Los sucesos del 2 de octubre de 1968 derivados en la matanza perpetrada en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, han cubierto con los años de forma trágica la relevancia del movimiento estudiantil-popular de México y el mundo, iniciado con el Mayo francés y cuya cronología de influencia continua abierta y latente.
La Revolución cultural que aconteció dejó secuelas y enseñanzas importantes para las luchas democráticas, populares y obreras, además de contribuir al cuestionamiento de todo lo existente hasta esas fechas.
En ese marco la obra de José Revueltas encuentra un lugar especial por sus reflexiones proyectadas al porvenir revolucionario, sus ideas debatidas en las asambleas y protestas, sustentadas en conferencias y divulgadas en panfletos, libros y revistas, revisten del quehacer intelectual agudo que lo caracterizó al movimiento estudiantil-popular, en el que Revueltas sostuvo su última gran batalla con una praxis total (acción-pensamiento). El primer texto que elaboró “Prohibido prohibir la revolución”, es una carta dirigida a los protagonistas del Mayo francés en la que reconoce su papel revolucionario presentando una crítica a la ortodoxia-sectarismo de los sectores de izquierda tradicional, advirtiendo también del peligro que asoma sobre la humanidad por una posible guerra nuclear. De ahí en adelante, Revueltas elaboraría un sinfín de escritos que mayoritariamente se han publicado bajo el titulo México 68: juventud y revolución (ERA 1978).
Los escritos del 68 de Revueltas reúnen el pensamiento-compromiso de un militante de base que se sumó al movimiento despojado de la soberbia que los años y la experiencia pudieron haberle reclamado, pues muy al contrario, Revueltas vive literalmente la lucha desde su seno ejerciendo la crítica y la autocrítica como una herramienta para la revolución, sus textos se componen de notas, cartas, ensayos, vivencias, diarios de clandestinidad y de prisión. Entre las propuestas se destacan la “autogestión académica”, la “conciencia libre” y la “democracia cognoscitiva”, junto a su postura de renovación universitaria, defendió la “lucha de idea” y fue en el movimiento del 68 en donde encontró ese anhelado espacio libre, crítico y democrático, signando así uno de los grandes legados de aquellos días de ruptura.
Encarcelado en Lecumberri escribió El Apando (ERA 1969), una de sus novelas famosas, en la que regresa al tema carcelario como reflejo social, cuya degradación humana de los personajes recrea la enajenación de las sociedades contemporáneas, el tema de la moral-conciencia marcó a Revueltas desde sus primeros textos, y en los sucesos del 68 encontró un nuevo aliciente para soñar una nueva humanidad despojada de todo acto lacerante. Revueltas nunca renunció a la ideología comunista, advirtió en los estudiantes potenciales revolucionarios sin pretender otorgarles el lugar de la clase obrera para la transformación social, al respecto escribió: “la conciencia colectiva nacional se exprese a través del Movimiento del 68, con el lenguaje del proletariado […] de aquí el contenido avanzado, revolucionario y socialista”. Los escritos del 68 de José revueltas esperanza con paciencia la mirada crítica de las revoluciones venideras.