Navidad… fecha emblemática en el calendario, además de generar un inusitado auge del comercio y de la propaganda, permite a las personas, católicas y no católicas, sentir que al casi terminar el año, sostener la esperanza de soñar con que el año siguiente será mejor… en Bolivia en este 2010, este proceso reflexivo y […]
Navidad… fecha emblemática en el calendario, además de generar un inusitado auge del comercio y de la propaganda, permite a las personas, católicas y no católicas, sentir que al casi terminar el año, sostener la esperanza de soñar con que el año siguiente será mejor… en Bolivia en este 2010, este proceso reflexivo y de encuentro familiar tuvo un desenlace inesperado. En estos 5 años del proceso de cambio en el que vivimos, los sueños-realidades de algunos y las esperanzas de otras habían cobrado un sentido diferente, se han hecho más colectivos, menos consumistas y más de encuentro nacional, al menos para los miles que por décadas que cada fin de año sólo les cabía mascullar su frustración y desesperanza .
Por eso la medida económica lanzada por el gobierno el 26 de Diciembre nos sorprendió a todos, nos hizo sentir la realidad de nuestra economía en el contexto capitalista mundial, que en los términos del mercado del que somos parte y con el que nos relacionamos en las condiciones históricas de la dependencia republicana y neoliberal, muestra como absolutamente racional y necesario el que podamos establecer una economía transparente que no nos pase factura en el proceso de reorganización y redistribución colectiva de la economía plural que sostenemos.
Por tanto no es extraño que convierta en enemigo al contrabando en escala u hormiga que merma los recursos nacionales, aunque permita a los más pobres contar con algún recurso de sobrevivencia. En definitiva enfrentar un problema de sobrevivencia histórica generada por un Estado ausente, para poder recuperar recursos que permitan generar empleo y trabajo. Dejar la subvención de la economía para contar con mayores recursos y recuperar un mayor margen de decisión en el mercado capitalista del que somos parte, porque somos dependientes y coloniales… y asumir que las decisiones políticas tomadas en el proceso no han transformado aún la estructura económica, sino en un proceso redistributivo que alimenta las razones políticas de la continuidad pero todavía no la revolución de la economía, que nos haga cada vez más dueños de nuestro país y nuestro destino.
Sin embargo no bastaba hacer una ecuación económica que se vea confrontada con la política, no bastaba interpretar que el enorme prestigio del liderazgo presidencial permitiría entender a los pobres las razones económicas de esa frontal ruptura con su economía cotidiana de sobrevivencia… Por eso, las medidas económicas generaron primero un clima de incertidumbre, como esperando cuáles serían las medidas complementarias que permitirían al pueblo acompañar la medida de un gobierno que para la mayoría del país, es el gobierno de los pobres.
Entonces empezaron a aparecer los rostros publicitados de la oposición que agazapada siempre había gritado en los medios de comunicación, en realidad en «sus» medios de oposición, los «pronósticos de la traición masista», de la «persecución política» a opositores, de la «dictadura» (extrañamente democrática, que había vencido en 6 elecciones y con el apoyo de la mayoría), de la economía que se caía. Tenían ahora el elemento detonador que buscaban, las «medidas económicas de nivelación económica», rápidamente denominadas como «gasolinazo» por sus connotaciones históricas y afectivas en la confrontación con el neoliberalismo y de afectación a la economía popular.
En medio de la incertidumbre popular que no contaba con la información adecuada y la especulación de los precios que afectaba realmente la vida de los más pobres; reaparecieron los derrotados del pasado encabezando sendas marchas de oposición pidiendo la renuncia de Evo. Estaban los cívicos cruceños y las gobernaciones opositoras, los dirigentes desplazados, los resentidos por falta de pegas, y los transportistas sacando rédito a la desesperación; a ellos se habían sumado cientos de trabajadores formales e informales que carentes de explicación oficial y desesperanzados en su economía se sumaron al coro de la protesta…y finalmente estaban quienes se consideran herederos del proceso, cuando según ellos logren voltear a Evo, con sus funcionarios y sus dirigentes vecinales, con sus grupos de choque que junto a los provocadores de siempre se dieron a la tarea de recrear el escenario del 2003 de levantamiento contra el Neoliberalismo a la cabeza de Goni, amplificada por sus medios de comunicación…
Esta confluencia de factores generó una espiral peligrosa de violencia, que buscaba finalmente sumar los odios con los descontentos, de reclamo legítimo de las organizaciones que demandaban ser escuchadas junto a la mentira irracional de los opositores…y que no podía ser detenida por medidas complementarias en la economía, sino por el retorno a los sentidos políticos fundamentales de la revolución. El liderazgo y el Estado Plurinacional que se deben a las organizaciones sociales, debían retornar a ellas, no sólo para frenar las medidas económicas sino para recomponer un pacto estructural que no se puede abandonar porque son la esencia de la revolución. Por eso el Presidente optó por escuchar a las organizaciones sociales antes que a las imperativas razones económicas del mercado…y derogó el decreto.
En definitiva en estos pocos días, hemos aprendido de forma intensiva de los conflictos que vivimos los bolivianos en el proceso de cambio, y que están marcados por la aún convivencia entre lo neoliberal y republicano junto a lo comunitario y plurinacional. Algunas miradas desde el Estado nos muestran como dependientes de un mercado que sólo en el cumplimiento de sus reglas podremos avanzar como condición para generalizar lo comunitario. Una vez más, ahora que la institucionalidad estatal se construye como representación política pero además como poder económico real, existe la tentación de reducir lo político a lo estatal y no a las dimensiones políticas de las organizaciones sociales que han hecho posible esta revolución.
En definitiva el sistema económico capitalista sólo puede ser fiel a sí mismo y a su esencia desintegradora antes que comunitaria, y que por tanto en una perspectiva revolucionaria de transición como la que vivimos, los factores de mercado deben irse subordinando a las razones políticas de la revolución. Decía Lenin de que la política es economía concentrada , y por ello es la voluntad política de la mayoría la que será capaz de transformar las razones de mercado sino no podemos hablar de la construcción del socialismo comunitario como horizonte político y estaremos condenados a repetir la historia del «perpetuo capitalismo» como parte de nuestro «destino colonial».
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