La guerra del narcotráfico en México está causando unos seis ejecutados por día en lo que va del año, la renuncia de unos 300 policías, amenazas de las mafias que aparecieron clavadas sobre los cuerpos de algunas víctimas y un decomiso histórico de dinero. Esto es apenas una muestra. El crimen organizado «no se va […]
La guerra del narcotráfico en México está causando unos seis ejecutados por día en lo que va del año, la renuncia de unos 300 policías, amenazas de las mafias que aparecieron clavadas sobre los cuerpos de algunas víctimas y un decomiso histórico de dinero.
Esto es apenas una muestra. El crimen organizado «no se va doblar con facilidad» y el Estado no va a ceder, dijo el subsecretario de Política Criminal de la Secretaría (ministerio) de Seguridad Pública, Alejandro Rubido.
El gobierno del conservador Felipe Calderón puso como prioridad de su gestión iniciada en diciembre el combate al narcotráfico, y en ese tenor desplegó como nunca antes miles de militares y policías por todo el país. La estrategia se mantendrá hasta 2012, cuando termine su gestión, según gubernamentales.
«No nos asustemos con la violencia (de los narcotraficantes), son las reacciones normales. Como dijo el señor presidente, esto va para largo, nos va a costar mucho dinero, nos va a costar muchas vidas y tendrá que ser por muy largo tiempo», señaló el secretario de Gobernación (Interior), Francisco Ramírez.
Quienes comenzaron ya a asustarse son los encargados de combatir a los delincuentes. Poco más de 300 policías renunciaron en las últimas semanas por temor a morir o a que sus familiares sufran represalias, indicaron las autoridades.
Unos 60 agentes fueron asesinados por presuntos narcotraficantes de enero a la fecha, según datos oficiales.
El recuento de víctimas caídas en el combate al narcotráfico y en las guerras entre bandos es de 515 personas en 2007.
Dos de esos muertos fueron hallados con las manos amarradas, los rostros cubiertos con cinta de empaque y pica-hielos incrustados en sus cuerpos sujetando mensajes amenazantes contra la policía y las familias de las víctimas.
El presidente hizo saber que él y su familia habían sido objeto de amenazas. «No sabemos si sean ciertas o falsas, pero evidentemente eso no cambia nuestra decisión de cumplir con nuestro deber», dijo.
La participación de militares en el combate al narcotráfico despierta preocupaciones.
Calderón «puede estar metiéndose en un problema mayor del pensado, pues hasta ahora no hay ningún caso en que el ejército haya derrotado al narco, ni siquiera el ejército norteamericano (estadounidense) en ese centro de producción de opio que es Afganistán», opinó el historiador y politólogo del Colegio de México, Lorenzo Meyer.
El gobierno ha cargado el peso de la «guerra» en medidas represivas y hace poco en prevención y rehabilitación de consumidores y en el cierre de los canales de lavado de dinero. Esta estrategia no funcionará, sostuvo.
Pero no todos piensan así.
Para combatir las drogas ilegales se «necesita un acercamiento que incluya actividades de la prevención y de control. Las proporciones de cada una de ellas dependen de las circunstancias del momento», dijo a IPS Ziggie Malyniwsky, de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (Cicad), ente adscrito a la Organización de Estados Americanos.
Calderón sostiene que lo esencial ahora es que el Estado recupere el control del territorio arrebatado por los traficantes, aunque ello implique más violencia y muertes.
Y además considera descartadas otras vías de combate a la delincuencia vinculada a las drogas, como la legalización o el manejo regulado de ciertas sustancias.
Malyniwsky, director del área de reducción de oferta de drogas de la Cicad, sostiene «el asunto de la droga es dinámico y diferente de país a país, de estado a estado y de ciudad a ciudad, y cambia en respuesta a la presión y a la oportunidad» que encuentran los narcotraficantes.
«No es posible categorizar el estado del problema ni las salidas para un área entera. Está siendo tan dinámico, hay cambios que ocurren toda la hora, como cambios en rutas, en patrones del uso, etcétera», señaló al contestar consultas de IPS por correo electrónico.
«El problema de la droga es muy complejo y con muchas dimensiones. Proponer caminos y soluciones usando títulos tales como liberalización, legalización o desregulación es muy simplista, pues esos son términos que no tienen una definición clara ni común y por tanto no responden a la naturaleza compleja del problema», apuntó.
Los narcotraficantes mexicanos, que actúan en coordinación con delincuentes colombianos y de otros países productores de drogas, son responsables del transporte de la mayor parte de la cocaína consumida en Estados Unidos, el principal mercado mundial, además de comerciar importantes cantidades de heroína, metanfetaminas y marihuana.
Los observadores ven en la violencia de los últimos años el reflejo de una guerra interna por el control de las rutas de acceso a Estados Unidos.
«La guerra contra los capos de droga en México se inició como una guerra básicamente norteamericana. Sin embargo, el combate a la demanda de esas drogas dentro de Estados Unidos, única forma de realmente cegar la oferta, sigue sin ganarse», expuso el historiador Meyer.
«Hoy, el 94 por ciento del presupuesto de la burocracia norteamericana encargada del combate a las drogas se gasta en la lucha contra la oferta y el 43,5 por ciento de los arrestados en Estados Unidos por consumir drogas vuelven a la cárcel dentro del primer año de ser liberados», apuntó.
Según Luis Astorga, experto en narcotráfico de la Universidad Nacional Autónoma de México, Calderón intenta devolver al Estado el control del país que, a su entender, fue arrebatado por los narcotraficantes durante el gobierno de Vicente Fox (2000-2006).
Pero no será nada fácil y en ese empeño podría perder gran parte de su capital político y respaldo social, advirtió Astorga.
De momento, las encuestas indican que la mayoría de la población está de acuerdo con la estrategia. Según una encuesta nacional del diario Reforma, realizada del 16 al 18 de febrero a 1.515 personas, las tres áreas del gobierno mejor evaluadas fueron salud, combate al narcotráfico y educación, con 60, 59 y 55 por ciento de opiniones favorables, respectivamente.
En un sondeo anterior, realizado en enero a 1.040 personas por el grupo privado IPSOS-BIMSA, 35 por ciento de los consultados estimaron que las acciones contra el narcotráfico fueron exitosas, otro 35 por ciento prefirieron esperar para evaluarlas, mientras 13 por ciento las consideraron un fracaso.
En la misma encuesta, 74 por ciento de los entrevistados opinaron que la participación del ejército ayuda a reducir el trafico y consumo de drogas.
En el reporte de logros expuestos por el gobierno, figuran los arrestos de 2.679 sospechosos y la incautación de 2.404 kilogramos de cocaína y 264.265 de marihuana y más de 1.200 armas.
El mayor golpe fue el decomiso, el 15 de este mes en una residencia de la capital, de 205 millones de dólares en efectivo a un grupo de presuntos importadores de precursores químicos, un récord mundial para ese tipo de acciones policiales.
Ese operativo permite «contar, por primera vez, con una aproximación real al tamaño del animal que enfrenta el Estado mexicano», opinó el columnista del diario El Universal, Ricardo Alemán.
«A partir de ese decomiso, de la fabulosa cantidad de dinero que significa, se puede entender el tamaño de la guerra que se libra en México con las bandas criminales, explicar la pelea de los cárteles por tal o cual territorio, y tiene sentido la estela de ejecuciones en toda la geografía nacional», señaló Alemán.(FIN/2007)