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Paro en la ciudad aymara de El Alto: es la movilización más grande desde la caída de Sánchez de Lozada en octubre de 2003

Se agudiza la crisis social en Bolivia; ultimátum contra las privatizaciones

Fuentes: La Jornada

El Alto, 15 de noviembre. «Parece que están bloqueando allá adelante. Hay hartitos policías, van a gasificar», decía esta mañana el chofer de un colectivo en la autopista que sube de La Paz a la ciudad aymara de El Alto. Al inicio de una prolongada curva de más de un kilómetro, los vecinos del viejo […]

El Alto, 15 de noviembre. «Parece que están bloqueando allá adelante. Hay hartitos policías, van a gasificar», decía esta mañana el chofer de un colectivo en la autopista que sube de La Paz a la ciudad aymara de El Alto. Al inicio de una prolongada curva de más de un kilómetro, los vecinos del viejo barrio de Alto Lima decidieron bloquear ahí, donde las laderas paceñas se convierten en otra ciudad, provocando caos vial desde las 11 de la mañana. Arriba, en los principales cruces y caminos alteños, los vecinos instalaron puntos de bloqueo con piedras y quemaron llantas desde temprana hora. De esta manera dieron inicio las 24 horas de paro general decretadas por la Federación de Juntas Vecinales de la Ciudad de El Alto (Fejuve), exigiendo respuesta a las demandas hechas al gobierno del Presidente Carlos Mesa.

Abel Mamani, secretario ejecutivo de Fejuve, explicó los motivos de la medida de presión: «Hace casi dos meses que esperamos respuesta a nuestro pliego petitorio, hace un año que le dimos la oportunidad a Mesa… hoy vemos que no han hecho nada. No vamos a permitir la traición del gobierno». Instalado detrás de una manta de la Fejuve, en la zona de la Ceja, fronteriza con el oeste de La Paz, Mamani detalló el pliego presentado el pasado 27 de septiembre: «Son 18 puntos, hermanito, que piden la nacionalización de los hidrocarburos, el juicio a Sánchez de Lozada y sus lacayos, la reversión de las empresas capitalizadas (privatizadas) y otras cosas más, como la creación de empleos en salud y educación en El Alto o el rechazo al TLC (con Estados Unidos, claro)».

A un centenar de metros, una enorme campana instalada en un quiosco dobló toda la mañana. Y poco a poco, conforme el sol subía, varios líderes sociales se sumaron al contingente de la dirigencia vecinal alteña. Estaban ahí Jaime Solares, principal dirigente de la Central Obrera Boliviana, y también Miguel Zuvieta, de la federación de mineros. Con un megáfono, pidiendo justicia para el pueblo alteño y juicio al expresidente Sánchez de Lozada, Jaime Alanoca se sumó al frente del contingente del Movimiento de Trabajadores Desocupados. Varios miembros de la asociación de heridos durante la insurrección del año pasado también llegaron. Cerca del mediodía, varios centenares de comerciantes de la zona de Villa Dolores llegaron en marcha a mostrar su solidaridad con la medida.

En plena avenida la muchedumbre enarboló sus estandartes, rombos de tela con los colores de la bandera boliviana, que indican siempre que son alteños, que están organizados (y desde cuándo). Lo mismo los vecinos de 16 de Julio que los estudiantes de la Universidad Pública de El Alto, todos se acercaron a gritar consignas. «Al final», dijo entonces Mamani, «el pueblo unido, como tiene que ser. Y las transnacionales se deben ir de El Alto, se deben ir de Viacha, se deben ir de Bolivia. Mesa es un traidor, traidor a los alteños, traidor a octubre».

«Una rosca de desocupados» da plazo al gobierno

Alrededor del mediodía, el presidente Carlos Mesa asistió a un acto en el Colegio Militar para conmemorar un aniversario más de la fundación del ejército. Al concluir declaró a periodistas que detrás del paro en El Alto se encontraba una «rosca (mafia) de desocupados». Luego de las 12:30 comenzaron a llegar hasta la Ceja los primeros «mensajeros» de la Fejuve para informar de la situación en los nueve distritos que conforman El Alto: salvo por algunas zonas muy reducidas, el paro era total, se convertía ya en la movilización más grande desde que, armados con palos y piedras, los alteños bajaron a sacar a Sánchez de Lozada del poder en octubre de 2003. A esa hora, los vuelos dejaron de salir del aeropuerto internacional y de los pocos que arribaron salieron los viajeros con sus maletas caminando varios kilómetros hasta encontrar transporte a La Paz.

Así, el paro alteño se sumó a la serie de conflictos que en el último mes acosan desde varios frentes al gobierno boliviano por el tema del gas y el usufructo de los recursos naturales en este país. Concebida como una «contra-manifestación» al lock out realizado el jueves pasado por los empresarios de Santa Cruz de la Sierra, en el oriente, la movilización de este lunes también dirigió sus lanzas contra el Congreso nacional, los partidos políticos y el gobierno de Estados Unidos.

A las tres de la tarde se realizaron cabildos abiertos en todos los distritos de la ciudad para determinar el curso a seguir. «Vamos a decidir si seguimos hasta 48 horas o lo extendemos indefinidamente. Tenemos asamblea de presidentes vecinales en la noche», explicó a La Jornada Mamani. Y pese al desdén con que unas horas antes se refiriera a la organización del paro, Mesa envió una comisión a las cinco de la tarde, con una nota escrita, para proponer un diálogo abierto en la sede del Ministerio de Trabajo, en La Paz. «Pero los presidentes no aceptaron esta situación, han dicho que este gobierno ya no es creíble y que todas las negociaciones serán en El Alto», respondió el ejecutivo de Fejuve luego de la asamblea de esta noche, «Le estamos dando 48 horas al gobierno para resolver, de lo contrario estaríamos entrando a paro cívico indefinido».

-¿Pero entiende que muchas de sus demandas no podrán satisfacerse en ese plazo?

-Estoy consciente, y en ese sentido vamos a orientar a la población. Mira, la cosa es que el gobierno sabe cómo contentarnos en algunos temas y dejar los más amplios para una negociación abierta. Sabemos además que estamos tocando temas de interés nacional, como la privatización, el juicio de responsabilidades y los servicios básicos.

-¿Se sienten con fuerza y apoyo?

-Por supuesto. Hoy, por ejemplo, también han parado campesinos en siete provincias del sector del lago (Titicaca) y en la provincia Ingavi, sector Viacha. Sabemos que es fácil convocar a la unidad de la población boliviana, porque todos vivimos el mismo problema: el hambre, la miseria, la falta de servicios…

-¿Creen que el gobierno resistiría un paro indefinido?

-(Risas) Definitivamente no, no nos aguanta. Y en El Alto estamos decididos a ir hasta las últimas consecuencias. Ellos se lo han buscado, no es nuestra culpa esta situación.