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Todo lo que debilita la unidad nacional coadyuva conciente o inconscientemente a los planes del Pentágono

Santa Cruz y clases sociales

Fuentes: Rebelión

La periodista Susana Seleme Antelo, en artículo publicado el 11-02-05, en el Semanario «Número 1», de Santa Cruz de la Sierra, enumera los grupos económicos, políticos, sociales y étnicos que pugnan por ganar espacios en la convulsionada Bolivia. Estima que existen empresarios cruceños abiertos y cosmopolitas, con visión de país productivo, que puede vincularse a […]

La periodista Susana Seleme Antelo, en artículo publicado el 11-02-05, en el Semanario «Número 1», de Santa Cruz de la Sierra, enumera los grupos económicos, políticos, sociales y étnicos que pugnan por ganar espacios en la convulsionada Bolivia. Estima que existen empresarios cruceños abiertos y cosmopolitas, con visión de país productivo, que puede vincularse a la globalización con competitividad y convertirse en poder hegemónico. Hay otro sector -añade– conservador, autoritario y racista, de empresarios modernos y premodernos, que ven en la autonomía departamental la permanencia de sus privilegios. Luego menciona a quienes creen posible convivir con la Bolivia indígena y mestiza de Occidente, en oposición a los que piensan que esa posibilidad no existe. Finalmente, aspira a que la tendencia moderada y racional sea la más viable, «más allá de los avatares de la lucha de clases».

La nota no incluye a los consorcios petroleros en el panorama que describe. Y es que las clases sociales, en las semicolonias, como la nuestra, a diferencia de lo que acontece en los países industrializados, están modeladas por la presencia del capital imperialista. En consecuencia, la contradicción fundamental en Bolivia no enfrenta a burgueses con trabajadores, a empresarios cosmopolitas con premodernos, a civiles con militares, a indígenas con blancoides o mestizos, a regiones con regiones, ni a centralistas con autonomistas, ya que tal contradicción opone al imperialismo con la nación oprimida. Este antagonismo supedita a los demás, de manera que sólo si la nación oprimida se une y toma conciencia de esta realidad impedirá que sea astillada por el poder transnacional. Así lo avizoraron ilustres cruceños como Germán Busch, Enrique Finot, Dionisio Foianini, Humberto Vásquez Machicado y José Ortiz Mercado.

Por lo tanto, lo primero no es saber si se apoya o no las autonomías, la elección de prefectos o la asamblea constituyente, sino si se impulsa o no la formación de un Movimiento Patriótico, capaz de recuperar espacios de soberanía y autodeterminación para Bolivia. La hegemonía dentro del Movimiento Patriótico será ganada por la clase o sector social que mayor consecuencia demuestre en la difícil lucha por la liberación nacional. La primera tarea del Comité Cívico cruceño, si quiere tener credibilidad regional y nacional, reside en diferenciarse del interés petrolero y, en especial, de Transredes, compañía integrada por dos empresas delincuenciales: La Enron y la Shell, cuya presencia en la vida económica, política y mediática del país es asfixiante.

En el contexto externo, Washington, en el documento «mapa del futuro global», ha anunciado el derrocamiento del Presidente Hugo Chávez, a quien considera parte del «eje del mal», junto a Afganistán e Irak. Agrega que buscará el desmembramiento de Santa Cruz y Tarija del resto del país. La Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, ha declarado que EEUU no ha pensado todavía (sic) en invadir Irán. La directora del FMI, Anna Krugger, ha dicho que los pueblos tienen derecho a votar pero no a cambiar de política. En respuesta, Lula y Chávez suscribieron un acuerdo económico y militar a fin de fortalecer sus empresas estatales de petróleo y han programado ejercicios militares conjuntos en la amazonía brasileña-venezolana. El mismo Chávez supo evitar las provocaciones del Pentágono, ejecutados por el Presidente colombiano Álvaro Uribe.

En consecuencia, todo lo que debilita la unidad nacional, así se llame nación camba, unión juvenil cruceñista o república aymara, coadyuva conciente o inconscientemente a los planes del Pentágono. Bienvenidas las autonomías, las descentralizaciones, los referéndum autonómicos y las elecciones de prefectos si ello ayuda a recuperar nuestros hidrocarburos, a industrializarlos, siquiera en parte, dentro del territorio nacional, a re fundar YPFB, a impedir que sigamos pagando precios internacionales por el consumo interno de gas y de petróleo. Si el efecto ha de ser distinto, habrá que cuidarse de ellos. No se trata de creer que de la noche a la mañana podemos expulsar a las petroleras. Pero lo que sí podemos hacer es respaldar el proyecto de Ley de Hidrocarburos, aprobado en grande por la Cámara de Diputados. Este es el núcleo del problema, ya que aquí se juega el destino de los 53 mil millones de dólares que valen, como mínimo, los 53 trillones de pies cúbicos existentes en el país. Esa Bolivia, remodelada en lo institucional, más soberana y menos excluyente, será la mejor respuesta a quienes pretenden desmembrarla.