Luego de una larga dolencia, el día sábado 15 de Septiembre pasado, falleció nuestro entrañable compañero Roberto Guevara. Roberto supo asimilar el papel que debía jugar en los difíciles momentos de la derrota que nuestro Partido había recibido en los años 70. Innumerables son las cosas que podríamos mencionar. Nuestro recuerdo fundamental está centrado en […]
Luego de una larga dolencia, el día sábado 15 de Septiembre pasado, falleció nuestro entrañable compañero Roberto Guevara.
Roberto supo asimilar el papel que debía jugar en los difíciles momentos de la derrota que nuestro Partido había recibido en los años 70.
Innumerables son las cosas que podríamos mencionar. Nuestro recuerdo fundamental está centrado en la sensatez que supo imprimirle -en un período de la historia de la lucha de clases- al sentido profundo de la lucha política e ideológica en manos del proletariado, de nuestra clase obrera.
Había que sostenerse en los principios del Marxismo Leninismo y en ello asumió y ocupó un puesto de lucha muy amplio. Estudioso de El Capital y poseedor de una amplia mirada estratégica de la lucha por el poder, se sostuvo apasionadamente en la reconstrucción de nuestro Partido sin concesiones.
Fue miembro del nuestro Comité Central y a la vez, conformaba el Secretariado del Partido junto a nuestro Secretario General, Amilcar Santucho. Ambos se transformaron en referentes de nuestra organización y con ellos se comenzó una larga etapa de fortalecimiento en todos los planos.
Roberto era un compañero respetuoso de las decisiones políticas que los colectivos en construcción decidían, no tenía ningún grado de especulación para debatir política e ideología, pero a la hora de llevar a cabo las tareas, incluso con desacuerdos, supo ponerse a la vanguardia de esas resoluciones.
Un dirigente que contagiaba de forma permanente una solidaridad activa, un compañero con mayúsculas en todas las condiciones de adversidad que tuvo que moverse: exilio, cárcel, condiciones económicas de grandes dificultades. Estar con él era el sentimiento colectivo de estar con una «espalda ancha» para los desafíos que vendrían para nuestra organización.
Era un marxista leninista cabal y admirador del «Che», su hermano; cuestión esta que siempre cuidó para que no se mezclase con el devenir de su protagonismo en el proceso revolucionario en nuestro país.
No fue una época fácil en la que debió actuar como dirigente de nuestro Partido. La democracia burguesa a principios de los años 80 se instalaba para quedarse. Ya en el país, Roberto no se cansaba en insistir para que no perdamos «el norte» de la reconstrucción partidaria, en momentos de una fuerte e insostenible presión en lo ideológico por hacer «desaparecer» el papel del proletariado en nuestra revolución y el papel del Partido revolucionario. Así como su permanente inquietud por transformar a nuestra organización en dirigente político del proceso abierto.
Su sola presencia transmitía confianza, y hacía de algo complejo una desdramatización que simplificaba nuestro accionar. Tenía vida, mucha vida y volcaba esa experiencia en forma constante.
Era constante su preocupación para que los jóvenes que se acercaban a las ideas revolucionarias se formasen en la ideología del proletariado.
Al asimilar ese período histórico en el que actuábamos, supo transmitir en forma de propaganda como editorialista durante muchos años de nuestro periódico El Combatiente, análisis que vendrían de nuestro incipiente accionar en la transformación de la realidad.
Escribía como era, sencillo, profundo y directo. Y desde allí fue un eterno entusiasta, tenía la capacidad de traducir en propaganda cada momento de lucha de clases de nuestra sociedad, comunista convencido, permanentemente preocupado por subordinar la táctica a la lucha por el poder. Un eterno insistente en la constitución de las fuerzas materiales para la revolución.
No descansó un solo instante en la reconstrucción del Partido, con una mirada tan amplia del proceso que se avecinaba que supo inculcar con su ejemplo que la lucha ideológica dentro y fuera de nuestras filas era imprescindible.
Sólo su severa enfermedad lo obligó a ir cediendo en su militancia, pero intuyó que nuestro Partido
había ya logrado un peldaño sólido de su construcción, siendo él parte y arte de colectivos partidarios enraizados en las tareas estratégicas del proceso abierto de la lucha de clases.
Compañero Roberto, te recordaremos por siembre como la gran persona que fuiste, como un cabal revolucionario y un comunista con mayúsculas, entregado de cuerpo y alma al objetivo central de la lucha por el poder y la construcción del socialismo para nuestro país.
¡Compañero Roberto Guevara, hasta la victoria siempre!
Fuente: http://prtarg.com.ar/2018/09/17/roberto-guevara-cabal-revolucionario-y-comunista-con-mayusculas/
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