A finales de los años 60s, Rita Lee Jones, Arnaldo Baptista y Sergio Días establecieron una alianza musical con el nombre de Os Mutantes. Muy pronto, el irreverente trio juvenil exploraría mundos desconocidos dentro del ámbito de la canción popular brazileña. En una mano,empuñaban el rock’ n roll, paletta musical predilecta por la gente joven […]
A finales de los años 60s, Rita Lee Jones, Arnaldo Baptista y Sergio Días establecieron una alianza musical con el nombre de Os Mutantes. Muy pronto, el irreverente trio juvenil exploraría mundos desconocidos dentro del ámbito de la canción popular brazileña. En una mano,empuñaban el rock’ n roll, paletta musical predilecta por la gente joven de aquel entonces, mientras la otra recibía las caricias de los aires innovadores del movimiento Tropicalia.
La invención, madre de la necesidad, obligó a Os Mutantes emplear métodos no convencionales en la confección de sus canciones, violando los parámetros del orden establecido. Por ejemplo, una lata de spray emitía tonalidades parecidas a la de algún instrumento nuevo que sus bolsillos impedieron costear. Claudio César, hermano de Baptista, inventó una serie de instrumentos musicales asi como trucos técnicos, durante divertidas jornadas con el trío, donde se mezclaban la ingenuidad, la lógica y el azar, creando un sonido kaleidoscópico de innegable originalidad.
La ruptura radical que se advertía no pasó desapersivida en los círculos intelectuales donde se codeaban creadores comprometidos con la Nueva Ola cultural y el ala anti-autoritaria de la izquierda. Las mejores canciones de la banda rock son el fruto de una estrecha colaboración con la creme de la creme: Rugerio Duprat, Giberto Gil, Caetano Veloso y Jorge Ben.
La presencia de los compositores tropicalistas Gil y Veloso, aumentó el prisma rítmico de Os Mutantes con arreglos que se caracterizaban por su sencillez armoniosa y compleja ingenieria musical. Resalta tambien la madurez interpretativa de las diferentes variantes existentes en el forlklor de ese pais suramericano. Incursionan en los cantos afrobrazileños; en el samba-rock; en el baiao y en la popularísima bosa-nova.
En 1969, salen al exilio Veloso y Gil, asediados por la dictadura militar, rompiendo los lazos artísticos entre tropicalistas y Os Mutantes.
Os Mutantes estaban fascinados por los nuevos sonidos electrónicos y la experimentación musical. El fenómeno de la experimentación no era algo nuevo en el Brazil. La década de los 20 asistía al resurgimiento del vanguardismo latinoamericano cuya figura central era el brazileño Hector Villa-Lobos. El grupo rockanrolero seguiría sus pasos años mas tardes con otro compositor brazileño de ideas vanguardistas: Rugerio Duprat.
Duprat venía de la vanguardia latinoamericana que encontró inspiración renovadora en la música y los ensayos del norteamericano John Cage. Cage escribía sus abstractas y poéticas composiciones musicales, arrojando una moneda al aire. La naturaleza lo había dotado de un gran sentido del humor.
Su composicion 4’33 lo demuestran: el conductor musical es instruido a guardar silencio por cuatro minutos y treinta y tres segundos, divididos estos en tres movimientos. Se sienta al piano. Silencio. Se para. Se sienta de nuevo. Silencio. Se vuelve a parar. Se sienta y no toca el piano por tercera vez. Se para y da gracias al confundido público.
El sentido del humor de Os Mutantes se puede vislumbrar en canciones tan disímiles como «Panis et Circences» (Panes y Circos); «El Justiciero» (interpretada en portuñol); y «Ando meio desligado» (Estoy un poco mareado, escrita bajo la influencia de alucinógenos). Otras composiciones nos revelan el lado más romantico del grupo: «Baby»; «Desculpe, babe»; «A minha menina»; y la version mutante de la sublime cancion francesa «Le premier bonheur du jour».
Os Mutantes dejaba a su paso muchas interrogantes en torno a la identidad nacional en Brazil al incorporar raices africanas dentro de su repertorio surrealista.
Lo que comenzó como una forma sana de matar el ocio,terminó alterando el ADN cultural de los salones sagrados de la musica popular brazileña.
El autor reside en New York y es estudiante de historia.