Javier, compañero de Irola Irratia en Bilbao, pasó diez años viviendo en Chiapas y en otros lugares de Centro América. Trabajó como observador de derechos humanos, fue brigadista en el conflicto zapatista y profesor de promotores educativos, entre otras tantas actividades. De vuelta a casa nos presenta Somos Viento, un documental radiofónico destinado a los […]
Javier, compañero de Irola Irratia en Bilbao, pasó diez años viviendo en Chiapas y en otros lugares de Centro América. Trabajó como observador de derechos humanos, fue brigadista en el conflicto zapatista y profesor de promotores educativos, entre otras tantas actividades. De vuelta a casa nos presenta Somos Viento, un documental radiofónico destinado a los medios alternativos sobre la historia y la filosofía del EZLN.
El encuentro
En los años 60 la selva Lacandona en Chiapas, al sureste de México, estaba en pleno proceso de colonización . La población indígena de origen maya, vivía en un régimen feudal de semi-esclavitud, trabajando la tierra para terratenientes. En los 80 un grupo armado de inspiración marxista llega a la selva con la intención de levantarse en armas, formar una vanguardia revolucionaria y lograr que el pueblo les siga para conducirles a su emancipación. «Pero al contacto con las comunidades indígenas, estos revolucionarios sufren una profunda transformación, hasta el punto de que serán los autóctonos quienes acaben por convertirse en los dirigentes del movimiento.» Durante diez años la revolución zapatista se cuece a fuego lento y en silencio en el corazón de la selva.
La noche de año nuevo de 1994 el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) toma por sorpresa San Cristóbal de las Casas y seis cabeceras más en el estado de Chiapas. Nadie lo esperaba. México acababa de firmar el tratado de libre comercio con EEUU y promulgaba con entusiasmo su entrada en la modernidad. «Las guerrillas latinoamericanas eran cosas del pasado; el Salvador había firmado la paz dos años antes y todo indicaba que en Guatemala iba a suceder lo mismo.» Hacía casi un lustro que el muro de Berlín había caído y con él, el fin de la Guerra Fría y la desarticulación de la URSS. La izquierda se encontraba desorientada y en crisis de identidad y de repente… ¿una guerrilla en México? ¿A las puertas de la frontera con EEUU? ¿De qué iba todo esto?
EZLN
Cuando Villa por el Norte y Zapata desde el Sur llegaron a la capital mexicana el 4 de diciembre de 1914, Pancho ofreció a Emiliano sentarse en la silla presidencial. Éste rehusó pensando que no era lugar para un revolucionario. Entonces Villa con desenfado, se sentó para la famosa foto. El detalle de Emiliano Zapata deja ver una filosofía que perdura hasta hoy. Un revolucionario no se sienta en la silla del poder sino que presiona al poder para que actúe según demanda el pueblo. Así también el EZLN.
En 1994, el contexto internacional obligaba a un decir algo nuevo y la fusión con los indígenas lo permite. Ya no se trata del discurso tradicional de la izquierda. Una de las diferencias fundamentales es que en ningún momento se plantea la toma del poder.
La intención no es derrotar al ejército, llegar a la capital, tirar al presidente y colocarse ellos en el gobierno, como por ejemplo ocurrió en Cuba. La óptica desde dónde se articula este movimiento es muy diferente.
El poder no es un sitio al que llegar y desde donde dirigir. El poder es una relación en la que uno manda y otro obedece. El propio lenguaje indígena refleja esta filosofía; en idioma Tzeltal no se puede decir yo mando sin decir tú obedeces en la misma frase. Por tanto el discurso es otro; no necesitamos tomar el poder porque en el momento en que desobedecemos ya lo tenemos. Nosotros vamos a auto-organizar la vida en nuestro territorio y vamos a intentar que otros en otros territorios, puedan hacer lo mismo.
Otra de las innovaciones que promueve este ejército indígena es la renuncia a los dogmatismos. Todo un ejercicio de humildad, en el que no se predican recetas infalibles. Por eso se escuchan cosas como estás: «Nosotros caminamos preguntando. Vamos probando como queremos que sean las cosas y si algo no funciona, lo cambiamos, vamos construyendo sin dogmas. No buscamos seguidores sino interlocutores. No queremos ser vanguardia en la lucha contra el capitalismo, todo funciona mejor cuando la gente participa y aporta.»
También justifican la utilización de la violencia; tomamos las armas para que nos escuchen, antes de ponernos los pasamontañas nadie nos miraba a la cara, nos ignoraban, no existíamos.
La vocación del EZLN es nacional, es decir, a pesar de asentarse en Chiapas la reivindicación de sus derechos es compartida y exportable al resto de comunidades indígenas del país. En México alrededor de un 10% de la población es indígena, lo que supone 12 millones de personas con más de 60 lenguas nativas diferentes. «Prácticamente todos los movimientos indígenas reclaman la autonomía y el respeto de sus territorios. Que les dejen existir como son, conservar su identidad y no les organicen la vida. El EZLN ha jugado el papel de hermano mayor dentro de las reivindicaciones indígenas mexicanas por tener más autonomía, ser más mediáticos y por supuesto, por tener un enfrentamiento con el poder como grupo armado.»
La comunidad zapatista, un estado paralelo
El anciano indígena presumía ante el joven brigadista europeo de que ellos llevaban en lucha y resistiendo más de 500 años. Y cuánto crees que queda todavía? – preguntó el joven- pues yo diría que otros 500.
«Su visión estratégica es muy diferente, aquí los movimientos sociales hacen planes a cinco o 10 años a lo sumo, ellos piensan en generaciones. Estuvieron varios años en silencio, si hacer pronunciamiento alguno. La lectura que se hace desde aquí es que han desaparecido porque no dicen nada pero ellos han seguido trabajando y cuando logran avances salen y los muestran.»
Y es que la realidad de las comunidades zapatistas es difícil de entender para la mentalidad occidental, no sólo por su contexto y su historia, sino sobre todo por su forma de ver y entender el mundo. Es fácil hacerse una idea superficial viendo como los campesinos pobres de Chiapas se han apropiado de la tierra por medio de un levantamiento armado. Pero descubrir lo que ocurre en la selva es más complejo. Javier nos explica cómo funciona este estado paralelo. «La idea es la de la construcción de la autonomía dentro de su propio territorio. Para ello se apoyan en su propia tradición. Siempre han vivido en zonas muy apartadas de las grandes urbes desde generaciones, a 14 horas por carretera hasta el pueblo más cercano. Se han acostumbrado a solucionar sus propios problemas y cubrir ellos mismos sus necesidades. Cuando hay que enseñar a leer o cuando alguien enferma, se le enseña o se le cura en el pueblo. Si alguien le roba a otro una gallina, a nadie se le ocurre ir a la ciudad a poner una denuncia.»
Esta autonomía ancestral se hace ahora, con la llegada del zapatismo, más compleja. Se forman gobiernos, se nombran autoridades, en una especie de federalismo, lo que llaman el autogobierno. Hay cinco centros políticos divididos por zonas, cada uno de ellos tienen un gobierno regional y son sede del autogobierno. Son los llamados Caracoles.
Los cargos son voluntarios, rotativos y no remunerados. «No es común que alguien se postule para un puesto, ya que se vería como un gesto ostentoso o presumido. Es más bien al contrario, alguien en la asamblea dice: yo creo que tal persona sería buena para ese trabajo. Si alguien nunca acepta ningún cargo se le mira mal porque no participa en la comunidad. Nadie tiene un cargo de por vida y el resto del pueblo es quien se encarga de mantener a quien ha sido elegido y cultivar sus tierras mientras permanezca en el cargo. Esta filosofía hace que haya un gobierno pero que no exista un estado. No hay una clase dirigente y otra dirigida. Hay una participación masiva en las estructuras de gobierno, el que no ha estado en un cargo ha estado en otro. En todas las familias hay participación y la toma de decisiones es más sociabilizada.» Todo este sistema funciona entre otras cosas porque la sociedad indígena no tiene diferencias económicas, todos son igual de pobres, igual de ricos, no hay clases.
El cooperativismo es otra de las patas de este estado indígena paralelo. La producción agrícola y ganadera funciona a base de cooperativas.
Otros campos en los que se trabaja autónomamente dentro del territorio zapatista son en el de la educación y la sanidad. «En un país racista como es México, los médicos tratan habitualmente con desprecio a los indígenas; les hablan en español sin considerar si lo saben o no, les tratan de sucios e ignorantes. Lo mismo sucede en las escuelas.» Los promotores educativos, los educadores enseñan de forma distinta dependiendo del idioma que hable la comunidad en la que trabajan. Actualmente existe la educación primaria y la secundaria, el sueño es levantar una educación superior, la FP y una universidad propia. Por su parte los promotores de salud trabajan en hospitales y clínicas donde conviven la medicina tradicional y la moderna.
El enfrentamiento con el mal gobierno
La selva Lacandona es rica en recursos, de esos que son apetecibles para las grandes multinacionales del saqueo y sus aliados. Es el pulmón selvático, el granero y el cafetal de México mientras su población indígena malvive en la pobreza. Hay además pozos de petróleo, minas de oro, de uranio… «todo eso está parado desde hace 20 años, las comunidades no tienen ningún interés en que se extraiga nada y no lo permiten.» Así el control del territorio es un punto de enfrentamiento clave con el gobierno. Otro punto de enfrentamiento es la industria del turismo. «Existe un megaproyecto de un corredor desde San Cristóbal a Palenque donde se pretende levantar el «nuevo Cancún». Se han construido algunas infraestructuras, se está haciendo la carretera y el aeropuerto de Palenque está ya proyectado.»
Frente a esta industria del turismo las comunidades han empezado tímidamente a abrir espacios para un turismo local que podríamos llamar alternativo o ecológico. «Cabañas junto al río donde la comunidad ofrece la comida y donde se trata de hacer una reivindicación de un turismo legítimo, respetuoso con el medio y gestionado por la gente local y no por grandes compañías extranjeras.»
En este enfrentamiento con el gobierno mexicano y su ejército, destaca como estrategia más oscura la de los paramilitares. «Se trata de grupos de campesinos que han recibido entrenamiento por parte del ejército o la policía y se les incita a sublevarse contra el EZLN. Se les proporciona armas y dinero. El gobierno lo plantea de cara a la opinión pública como que el Estado no tiene nada que ver y se trata de enfrentamientos entre comunidades indígenas que justifican la presencia de cuarteles militares.» Esta estrategia se combina con la de ofrecer dinero a campesinos para que abandonen la organización zapatista; subvenciones para sus tierras, becas para sus hijos… «el éxito es más bien relativo, después de 20 años los zapatistas siguen y son más que cuando empezaron.»
El 22 de diciembre de 1997, 45 indígenas tzotziles fueron asesinados por paramilitares mientras rezaban en una iglesia de la comunidad de Acteal. La matanza de Acteal supuso un punto de inflexión y la enorme repercusión que tuvo este suceso hizo recular al gobierno. «Siguen existiendo ataques pero de forma más esporádica, aunque en los últimos tiempos parece que hay un rebrote…»
Galeano y Marcos
…una muestra de este recrudecimiento es la brutalidad con la que fue asesinado el maestro Galeano, emboscado junto con otros compañeros indígenas el pasado mes de mayo. «Galeano se encontraba en La Realidad, unos de los cinco caracoles zapatistas, lugar importante del movimiento que alberga una de las Juntas de Buen Gobierno. En esta ocasión los paramilitares estaban vinculados a distintos partidos políticos como el PRI y el partido Verde, lo que resultó sorpresivo al ver la complejidad con la que se estaban organizando.» ¿Se está volviendo la crueldad de los años 90? ¿Qué están tramando? El suceso ha recordado a los peores tiempos del paramilitarismo en Chiapas.
El hecho ha tenido una respuesta de repulsa amplia y contundente por parte de la sociedad civil mexicana y también fuera de sus fronteras. Y tal vez a consecuencia de todo esto, el vocero del movimiento y jefe del aparato militar, el Subcomandante Marcos ha renunciado a la vida pública y militar. El Sub Marcos dejó de existir. Otro histórico del movimiento, el comandante Moisés, será quien le remplace. «La renuncia de Marcos tiene algo de denuncia, de querer amplificar la muerte de Galeano, Marcos muere, que viva el compañero Galeano! se proclamó. Por otro lado cabe recordar que todos los cargos zapatistas son rotativos, y así el gesto entra dentro de esa lógica; el sujeto que construye esta sociedad es un sujeto colectivo no puede ser individual. Marcos estaba desde 1983, su remplazo es un síntoma de madurez.»
La juventud y el futuro
Los zapatistas promueven mucho la participación política de los jóvenes. Cuando uno está soltero debe hacer algo por su comunidad, ya cuando te casas te dedicas a cuidar a tus hijos. Así todos los cargos están llenos de jóvenes entre los 18 y los 30. «Muchos han nacido despúes del levantamiento o se han criado en este contexto, tienen otra mentalidad, ha habido más migración a la ciudad, cosa que hace 20 años era impensable, y han tenido contacto con otras gentes, como por ejemplo con los brigadistas extranjeros. La generación que viene es más abierta al mundo, se trata de un relevo generacional lógico y sano.»
De este modo el futuro del movimiento zapatista pasa por la continuidad. Hacia dentro; la lucha por la autonomía dentro de su territorio. La acción política consiste en resistir al poder. «Resistir significa también esperar pero para ellos es un concepto activo, el que espera está aguantando resistiendo. Pueden estar mucho tiempo esperando el momento oportuno para actuar, ya dijimos que piensan el tiempo en generaciones. Su misma historia lo indica; nacen en la selva en 1984 y pasan diez años organizándose sin salir a luz pública. Van a seguir en esta línea.»
Hacia afuera; buscan el encuentro con la gente de los movimientos sociales no vinculados a partidos políticos. El zapatismo ha tenido desde el principio muchas muestras de solidaridad, de la izquierda latinoamericana y de organizaciones estadounidenses y europeas en Noruega, Alemania… Sin embargo llama la atención la próximidad y la afinidad con algunos países Mediterráneos. «Sin tener nada que ver con el pensamiento libertario, el zapatismo llega a planteamientos muy similares. La autogestión, la socialización del poder, la autonomía sin ser los mismos conceptos son realidades muy presentes en sus comunidades.»
El zapatismo no pretende ser un modelo a seguir, sino más bien una referencia que pueda inspirar. «Por eso no hay que verlo sólo como un movimiento al que se puede apoyar y con quien solidarizarse sino también como una relación de la que podemos aprender mucho.»
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