En los últimos meses se ha desatado una verdadera campaña en torno de la reapertura de la causa por el asesinato, el 25 de septiembre de 1973, de José Ignacio Rucci. Tomada como imagen del peronismo «auténtico», su figura fue rescatada ya el año pasado por el Frente Justicia, Unión y Libertad, que aglutinaba a […]
En los últimos meses se ha desatado una verdadera campaña en torno de la reapertura de la causa por el asesinato, el 25 de septiembre de 1973, de José Ignacio Rucci. Tomada como imagen del peronismo «auténtico», su figura fue rescatada ya el año pasado por el Frente Justicia, Unión y Libertad, que aglutinaba a los peronistas disidentes del kirchnerismo -como Carlos Menem, Adolfo y Alberto Rodríguez Saá, Héctor Maya, entre otros-. En medio de una campaña presidencial, los dirigentes mencionados aprovecharon el aniversario del homicidio de Rucci para realizar un homenaje al sindicalista en la Catedral metropolitana. La misa convocada, inevitablemente, devino acto opositor: terminada la misma, Adolfo Rodríguez Saá declaró al periodismo que no le sorprendía la ausencia de dirigentes del oficialismo, porque «ellos son del Frente para la Victoria, que es otra cosa, no es el peronismo.» [1]
Este año, el aniversario ha coincidido con la publicación de un polémico libro, Operación Traviata, de Ceferino Reato, un periodista cercano al ex embajador ante el Vaticano, Caselli, y a la extrema derecha peronista, fuertemente vinculada con la represión ilegal. En el libro, Reato señala como autores del atentado contra Rucci a dos responsables de la organización Montoneros, que no menciona.
El libro fue utilizado inmediatamente como ariete contra el relato sobre los setenta que predomina en el seno del kirchnerismo. En una sucesión de inédita velocidad, referentes tan diversos como el dirigente de la CGT, Hugo Moyano [2] , el senador por Entre Ríos, Raúl Taleb [3] , y el ex presidente Carlos Menem [4], abonaron en la necesidad de reabrir la causa judicial por el asesinato de Rucci. Lúcido como siempre, Artemio López fue uno de los primeros en señalar, en su blog, que se trataba de una maniobra para el retorno de la Teoría de los Dos Demonios a las esferas más altas del Estado.
Mientras tanto, por si no habíamos entendido el sentido de la jugada, el inefable Reato se encargaba de aclararla en un reportaje otorgado a La Nación. Para el periodista de Perfil, Operación Traviata debía servir como instrumento de reflexión y revisión sobre un aspecto de los setenta: el apriete.
«El estilo de los Kirchner, que es la lógica del apriete. Por ejemplo, la confección de la resolución 125 como instrumento ministerial, sin consultar a nadie sobre el cambio de la rentabilidad de un sector que es la columna vertebral del país. Es la consumación de la voluntad virtuosa. En algunos momentos, para salir de la crisis, para reconstruir la autoridad presidencial o para tratar con los acreedores fue bastante útil. La gente lo entendió así: eligió a Cristina por los méritos de Néstor, como una suerte de reelección velada. Pero cuando se trata de mostrar un juego más democrático de consenso, más institucional, no es tan funcional. Es molesto: activa protestas. Y esa lógica viene de la voluntad virtuosa de la guerrilla peronista, la lógica del apriete. El asesinato de Rucci fue un apriete» [5]
Finalmente, el día viernes 25 de septiembre de este año, el Juez Lijo, por pedido de la fiscalía, reabrió la causa, aunque sin definir todavía si se trata de un delito de lesa humanidad -situación que permitiría juzgar a sus responsables- o de un delito común -en cuyo caso, estaría prescrito-. [6]
Es interesante resaltar que, en los resúmenes periodísticos que habitualmente leemos sobre el tema, no se mencione que, si esto fue siquiera posible, es porque el crimen de Rucci ya ha sido juzgado, y adjudicado a agentes que respondían al entonces Ministro de Bienestar Social, José López Rega. De hecho, en esa línea, el Estado argentino reconoció, en el año 1988, su responsabilidad jurídica, y ofreció a la familia una compensación económica. El historiador norteamericano Martin Anderssen, en su libro Dossier Secreto, reconstruyó la trama original de la investigación judicial, que arrojaba el mismo inequívoco resultado. Según Anderssen, quien por aquellos años se desempeñaba como corresponsal del Washington Post, las pericias realizadas por la Policía Federal a partir de un arma encontrada en la escena del crimen -una Magnum .357 Smith & Wesson– llevaron a una ardua pesquisa de los agentes locales, que, en colaboración con el FBI, lograron rastrear su compra en Estados Unidos por una azafata de Aerolíneas Argentinas, quien a su vez apuntó a un amigo militar. «Pero, llegada a este punto, la Policía Federal se topó con una muralla de granito en su investigación.» [7]
En todo caso, la «Operación Traviata» va a todo vapor. Reato ha sido citado a declarar, a fin de que rompa el secreto periodístico y señale a los dos responsables que sobrevivieron a la represión militar. Una vez que esto suceda, no habrá marcha atrás: el peronismo disidente, con un mártir a la cabeza, y los sectores que, acaudillados por Cecilia Pando, reclaman «memoria completa» -esto es, la anulación de toda distinción política entre los crímenes cometidos por el Estado argentino en el marco de un plan sistemático de exterminio y los crímenes cometidos por organizaciones político – militares en esos mismos años- habrán ganado una decisiva batalla.
En este marco, es inevitable preguntarse dos cosas. Primero, qué relato sobre los acontecimientos de los años setenta ha de imponerse en el nuevo escenario. La visión actual, que enfatiza los crímenes de la dictadura, soslaya excesivamente el aspecto relativo al conflicto armado acaecido en esos años. La visión de relevo, ni más ni menos, propone el retorno a la Teoría de los Dos Demonios. ¿Será factible generar, en este contexto, una síntesis diferenciada y ponderada de los sucesos?
Segundo, qué papel ha de jugar esta operación en la lucha por el control del dispositivo simbólico del peronismo: ¿se reiterará al interior del justicialismo una alianza anti kirchnerista acaudillada por quienes buscan proyectar, en el seno de la misma, la sangrienta lucha interna de los años setenta?
Son temas de indudable interés, pero que superan largamente los objetivos de este primer acercamiento. [8]
Noticias del Sur
[1] Véase Clarín, 26/09/07.
[2] Véase Página 12, 11/09/08.
[3] Véase El Norte Digital, 19/09/08.
[4] Véase Clarín, 25/09/08.
[5] Véase La Nación, Suplemento ADN, 23/08/08.
[6] Véase Página 12, 27/09/08.
[7] Anderssen, Martin: Dossier secreto. El mito de la guerra sucia, Buenos Aires, Planeta, 1993, pp. 121 y ss.
[8] Al respecto, véase Verbitsky, Horacio: «Rucci y López», en Página 12, 28/09/08.