La larga y tortuosa noche de Iguala acaba de cumplir seis años. Para las víctimas, sus familiares y deudos, así como la sociedad mexicana en su conjunto el principal obstáculo por Memoria, Verdad y Justicia sigue siendo, sin duda, la participación del Ejército en el delito de desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. El caso es un llamado de atención ante los setenta y tres mil casos de desaparición que existen en el país según cifras oficiales.
A decir del General José Francisco Gallardo la única institución que tiene capacidad para desaparecer y asesinar sin dejar huella es el Ejército. Periodistas como Anabel Hernández o los documentales de Témoris Grecko han evidenciado la participación de miembros del 27 Batallón de Infantería de Iguala, misma que tuvo que haberse explorado desde el sexenio pasado como línea de investigación y que ahora tampoco ha avanzado. Hasta el momento ni el capitán José Martínez Crespo que movilizó a dos pelotones aquella noche ni el coronel José Rodríguez Pérez y sus subordinados han sido llamados a declarar. Tampoco el entonces general de División Alejandro Saavedra Hernández que desde el cuartel de Chilpancingo fue informado de todo lo que acontecía la noche del 26 de septiembre. Los tres militares no sólo están activos sino que han recibido ascensos incluso en el actual gobierno de la 4T.
Los militares monitorearon los C-4 (centros de control, comando, comunicaciones y cómputo) de las principales ciudades, incluidas Chilpancingo e Iguala, por donde se enviaban los reportes y las imágenes de las cámaras de seguridad, sobre los movimientos de los estudiantes desde que salieron de la Normal de Ayotzinapa hasta que fueron atacados en varios puntos de Iguala.
Ahora sabemos que meses antes el general Saavedra estuvo en el escenario de otro crimen en Guerrero: Tlatlaya. Nombrado comandante de la 35ª Zona Militar el 2 de junio de 2014, y el 30 de junio acompañó a sus tropas para proveer seguridad perimetral a las del 102º Batallón en esa localidad, mientras realizaban las maniobras para encubrir la masacre de esa madrugada. Después el entonces alcalde de Cocula, César Miguel Peñaloza Peñaloza, declaró a la entonces Procuraduría General de la República que el general Saavedra le había recomendado a los exmilitares que comandaron a la policía municipal, misma que tuvo un rol clave en los ataques contra los normalistas. Saavedra estuvo a punto de ser Secretario de la Defensa Nacional después de la reconciliación de AMLO con el general Cienfuegos. Las capacidades del general Saavedra para ser contemplado en dicho cargo no fueron sus habilidades para combatir al crimen organizado sino su experiencia en operativos contra guerrillas y movimientos sociales.
Por otro lado en Chilpancingo está la coordinación estatal de la Policía Federal que estuvo presidida por Omar García Harfuch, quien fuera premiado por este gobierno con la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX, y que adquirió celebridad por el atentado fallido que sufrió el pasado 26 de junio presuntamente por el Cartel Jalisco Nueva Generación. Sin embargo, quien tomó las decisiones y borró evidencias como los vídeos del C4, está documentado, fue el Ejército Mexicano con el que el presidente parece tener un pacto de impunidad.
Por el lado político la cuestión también es adversa para el presidente ya que en 2012 hizo campaña y se dejó fotografiar con José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, ambos procesados por los acontecimientos de la noche de Iguala. Lo mismo hizo para el exgobernador Ángel Aguirre Rivero. La justicia avanza a paso de tortuga en Ayotzinapa. Eso explica la fuga de Tomás Zerón a Canadá y luego a Israel. El manto de impunidad sobre exfuncionarios como Arturo Murillo Karam o el propio expresidente Peña Nieto.
La impunidad de Ayotzinapa comienza a parecerse a la de Acteal. Autores materiales liberados por violaciones al debido proceso, muchas disculpas y pocas diligencias que van al fondo de la cuestión. Uno de los sobrevivientes emblemáticos de la tragedia decantado más por la militancia en Morena y el enjuiciamiento a los expresidentes, que por la aparición de sus compañeros. La justicia sometida a criterios político-electorales y a proteger actuales aliados. La oscura y larga noche de Iguala que no cesará hasta terminar con la impunidad.