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Sindicato Mexicano de Electricistas, vanguardia del sindicalismo clasista y dolor de cabeza de algunos despistados

Fuentes: Rebelión

Si existe algún sindicato que puede ufanarse de su legado histórico, de haber derrotado dos intentos de reforma gubernamental para privatizar el sector eléctrico y de haber sobrevivido al golpe de Estado promovido por el ex presidente Felipe Calderón al extinguir a la empresa Luz y Fuerza del Centro en el 2009, ese es el Sindicato Mexicano de Electricistas.

 A casi 16 años de ese golpe, el SME sigue existiendo con reconocimiento oficial a su dirección sindical, contrato colectivo de trabajo y un padrón de 15 mil 28 electricistas. Además, cuenta con una propuesta de reinserción laboral en Comisión Federal de Electricidad basada en el impulso de las energías renovables, la reducción de gases de efecto invernadero y la generación distribuida. En el terreno de la lucha social, el SME está impulsando la construcción de una Nueva Central de Trabajadores para disputar la dirección del movimiento al charrismo sindical y en el terreno internacional forma parte de diversos esfuerzos para reagrupar al sindicalismo combativo y dotarlo de un programa anticapitalista.

 Estos logros hubieran sido imposibles de alcanzar sin una base consciente, movilizada y combativa, y de una dirección clasista como la que representan los compañeros Martín Esparza Flores, secretario general del SME y José Humberto Montes de Oca Luna, secretario del exterior.

 Esta increíble lucha de resistencia del SME se ha forjado al calor del enfrentamiento contra gobiernos neoliberales, manteniendo una sana distancia crítica hacia los recientes gobiernos progresistas, pero también de un firme combate a sus viejas dirigencias burocráticas que en el 2009 llamaron a que el SME quemara sus naves, que sus trabajadores aceptaran la humillante propuesta de liquidación ofrecida por el gobierno, que renunciaran a la protección del sindicato y desacatar el acuerdo de asamblea de no liquidarse.

 Esos sectores son los que hoy representa el ex secretario general Rosendo Flores Flores, apoyado sumisamente por el provocador Mario Benítez Chávez y de su escribano despistado José Arreola (https://rebelion.org/una-).

 Durante el proceso electoral del 2009, cuando el gobierno de Felipe Calderón intentó imponer a su peón, Alejandro Muñoz Reséndiz, como secretario general para minar la posible resistencia al golpe en ciernes, Rosendo Flores fue su principal cómplice. Rosendo Flores y su pandilla, aliados de Felipe Calderón, representan a una corriente política de derecha. Eso explica por qué esa corriente estuvo completamente ausente de toda la digna lucha de resistencia del SME y que ahora, de manera hipócrita, pretenden asumirse como su “salvador”.

 Paralelamente, en nuestra lucha de resistencia, Mario Benítez y otros sectores ultraizquierdistas (al menos así se presentan), se opusieron al acuerdo con el gobierno de Enrique Peña Nieto para alcanzar una solución transitoria que nos permitió alcanzar una liquidación con logros superiores a lo otorgado por Felipe Calderón (de los cuales el propio Mario Benítez resultó beneficiado); ganamos la concesión para generar electricidad en las plantas de la extinta empresa LyFC; obtener la propiedad de terrenos y edificaciones para formar una cooperativa; y, no menos importante, asegurar la existencia del Sindicato Mexicano de Electricistas.

 El centro de su oposición giraba en torno a criticar el haber obtenido la concesión de las plantas de generación, y de establecer una alianza con una empresa portuguesa para constituir la empresa Grupo Fénix, porque, según ellos, ello significaba reconocer la reforma privatizadora del sector eléctrico realizada meses atrás por dicho gobierno. El SME siempre dejó muy en claro nuestra oposición a esa reforma, pero hubiera sido suicida no haber aceptado la solución del conflicto en ese marco. Si el SME existe hoy, es gracias a dicho acuerdo.

 Ante el rechazo aplastante de la Asamblea General a la insensatez de los grupos sectarios, éstos optaron por salirse de la organización sindical y establecer una alianza oportunista con la burocracia de derecha de Rosendo Flores. Confirmando, una vez más, el triste destino de los grupos sectarios, comienzan como estrellas gigantes rojas y terminan convertidos en enanas blancas.

 Lo peor de esta alianza oportunista es que, ante su incapacidad de ganar una mayoría mediante el convencimiento, optaron por ser manipulados, desde los sótanos del gobierno progresista de López Obrador, para intentar dividir al SME. Este nuevo acto de traición a la autonomía e independencia sindical revela su falta de principios y un desesperado intento por ganar la dirección sindical sin importar los medios.

 Desde entonces, la mayoría de estos grupos, que ya no pertenecen a nuestra organización sindical, se han dedicado a inventar supuestos actos de corrupción, que exhiben en la prensa amarillista, pero que han sido desestimados por las autoridades competentes en todos los casos e ignorados por la base electricista.

 Su reciente amenaza de crear una planilla “fantasma” -porque se hace al margen del Estatuto y de la Ley Federal del Trabajo- sería completamente ridícula si no fuera porque proviene de un grupo violento, que el 27 de septiembre de 2019 intentó tomar por la fuerza la sede del SME, y porque vuelve a apostar a la intervención del gobierno en la vida interna de las organizaciones sindicales.

 Aunque podemos estar tranquilos, porque la base del SME dará la espalda a estos grupos de derecha, es necesario continuar dando la batalla política e ideológica en contra de estos engendros oportunistas y sectarios.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.