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Convulsiones en el régimen y la izquierda

Sólo la Revolución Agraria puede resolver la crisis del campo y la ciudad

Fuentes: Izquierda.info

Sólo la revolución agraria puede resolver la crisis del campo y la ciudad. Contra el bloqueo de las ciudades, el desabastecimiento y los aumentos de precios generados por el lockout patronal del campo, la política reaccionaria del gobierno y por la ruptura de los desempleados con las direcciones de D’Elia, Depetris y Tumini que los […]


Sólo la revolución agraria puede resolver la crisis del campo y la ciudad. Contra el bloqueo de las ciudades, el desabastecimiento y los aumentos de precios generados por el lockout patronal del campo, la política reaccionaria del gobierno y por la ruptura de los desempleados con las direcciones de D’Elia, Depetris y Tumini que los dirigen como fuerza de choque de un sector patronal y del gobierno.

Repudio a la política de la oposición de derecha encabezada por la Sociedad Rural, Macri, Carrio y Duhalde. Por la ruptura de la FAA con la SRA. Un programa para unir a los verdaderos pequeños productores, que mayoritariamente no están en los piquetes, los campesinos, los trabajadores rurales y de la ciudad y la izquierda.

I. Contra el bloqueo de las ciudades, el desabastecimiento y los aumentos de precios generados por el lockout patronal del campo.

1. Mas allá de como empezó el conflicto que desencadenó el lockout patronal del campo, éste se ha transformado en un ataque frontal contra los trabajadores y el pueblo en la forma de desabastecimiento, creando subas de precios vertiginosas, desempleo entre obreros de diversas industrias como los frigoríficos, transporte y supermercados y en pérdidas importantísimas entre los pequeños comerciantes urbanos como carniceros, panaderos y otros rubros relacionados con la distribución de comida.

Mientras el lockout patronal no ha impedido que continúen las exportaciones de los grandes grupos y los pools de siembra, los grandes ganaderos y los exportadores de las transnacionales y la oligarquía mantienen sus stocks en silos y en cámaras frigoríficas, los pequeños productores que están siendo utilizados como carne de cañon, no pueden distribuir sus productos, ni transportarlos ni almacenarlos sin recurrir a la gran burguesía agraria.

2. Cualquier política de izquierda, entonces, debe comenzar por la exigencia del levantamiento de este verdadero sitio a las ciudades, este cerco reaccionario contra los trabajadores y el pueblo, particularmente los pobres, que no han podido, como los habitantes de Palermo, Belgrano y otros barrios ricos aprovisionarse en los supermercados para aguantar el bloqueo.

3. Cuando hablamos de pequeños productores, lo hacemos de los aproximadamente 50.000 que poseen menos de 75 hectáreas y que tienen esencialmente una producción familiar. También lo hacemos de los pequeños campesinos misérrimos del norte, entre otros, que explotan tierras exiguas y poco productivas y están fuera del circuito exportador, así como a los cientos de miles de peones rurales que ganan miserias, mayormente en negro, no tienen beneficios y se los aloja en dormitorios insalubres y destartalados. Ellos no están en los bloqueos y deberían ser los aliados más firmes de los trabajadores y la izquierda de las ciudades.

Los pequeños productores de pollos y porcinos, los que tienen pocas hectáreas sembradas no están en los bloqueos y están siendo patoteados por los chacareros ricos que, además, controlan la política pueblerina, para que se sumen al lockout.

4. No nos referimos para nada a los grandes terratenientes de la Sociedad Rural, cuyos 1.000 socios en la parte superior de la pirámide son propietarios de 36 millones de hectáreas ni a los chacareros ricos de la Pampa Húmeda, por ejemplo, que ganan millones y comparten con la oligarquía y las transnacionales la explotación sin límite de los peones rurales y los trabajadores de los pueblos.

La oligarquía, las transnacionales y los chacareros ricos han visto, desde la convertibilidad valorizar sus tierras en un mínimo del 300% y sus ingresos que se han multiplicado geométricamente con el aumento de los precios internacionales. Una masa de inversión de sus ganancias en pueblos del interior, particularmente en la compra de tierras urbanas y la construcción ha encarecido la pequeña propiedad urbana y provocado un alza de los alquileres que afecta esencialmente a los trabajadores rurales y de servicios del campo. Un propietario de 100 hectáreas que no las trabaje en una zona rural de producción media en la Pcia. de Buenos Aires recibe una renta de $150.000 anuales sin mover un dedo. Aquellos que la explotan con soja o productos exportables ven sus ingresos triplicarse.

II. La impotencia de los políticos burgueses para resolver los problemas creados por el capitalismo

5. El origen del conflicto es el tironeo entre la oligarquía, la gran burguesía agraria y las transnacionales por un lado y el gobierno por el otro, por la creciente renta agraria. Después que el gobierno los dejó enriquecerse a destajo, ahora intenta compartir en una proporción mayor esa enorme renta agraria.

Pero el gobierno miente cuando se refiere a que aspira a una «redistribución de la riqueza». La renta agraria de la que se apropia se usa en beneficio de la burguesía ligada a las obras públicas y los negocios de los burgueses de la UIA, al subsidio de las patronales del transporte, peajes, ferrocarriles y petroleras y a todos aquellos ligados a la caja administrada por el Ministro Devido… y a la propia gran burguesía agraria y a las empresas ligadas al imperialismo brasileño.

El excedente no se usa sino para almacenar «reservas» para servir de colateral a proyectos multimillonarios al servicio de la burguesía urbana como el «tren bala.» Pagar la deuda externa o servir de garante a las inversiones extranjeras. Todo esto en un país en donde, con las decenas de miles de millones de reservas se podría resolver el déficit de 6.000 escuelas primarias y secundarias, renovar las universidades que se caen a pedazos, reconstruir la red hospitalaria en ruinas, restablecer líneas ferroviarias y caminos al interior y co-participar la renta agraria.

Este tironeo entre sectores burgueses e imperialistas es el precio que todos estamos pagando por la ausencia de una política independiente de los trabajadores, maniatados por una burocracia sindical mercenaria y la debilidad de la izquierda que es marginal y nunca ha tenido una política agraria revolucionaria ya que esta basada casi exclusivamente en los centros urbanos.

6. En el primer discurso de Cristina sobre la crisis desatada en el campo y que amenaza a las ciudades, la Presidenta describió el límite capitalista de su política: impuestos regresivos sin distinciones de tamaño, región o tipo de producción para todos los productores agrarios. Puso a todos en la misma bolsa con lo que entregó maniatados a los pequeños productores a la dirección política de la Sociedad Rural. A ella se unieron a coro las oposiciones gorilas de PRO (Macri), Carrió (CC) y sectores del radicalismo y aun el mismo Peronista Duhalde.

El Macrismo, el Carriorismo y hasta grupos de neonazis, por razones ideológicas y de ligazón con los grandes capitales del campo movilizaron unos pocos miles en manifestaciones de protesta. Menos de 3.000 concurrieron a la Plaza de Mayo y cientos más a la Residencia de Olivos o en el centro de los barrios pudientes de Belgrano, Palermo y en la esquina de Callao y Santa Fe en los dos primeros días de protesta. Algunos miles más se movilizaron en el interior del país.

Cristina y Néstor volvieron a provocar. En lugar de dejar que esas expresiones minoritarias se expresaran abiertamente y demostraran su carácter antipopular y terminaran extinguiéndose por si mismas, envió a los piqueteros oficialistas a reprimir. D’Elia, Depetris y Tumini sólo lograron movilizar algunos cientos de matones para golpear lo más marginal del movimiento organizado por la Sociedad Rural: aquellos que se manifestaron en la Capital.

Le dieron entonces a la oposición de derecha la bandera de la «democracia» que disfrazó su propia violación de la misma en los bloqueos a las ciudades.

La represión usando patotas sólo causó una repulsa incluso en sectores que no se hubiesen animado a manifestarse a favor de la Sociedad Rural, pero lo hicieron contra las bandas agresoras. La prensa burguesa aprovechó la oportunidad para hablar de «cacerolazos», mintiendo descaradamente al igualar estas protestas con el levantamiento popular contra el gobierno de De la Rua del 2001.

Más aun, esa actividad represiva ordenada por el gobierno, confundió a pequeños grupos de izquierda que se ofrecieron como guardaespaldas de los manifestantes y facilitaron que el Partido Comunista Revolucionario (PCR) y otros exhibieran en toda plenitud su política de alianzas sin discriminación con la burguesía agropecuaria. Partidos como el PO se dejaron impresionar y titularon, artículos mas o menos correctos, con titulares en los que anunciaban «puebladas» que nunca existieron. Ni por su escasa participación ni por su contenido de clase.

Que D’Elia, Depetris y Tumini actuaron bajo órdenes del gobierno quedó plenamente demostrado por la presencia de estos dirigentes al lado de la Presidenta en su segundo discurso en Parque Norte. Sirvientes del orden establecido quedarán a la deriva una vez que el gobierno, como se anuncia, negocie con los grandes capitales agrarios, haciendo tal vez alguna concesión a los que representan sólo el 3% de las retenciones.

Una prueba de que el gobierno esta dispuesto a llegar a un acuerdo que beneficie a los sectores patronales de un lado u otro es la actitud condescendiente tanto de las policías provinciales, de la PFA y de la Gendarmería que han sido meticulosamente prescindentes en el conflicto y cuidadosos en no generar hechos de represión contra las patronales del campo en las primeras dos semanas de conflicto. Una actitud directamente opuesta a la que adoptaron estas fuerzas cuando asesinaron al maestro Fuentealba en Neuquén, reprimieron violentamente a los maestros en Santa Cruz, a los trabajadores del Casino, de Dana y de tantos otros conflictos…

A su vez, ni el gobierno ni estos líderes «populares» de desocupados, ni la burocracia sindical han denunciado el papel jugado por empresarios brasileños, norteamericanos y europeos en la presente crisis, ni el hecho que los dirigentes «ruralistas» hayan sido alentados a sus acciones en reuniones con representantes diplomáticos de EEUU y Brasil.

Es simplemente impensable que la actual confrontación sea ajena a los intereses imperialistas de la región y el mundo que requieren cada vez más alimentos y que están usando los mismos como armas políticas en la región (Colombia, Venezuela, México y los propios países del MERCOSUR).

III. La verdadera solución es una Revolución Agraria que el gobierno no está dispuesto a llevar a cabo. Un programa para la movilización de la izquierda

7. Eliminar las retenciones para los pequeños productores una reducción del 50% de menos de 100 hectáreas; reducción del 20% a todos los productores de menos de 300 hectáreas y un aumento de las retenciones del 20% a todos los pools de siembra, los grandes pulpos y las transnacionales. Este sería un primer paso para desarmar la alianza dirigida por la Sociedad Rural, CARBAP y las otras grandes patronales del campo con la FAA (que sigue con un discurso de «izquierda» a la oligarquía) y restaría todo apoyo a las medidas contra las ciudades de los grandes pulpos.

4. Emitir un decreto de necesidad y urgencia expropiando todos los campos de más de 10.000 hectáreas, o pools de sembradíos alquilados, que no garanticen en el término de 24 horas el normal abastecimiento de las ciudades y poniéndolos bajo control de los trabajadores agrícolas y el estado.

5. Aprobar una ley que obligue a que todas las tierras productivas pasen a manos argentinas, expropiación inmediata de todas las tierras en manos extranjeras, incluyendo los capitales brasileños que hoy controlan la mayoría absoluta de las exportaciones privilegiadas de la Cuota Hilton.

6. Monopolio estatal de todas las exportaciones, nacionalizando las mismas. Creación de un nuevo IAPI que compre toda la producción agraria a un precio nacional único y se encargue de la distribución a nivel nacional de todo lo necesario para el mercado interno a precios populares y exporte el excedente, embolsando el estado las cuantiosas ganancias que hoy queda en manos de la burguesía agraria y la oligarquía.

7. Formación de cooperativas para la explotación de grandes extensiones y explotaciones agrícolas del estado, asociando a ellas a los pequeños productores y dotándolas de. tecnología de punta pagada con créditos baratos y bajo control de campesinos, pequeños productores y trabajadores rurales. Esta política podría ser complementada por la redistribución de tierras fértiles entre los campesinos existentes y de manera prioritaria entre los pueblos originarios, zonas donde estas poblaciones son de importancia numérica.

8. Salario mínimo, garantizado y estable de $3.200 para los peones rurales; provisión de vivienda a crédito en pueblos y ciudades del interior con pagos de 10% de los ingresos familiares mensuales. Garantizar todos los beneficios de salud, vivienda y educación dignas para todos los trabajadores rurales que vivan en la propiedad explotada por las grandes patronales y chacareros ricos del país.

9. Por la inmediata conformación de un frente de las organizaciones obreras, la izquierda, los trabajadores rurales, los campesinos y los verdaderos pequeños productores para luchar por este programa.

10. Que la FAA y los pequeños productores rompan con la SRA y toda su dirección oligárquica y con la burguesía agraria. Con ellos, su futura quiebra económica y la pérdida de sus tierras está asegurada.

11. El patoterismo y la represión no pueden reemplazar la ausencia de una política agraria revolucionaria. El futuro de los desempleados no reside en su utilización mercenaria por parte del gobierno como grupos de choque, sino en su participación activa en una revolución agraria, anticapitalista que produzca acumulación económica, empleos genuinos, educación, alimentación y vivienda dignas para todos los trabajadores del campo y la ciudad. Los desempleados deben romper con las direcciones traidoras de D’Elia, Tumini y Depetris que, tras un lenguaje populista, los llevan a servir a la política burguesa del tironeo por la renta agraria de un sector de la clase dominante contra otro.

12. Este gobierno no hará nada de esto. Esta en contra porque su proyecto es de «desarrollo» económico ligado al imperialismo y los grandes capitales extranjeros y nacionales. Por eso ni siquiera menciona a quienes desde las embajadas han metido las pezuñas en el conflicto. Este programa hay que arrancarlo con la fuerza de la movilización y organización independiente de los trabajadores del campo y la ciudad.

La izquierda debe dirigir todos sus esfuerzos y movilización a golpear contra el centro de la crisis: los puertos privados exportadores, las grandes propiedades agrarias, los grandes depósitos, silos y cámaras frigoríficas de los pulpos y los grandes acaparadores y agiotistas mayoristas de las ciudades que han aprovechado la presente crisis para aumentar precios y desabastecer a los trabajadores y el pueblo.

Allí hay que golpear porque pondría en crisis la política tanto del gobierno como de la oligarquía y la burguesía agraria e indicaría una dirección independiente para los trabajadores del campo y la ciudad y el pueblo, atacando el centro de lo que podría constituirse como la base de un nuevo acuerdo entre el gobierno y las organizaciones de los pulpos agrarios.