La diosa soja exige sacrificios. Y nadie la acusa. Porque es una diosa. Tres nenes que tenían entre dos y ocho años, murieron como consecuencia de la impunidad con que se manejan los pesticidas en la Argentina, el país que ha levantado un altar a la soja y que ofrece cualquier tipo de sacrificios en […]
La diosa soja exige sacrificios. Y nadie la acusa. Porque es una diosa. Tres nenes que tenían entre dos y ocho años, murieron como consecuencia de la impunidad con que se manejan los pesticidas en la Argentina, el país que ha levantado un altar a la soja y que ofrece cualquier tipo de sacrificios en pos de mayores cosechas. Fue un lugar llamado ‘Costa Las Masitas’, a casi veinte kilómetros al oeste de Gilbert, en el departamento Gualeguaychú, en Entre Ríos. El paisaje, sin embargo, comienza a cambiar. Ahora todo se subordina a la soja y los intereses de todo lo relacionado con el cultivo.
En mayo de 2000, Alexis, de solamente dos años, no resistió el grado de contaminación originado en los productos que se utilizan como defoliantes. Era único hijo de María Angélica Portillo y Sergio Humberto Portillo. Le dijeron que viajó a la pampa de arriba por un curioso brote de meningitis.
El 11 de septiembre de 2006, fue el turno de Rocío Micaela, de siete años, hija de Mariela Soledad Portillo y Ramón Alberto Portillo. El diagnóstico fue leucemia.
El 17 de enero de 2007, Cristian, de ocho años, falleció de una supuesta meningitis. Eso le dijeron a sus padres, Norma Portillo y Walter Germán.
Los tres matrimonios vivieron mucho tiempo juntos en un ‘paisaje dominado por las plantaciones de soja. La casa está rodeada, por los cuatro puntos cardinales. No se ve más que soja’, sostienen las publicaciones periodísticas.
Para el abogado Osvaldo Fornari, asesor legal del Grupo de Reflexión Rural, ‘existen indicios graves, precisos y concordantes que todas estas muertes se habrían producido por patología que tendría relación con pacientes inmunodeprimidos y esa inmunodepresión es una de las principales características de los seres humanos que se han visto expuestos a la acción de los letales pesticidas, que se usan en los cultivos transgénicos’.
Fornari está convencido que ‘sería, prima facie, constitutivo de ilícitos penales que ameritarían según mi leal saber y entender una amplia, profunda y detallada investigación… de resultar probados los hechos presuntamente ilícitos de los que hago alusión seguramente serán una consecuencia directa de la explotación irracional de lo que hoy en día se ha dado en llamar los agronegocios… Tarde o temprano la comunidad argentina deberá debatir y fijar una vez más los límites entre los derechos individuales y los derechos comunitarios’.
La presentación judicial afirma que ‘las causas finales de estas muertes encuentran su causa eficiente en la intoxicación gradual, larvada y oculta, la mayor cantidad de veces o disfrazan los desencadenantes finales de las muertes… las pruebas periciales que se puedan llegar a producir demostrarán que esas bacterias habrían visto totalmente facilitadas las condiciones para infectar primero y matar después’, apunta el escrito que ahora seguirá el destino que elijan los representantes de la justicia entrerriana.
¿Hasta cuándo habrá que tolerar semejantes sacrificios a cambio de dineros que, por otra parte, son disfrutados por pocos?