Recientes cables diplomáticos de Estados Unidos, revelados por Wikileaks, demuestran los esfuerzos de Washington por invisibilizar a medios independientes como Telesur, y «ganar» terreno en la guerra mediática para imponer su visión imperial. En un cable de 2007, revelado por el diario argentino Página 12, diplomáticos estadounidenses hablaban sobre la «necesidad» de contrarrestar las iniciativas […]
Recientes cables diplomáticos de Estados Unidos, revelados por Wikileaks, demuestran los esfuerzos de Washington por invisibilizar a medios independientes como Telesur, y «ganar» terreno en la guerra mediática para imponer su visión imperial.
En un cable de 2007, revelado por el diario argentino Página 12, diplomáticos estadounidenses hablaban sobre la «necesidad» de contrarrestar las iniciativas de medios de comunicación que le han dado un espacio a los movimientos sociales y a líderes de la izquierda en la región.
Según un artículo de opinión de Nikolas Kozloff, publicado en el portal web de Al Jazeera, «anteriormente Cuba había sido un punto focal de la propaganda estadounidense, pero recientemente el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es quien ha encendido la alarma del Departamento de Estado».
Chávez fue uno de los principales impulsores de la creación de Telesur, como un canal de contenido latinoamericano que mostrara la realidad de los pueblos que no tenían voz en las transnacionales de la información estadounidense.
Kozloff destaca que «Chávez ha hecho un esfuerzo por promover medios de comunicación apoyados por Estados de América del Sur para hacer frente a los medios tradicionales y conservadores ligados a Estados Unidos».
Esa iniciativa ha generado el malestar en Washington. «Telesur el que más aumenta la ira» de los diplomáticos estadounidenses, recuerda Kozloff en referencia al contenido de los cables revelados por Wikileaks, en el que las embajadas de la Casa Blanca mostraban su preocupación por «la difusión de documentales ingeniosos» sobre la intromisión de la CIA en América Latina.
El periodista asoma en su texto que existe una frustración en Estados Unidos desde el fracaso «de la derecha y sus medios de comunicación aliados al gobierno de (George) Bush» porque «no pudieron desalojar a Chávez del poder en 2002».
Para Kozloff, fue el golpe de Estado contra Chávez el que advirtió al gobierno venezolano sobre la necesidad de participar en el campo de la información «en primer lugar, mediante la promoción de medios de comunicación nacionales y, en segunda instancia, estimulando el crecimiento de medios más innovadores en Suramérica».
Es por ello que los funcionarios norteamericanos no han cesado en enviar sus «recomendaciones» para disminuir la presencia de esos medios porque consideran que su participación en la difusión de noticias «representa una amenaza para los intereses estadounidenses».
Una de las «propuestas» ha sido ampliar el alcance de la radiodifusión a través de La Voz de América, medio de comunicación del gobierno de los Estados Unidos.
Según los cables de Wikileaks, los diplomáticos de Washington insisten en que Estados Unidos «no puede esperar que los líderes de la región se unan en nuestra defensa, sino enfocarnos en convencer de la manera más proactiva» a Suramérica sobre la supuesta «transparencia» de los intereses norteamericanos.
Kozloff enfatiza que no sólo fueron los embajadores quienes mostraron preocupación por el alcance de Telesur. En el congreso, el republicano ultraderechista Connie Mack afirmó incluso que el convenio firmado por la televisora y Al Jazeera para compartir servicios de información, era para crear «una red de televisión global para terroristas».
Por tal motivo, Mack solitió al Congreso la aprobación de recursos adicionales para La Voz de América, con el propósito de que la señal llegara hasta Venezuela.
Para Kozloff, estos movimientos para contrarrestar a Telesur demuestran las «verdaderas prioridades políticas» de la Casa Blanca en la región y desnudan el «derroche económico en propaganda para su lucha contra la izquierda latina».