Pájaro en manoJuan MadridEdiciones B. Barcelona, 2007. 291 páginas. 18 euros El relato urbano, el suceso turbio, la trama negra y la acción policíaca planean siempre perpendicularmente en las novelas del consagrado Juan Madrid (Málaga, 1947) . Su deuda confesada con los maestros -Dashiell Hammet, Pío Baroja, Isaak Babel- sigue ahí, aunque en esta ocasión […]
Pájaro en mano
Juan Madrid
Ediciones B. Barcelona, 2007. 291 páginas. 18 euros
El relato urbano, el suceso turbio, la trama negra y la acción policíaca planean siempre perpendicularmente en las novelas del consagrado Juan Madrid (Málaga, 1947) . Su deuda confesada con los maestros -Dashiell Hammet, Pío Baroja, Isaak Babel- sigue ahí, aunque en esta ocasión el conocido formato no oculta su filiación con dos grandes relatos -El silencio y La Operación Cóndor- de los que toma la idea de situar toda clase de iniquidades en el vértice de la acción. De esta manera Pájaro en mano se sumaría a los relatos que ofrecen aventura, tipos humanos de diversa índole, entretenimiento garantizado y crónica veraz de sórdidos aspectos del mundo en el que vivimos. Aunque poco aporta a las grandes historias de este maestro del género negro, pues si exhibe virtudes ya probadas también arrastra el defecto de un enredo largo, enrevesado y resuelto con clichés que van apagando expectativas sobre la acción.
Marbella es el escenario real para una trama fundada en la intención de exhibir diferentes aspectos de la ignominia a raíz de la corrupción de valores que enturbia y salpica a toda la red social que se cobija en ella. La anécdota central se plantea como un asunto de intereses encubiertos: Andrés Lavagna, abogado, lleva un año en Marbella, posee una fortuna en dinero negro y presta bajo cuerda a unos y a otros. En el arranque de la novela está a punto de rematar una operación de venta de armas que le vincula con la inteligencia norteamericana y los paramilitares colombianos, y, sin saberlo, es objetivo simultáneo de una investigación policial, de un plan de robo, de la traición de quienes trabajan para él y de un fotógrafo, Luis Morán, que quiere llegar hasta él con la excusa de un reportaje sobre las personalidades de Marbella.
Es este personaje el más interesante y logrado de cuantos desfilan por la acción, uno de «esos románticos fracasados» -en palabras de Marsé- que aportan profundidad y trascendencia a la acción, pues la amplían al pasado, la extienden a la historia reciente de Latinoamérica y la vinculan al tejido social de nuestros días. Que no es poco, aunque cabría esperar más.