El Alto, julio 17, 2004.- Los hombres y mujeres que batallaron contra los tanques y la metralla en las heroicas jornadas de octubre, volvieron emerger esta tarde en las calles de El Alto y los caminos del Altiplano para impedir la realización de un referéndum que quiere, en las próximas horas, dar un barniz de […]
El Alto, julio 17, 2004.- Los hombres y mujeres que batallaron contra los tanques y la metralla en las heroicas jornadas de octubre, volvieron emerger esta tarde en las calles de El Alto y los caminos del Altiplano para impedir la realización de un referéndum que quiere, en las próximas horas, dar un barniz de legitimidad al poder petrolero.
La resistencia instruida por la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (Fejuve) ya se cumple en 70 zonas de la urbe de 800 mil habitantes, informó el dirigente vecinal Abel Mamani. «Poco a poco, cada barrio, cada distrito, irá cumpliendo el paro determinado por el Congreso de la Fejuve», dice al instruir para que «cada junta de vecinos ice la bandera con un crespón negro» para que nadie traicione la memoria de los que cayeron luchando por re-nacionalizar el gas y recuperar la dignidad nacional.
«Los vecinos tienen que permanecer esta noche en vigilia», dice en previsión a la acción que pueden desarrollar en las próximas horas en su contra los militares y policías, mientras paulatinamente los bloqueos de los alteños y de los campesinos van cerrando, con piedras y escombros, los caminos y carreteras que unen La Paz con el resto del país y con las poblaciones fronterizas del Perú.
La intención de los vecinos de El Alto y de los campesinos es paralizar esa ciudad y gran parte del Altiplano, para deslegitimar la consulta que no incluye la demanda de la nacionalización del gas y el petróleo. «Han muerto muchos hermanos en octubre, no podemos ser traicioneros. El gas no se vende (…) Aquí no tenemos ni luz, no tenemos ni agua y nos cocinamos con querosene. El gas tiene que ser de nosotros», dice Paulina, mujer de pollera que se ha sentado, con cinco de sus compañeras, en medio de la cinta asfáltica que vincula La Paz con la localidad de Viacha y que ahora une el dolor de octubre con el sueño por días mejores