelto hoy un patio trasero de China” 

Entrevista de Florencia Beloso al Dr. en Biología e investigador del Conicet, Guillermo Folguera, para Agenda Sur 

– AS: ¿En qué consiste el acuerdo con China? ¿Y por qué China eligió a la Argentina? 

– GF: La información es mala. Lo que está circulando es que se trata de la instalación de 250 “megagranjas” en las provincias de Chaco, Corrientes, Santa Fe, Catamarca y La Rioja para la exportación de carne de cerdo. Me impresiona la homogeneización de los territorios, esto también se dio con la soja. Con el llamado proceso de “pampeanización” del territorio argentino. Tratar a todo el territorio como si tuviera las mismas características. China elige Argentina por la presencia de agua y por la producción de granos, de maíz y de soja para consumo de los chanchos. Argentina ya tiene montado el sistema. Nuestro país les queda lejos y para los chinos termina siendo bastante positivo, y además, debemos tener los sistemas de control muy flexibles. 

– AS: ¿Qué beneficios tiene este acuerdo para Argentina? 

– GF: El Gobierno impulsa este acuerdo porque es una manera rápida de obtener dólares. Si uno lo rastrea, está previo a la pandemia, pero esta situación quizás haya acelerado los planes de inversión. 

– AS: China es un país inmenso, ¿por qué no instala las granjas en su territorio? ¿Por qué busca otros países para hacerlo? 

– GF: China está atravesando una migración marcada. En 1950, tres cuartos de la población china era rural. En el 2012 más o menos mitad y mitad, y en 20 años se calcula que el 75 % va a ser urbano. Con lo cual tenés un despoblamiento del campo. Tienen territorio para hacerlo. Lo hacen y están dispuestos a pagar el kilo de cerdo más caro. Externalizan los riesgos y los gastos en los bienes comunes. Uno de los grandes problemas de este tipo de producción es el consumo de agua que tiene esa cantidad de animales. Imaginate cómo sería en Catamarca y La Rioja donde el agua escasea. 

– AS: ¿Qué riesgos corremos con este acuerdo, en caso de que se implemente de manera inmediata, cuando recién estamos aprendiendo a convivir con una pandemia? 

– GF: La pandemia no sólo es negada desde la defensa del proyecto, sino que es negado algo que yo creo que es muy grave, que es no comprender que la pandemia tiene poco de carácter excepcional. Hay acuerdos en toda la gente que trabaja en salud de que la pandemia tiene mucho de escenario que ha venido para quedarse. Dado los niveles de hacinamiento de animales, la inyección de químicos, antibióticos y antivirales que están teniendo los sistemas de producción; dada la mala nutrición que tiene gran parte del globo y dado los hacinamientos en las grandes ciudades, las pandemias hay que pensarlas como un escenario más frecuente. Este riesgo no está planteado en el proyecto. Otro tema es la contaminación. Todo megaproyecto con animales lo tiene. Otro punto preocupante es la destrucción del pequeño productor. Hablan del trabajo y en el fondo hay un efecto directo. El 98 % de los productores porcinos son pequeños productores y sólo 100 productores concentran el 50 % de la producción total. Con este tipo de proyectos intensifican la concentración. 

– AS: Considerando la importancia del tema y todos los factores que están en riesgo desde el trabajo del pequeño productor hasta los efectos en el medio ambiente, ¿este proyecto no debería ser tratado en el Congreso, o llevarlo al debate público?  

– GF: No hay ningún tipo de apertura. Hay otro punto. Aprovechan las crisis. Toda crisis la sacan a favor. La aprobación de los transgénicos venía de una crisis agraria, la aprobación de la megaminería venía del menemato. La expansión de la soja vino después de la crisis de 2001. 

– AS: En los últimos días, científicos de Brasil alertaron sobre una nueva cepa de gripe porcina y no descartaron que pueda convertirse en una nueva pandemia. 

– GF: Entiendo que con esto se encienden las señales de alarma y se vuelve especialmente sensible este tema porque estamos en una pandemia. Pero esto es lo esperado cuando vos tenés una producción intensiva de algo. Lo primero que es esperado es que te aparezcan plagas o patógenos que te arrasen una parte de la población. Gran parte del desafío que implicó la agroecología fue justamente comprender que la diversificación es una manera de hacer un sistema más resistente. Cuando vos producís lo mismo, por ejemplo, chancho, eso lo exponés a condiciones donde es mucho más probable que se enfermen los animales. Entonces, la forma que tiene el propio sistema industrial de frenar esa enfermedad es agregándole químicos, antibióticos, antivirales. La capacidad de predecir la zoonosis es baja, lo que está clarísimo es que estamos jugando con fuego. 

– AS: El presidente Alberto Fernández habló sobre soberanía alimentaria cuando anunció el proyecto de ley de expropiación de Vicentín. Ahí un poco se abrió el debate sobre este tema, pero a veces da la impresión de que no se profundiza la discusión y sólo queda en una cuestión de quién maneja o controla algo. Estado vs Control privado. 

– GF: La soberanía alimentaria tiene que ver con la elección que una determinada comunidad hace sobre cómo producir, qué comer y cómo hacerlo. Argentina se ha vuelto hoy un patio trasero de China. En el mejor de los casos, Vicentín representaba la forma que tenía el Estado de maximizar ganancias respecto al sector privado. Pero no parece estar en juego ningún cambio de lógica, ni en formas de producción ni en qué se iba a producir. 

– AS: Entonces mientras no cambie la lógica de producción el sistema seguirá siendo el mismo. Pienso en el ingreso de Monsanto a la Argentina y en el actual canciller Felipe Solá cuando en 1996 autorizó a la estadounidense Monsanto para producir soja transgénica en nuestro país. Un acuerdo que también se realizó con total hermetismo y tuvo infinidad de irregularidades. 

– GF: El acuerdo con China tiene el sello de Solá y de un Estado llamado “Estado empresarial”, un Estado que busca maximizar sus ganancias y los costos sociales y ambientales los mete debajo de la alfombra. Solá sabía lo que había firmado, lo hicieron entre gallos y medianoche tal como se están moviendo ahora. 

Consecuencias para el medio ambiente 

Un aspecto que realza, cada vez con más fuerza, en el debate sobre las inversiones chinas son las consecuencias ecológicas de organizar la producción y la economía para abastecer al gigante asiático. En algunos casos, como el de las megagranjas porcinas, es mucho más evidente la relación entre las inversiones y el pasivo ambiental que implican, y ha generado reacciones sociales más fuertes

Pero otras consecuencias como la extensión de la frontera agrícola para satisfacer la demanda china —que impulsa los precios, a base de mayor uso de agroquímicos y modificaciones genéticas— o el incendio de los humedales para aumentar el espacio para cría de ganado —cada vez más solicitado por el mercado chino y con menos espacio por la sojización— quedan ocultas tras el velo de supuestas definiciones locales. 

La pregunta que se abre de la mano de la reactivación de las negociaciones es sobre qué tipo de relación construye Argentina con países como China o las demás potencias compradoras. Desde el Gobierno y algunos sectores del progresismo se habla de “oportunidades de desarrollo” e incluso de economías complementarias. 

Sin embargo, la mayoría de los negocios que ofrece China apuntan a cimentar un modelo productivo extractivista y centrado en los commodities, concentrado en pocos rubros y otorgando al comprador, a través de sus socios locales (exportadoras, grandes dueños de la tierra, grandes empresarios), cada vez más facilidades de negocios y mayor poder de definición sobre el modelo productivo de Argentina. Un modelo que se fue profundizando en los últimos 20 años, al calor del crecimiento de la relación comercial chino-argentina y que, con resultados a la vista, no ha servido para resolver los grandes problemas de las mayorías populares locales

Fuentes: Xinhua News Agency, UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias, Resumen Latinoamericano, Radio Gráfica, Agencia de Noticias Tierra Viva, Anred. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.