En la ciudad de El Alto, Bolivia, funciona el centro cultural y la radio comunitaria Wayna Tambo, un espacio dedicado a recuperar y valorizar las expresiones culturales de los jóvenes «invisibilizada» por los medios tradicionales. Potenciando la cultura de raíz andina- aymara, la radio por supuesto no estuvo ajena de los sucesos que ocurrieron en […]
En la ciudad de El Alto, Bolivia, funciona el centro cultural y la radio comunitaria Wayna Tambo, un espacio dedicado a recuperar y valorizar las expresiones culturales de los jóvenes «invisibilizada» por los medios tradicionales. Potenciando la cultura de raíz andina- aymara, la radio por supuesto no estuvo ajena de los sucesos que ocurrieron en octubre del 2003 durante la Guerra del Gas. La cultura, la comunicación y el contexto social donde se lleva a cabo el proyecto cultural estuvieron presentes en el dialogo mantenido con Santos, uno de los integrantes de Wayna Tambo.
«El rol de la radio aquí en la ciudad de El Alto tiene todo una intención política, está dentro del marco del centro cultural que tiene doce años y la radio cinco, la idea era amplificar toda la movida cultural desde los jóvenes porque no se la valoraba, se la invisibilizada. Hoy creo que muy pocos medios han abierto las puertas a difundir la pulsión cultural de los jóvenes, desde las músicas más under hasta las propias músicas autóctonas -tradicionales de las comunidades campesinas pero que son también interpretadas y cultivadas en espacios urbanos como la ciudad de El Alto.
Fundamentalmente era romper la mirada de los medios en torno a como se mira la producción cultural, el centro nació así, y la radio amplifica, visibiliza con mayor fuerza.
El otro criterio tiene que ver con el tema de la gestión, de ahí miramos de distinta manera el tema de la propia ciudadanía porque muchas de las expresiones culturales aquí en El Alto tienen una matriz cultural andino – aymará y eso fundamentalmente es comunitario, la lógica individual esta presente pero es débil, todas las expresiones rituales, culturales, la fiesta, el preste, la protesta, siempre está entre los colectivos entonces eso nos interesa un poco para pensar también la propia manera, como se piensa la ciudadanía, no como el ejercicio de derechos y obligaciones de carácter individual sino como se mira eso desde un contexto cultural abigarrado y fuertemente andino – aymara.
La propia gestión de la casa y de la radio esta pensada en ese sentido y muchos de los programas de radio están siendo gestionados y empujados por colectivos, nos interesa fortalecer eso. La ciudadanía tiene esa mirada de lo colectivo, de lo comunitario, de lo participativo, esa es un poco la dinámica, estar abiertos a la diversidad y potenciar lo andino – aymara, pero no solamente como expresión folklórica o folklorizada sino mirar el contenido, que hay detrás de estas situaciones culturales andino – aymara, entonces el concepto de cultura que nosotros recogemos es equiparable a la concepción del mundo, que va mas allá de la expresión artística o cultural, y tiene que ver como organiza la economía, como organiza la política, como mira en su relación con el otro, con el entorno, con la naturaleza.»
Raíces andinas
«Se trabajan temáticas para reposicionar eso que desde nuestra perspectiva y nuestra historia llamamos enemigo por ponerle algún nombre, lo que hay que confrontar es básicamente un proyecto cultural, este proyecto de la globalización es fundamentalmente un proyecto cultural, no solo político sino fundamentalmente cultural, porque entra y organiza tu propio cotidiano, tu propia economía, entonces hay programas específicos que trabajan estos temas, pero también desde actividades concretas nos interesa vigorizar lo andino.
Para nosotros era modificar estos imaginarios que se tienen, porque era prácticamente invisibilizado, era una suerte de reposicionar ese tema, en esa tarea estamos desde hace doce años atrás, pero desde cómo se mira eso desde contextos juveniles urbanos, ese es un poco el desafío nuestro de la radio.
Sabemos que este es un tema a largo plazo, porque tiene que ver con la propia subjetividad de cada uno, porque hemos vivido el proceso del colonialismo, hay teóricos que hablan del colonialismo externo y del colonialismo interno, es decir que nosotros hemos reproducido hacia nosotros mismos y entonces agachamos la cabeza con mucha facilidad, lo que viene de afuera o si es blanco o doctor, entonces hay una suerte de vergüenza propia, y no de conocimiento y para nosotros era clave trabajar ese tema, que la gente se sienta orgullosa de vivir en El Alto, el sentido de pertenencia, el sentirse orgulloso de sus raíces culturales andinas y no tener que avergonzarse.
Es una cultura tan rica equiparable a cualquier otra, y eso a través de las acciones culturales lo hemos ido trabajando, pero también discusiones a través de programas específicos, mirando la crisis de la modernidad, estos paradigmas que se han creado, y como hoy creo que el mundo andino tiene mucho que aportar para la humanidad. ¿y cómo se puede pensar este particular contra lo otro de carácter universal?, esto es un poco lo que orienta un poco el trabajo del centro cultural y de la radio.»
Explicar y comprender
«En ese escenario estratégico a largo plazo nos tocó participar en una coyuntura como la de octubre de 2003, como teníamos esta lectura para nosotros fue fácil comprender que la crisis no era coyuntural, tenía que ver con una crisis del paradigma del neoliberalismo, había reivindicaciones de carácter nacionalista, étnico, que venía arrastrándose desde 1492, la memoria larga y la memoria corta, creo que se conjuncionan y eso explota, como teníamos esa mirada eso nos ha ayudado a entender que había detrás de esa crisis del 2003, eso ha reflejado nuestra propia visión del 2003. Tuvimos la suerte de ubicarnos en la ciudad de El Alto que se ha convertido en un espacio de confrontación, resistencia.
Octubre fue trágico, pero al mismo tiempo es como el propio parto, es al mismo tiempo doloroso y esperanzador porque ha abierto una suerte de brecha de repensar al país de distinta manera, se ha abierto un proceso que no está cerrado, que no está concluido, hay que seguir caminando y creo que en ese desafío estamos.
En octubre del 2003 jugaron un papel central las organizaciones locales y creo que hay que reconocer el rol de las propias juntas de vecinos, que están de alguna manera articuladas a la organización matriz que es la Fejuve, pero la Fejuve no sería nada sin estas organizaciones de los vecinos de distintos barrios, en esas juntas donde se coordinaban las acciones que había que tomar, fue una suerte de deliberación y de encuentro intergeneracional, no solamente eran los cabezas de hogar, los padres de familia, fue la familia en su conjunto, pero además fue una movilización de carácter territorial, es decir en el barrio nos organizamos, distribuimos tareas y cortamos rutas, caminos, miramos como nos vamos a proveer de alimentos, quienes van a cocinar, que rondas, que turnos se van hacer, porque los vecinos bloquearon los puentes.
Las organizaciones de acá jugaron un papel central, pero sobre todo los jóvenes, si uno mira la edad de las víctimas la mayoría son jóvenes, por que en El Alto de diez personas seis son jóvenes, es una ciudad super joven.
En ese escenario, donde todas las rutas están cortadas, se ha cubierto haciendo despachos sobre lo que estaba ocurriendo en la zona, ya las propias radios tenían limitaciones, había que desplazarse con bici, o trasladarse a pie para cubrir los distintos acontecimientos en distintos puntos de El Alto, con nuestras limitaciones nos hemos organizado para cubrir en los lugares más jodidos, donde las estaban las cosas tensas y serias, pero no teníamos todas la herramientas y ni la disposición de gente, pero hemos logrado que la gente amiga de la radio que vive en distintos puntos de la ciudad de El Alto, hemos dicho a la gente amiga que quiera apoyar un poco este trabajo, si tiene la posibilidad de pegar una llamadita, nosotros conocíamos a la gente, las llamábamos y les decíamos que necesitábamos una mano, que está aconteciendo en sus lados, esa mecánica ha funcionado muy bien, nos llamaron, ahorita está cortada la ruta, han entrado camiones de caimanes, han salido las cisternas, tal bloqueo se va a poner jodido, gente amiga oyente y compañeros nuestros desplazados a la zona, fue duro, dramático, de esa manera en ese escenario nos tocó un poco reflejar lo que estaba sucediendo.
Pero más que reflejar, era necesario explicar y comprender que estaba aconteciendo, porque podías caer también en una suerte de dramatismo sensacionalistas solamente registrando los hechos, había que interpretar esos hechos y quizá nuestra experiencia y la miradita que tenemos sobre lo que acontece en el país, en el contexto interno, hemos ayudado a comprender de mejor manera este hecho. En ese marco es el que nos toca desempeñar un rol en la radio, creo que entre las cuatro o cinco radios que tiene El Alto, la manera de que uno se informaba de lo que estaba pasando era fundamentalmente a través de estás radios, y probablemente eso también nos ha dado una mayor audiencia, pero más allá de eso fue muy jodido y dramático lo del 2003.
Valoramos lo que hizo la gente amiga porque no hubiésemos podido cubrir lo que se ha vivido en octubre del 2003.»
Otra mirada civilizacional
«Otros medios no han podido acceder porque simplemente la ciudad no era de interés hasta que las cosas estuvieron tan serias que cuando decidieron subir aquí la gente no los quiso acoger porque no estaban difundiendo lo que estaba aconteciendo aquí en El Alto, lo pretendieron hacer cuando se puso grave la cosa.
Había una disputa, hoy también se puede mirar claramente eso, cual es la lectura que hacen, el diagnóstico, como se informan algunos hechos y claramente uno puede identificar una mirada parcial y es gente que ha sido desplazada del poder. En octubre del 2003 también hay una suerte de mirar así, se ninguneaba, se minimizaba lo que estaba pasando, no se le daba importancia, y como normalmente los programas son enlatados, informaban algo así muy rápido, nada serio, cuando las cosas aquí estaban serias.
Solamente se animaron a subir cuando se produjo y se desencadenó la masacre y ahí los propios vecinos no dejaron que ingresaran los canales y ellos alzaron su voz al grito de que estaban atentando contra la libertad de prensa.
Y quizás eso nos permite entender lo alternativo y lo comunitario, mirando la experiencia boliviana, lo alternativo en los setenta y ochenta estaba en los centros mineros, las radio tenían ese carácter, había programas hechos por el movimiento minero, la federación de mineros tenía a cargo varias radios, lo alternativo estaba en función de que era un programa, un hacer diferente radio, pero que abría los micrófonos dentro de una mirada particular del sector minero clasista, con su propio proyecto socialista, en ese sentido creo que lo alternativo combina varias cosas, pero el contexto es ese, y creo que en este momento pensar lo alternativo es pensar más allá de la modernidad que está en crisis, y creo que ahorita lo que el país está intentando hace de alguna manera, lo que se podría llamar alternativo es reposicionar un tema desde otra mirada civilizacional, se está pensando otra manera de construir el país más allá del estado nación que entró en crisis también, es reconstituir otra manera el país, así tal vez se puede entender lo alternativo a diferencia de los años setenta u ochenta.»
«Mirarnos a nosotros mismos»
«¿Qué significaría lo comunicacional?, no solo, abrirse a la comunidad, visualizar los problemas de la comunidad, pero si solamente entiende lo comunitario y no se mira cual es el contenido, que hay detrás de los problemas de las comunidades indígenas, su visión del mundo creo que quedaría corto lo comunitario, en ese contexto en que nosotros ahora nos estamos desenvolviendo, nos está tocando, desde nuestra propia lectura, ahí estamos con nuestro granito de arena intentando cuestionarnos a nosotros mismos e interpelar a la propia sociedad.
En términos comunicacionales y culturales se trata de visibilizar otras manifestaciones culturales. En esta suerte de homogeneizar la sociedad, creo que el mestizaje cultural era lo que había que movilizar, ese era el proyecto, el proyecto es alcanzar lo que entre comillas las naciones civilizadas han alcanzado, creo que para muchos desde los medios ese es el horizonte al cual hay que caminar, y desde nuestra perspectiva ese no es el horizonte.
El horizonte es más bien mirarnos a nosotros mismos y alimentarnos de las cosmovisiones andinas. Si uno mira una radio cualquiera en Buenos Aires, Lima, o cualquier ciudad pareciera que estuvieran cortadas por la misma tijera, creo que los mass media, la cultura industrial no está expresando realidades y culturas vivas que se dan, entonces creo que eso es interpelar a la sociedad, pero interpelarnos a nosotros mismos, el colonialismo lo tenemos nosotros mismos metido a veces inconcientemente, reproducimos cosas que el colonialismo nos ha metido, cosas tan elementales como escuchar música, a la hora de comer lo que escoges, y por eso digo que es una suerte de mirarnos a nosotros mismos y creo que se ha desencadenado un proceso en el caso boliviano que la gente ya se mira con más dignidad, eso me parece un hecho significativo importante, producir una suerte de revolución en la propia subjetividad del ciudadano alteño.»