Sucre, Noviembre del 2007. Luego de una violenta movilización estudiantil al amparo del llamado Comité Interinstitucional, que determinó el enfrentamiento con fuerzas policiales que resguardaban las sesiones de la Asamblea Constituyente bajo la consigna del traslado de los poderes a la ciudad de Sucre como imposición a la Asamblea Constituyente, provocándose en la arremetida una […]
Sucre, Noviembre del 2007. Luego de una violenta movilización estudiantil al amparo del llamado Comité Interinstitucional, que determinó el enfrentamiento con fuerzas policiales que resguardaban las sesiones de la Asamblea Constituyente bajo la consigna del traslado de los poderes a la ciudad de Sucre como imposición a la Asamblea Constituyente, provocándose en la arremetida una serie de heridos y 4 muertos, que posteriormente desembocó en un alzamiento urbano que destruyó las instalaciones policiales y gubernamentales existentes en la ciudad.
En estas condiciones y frente a las órdenes superiores de la policía de no enfrentar directamente a la turba, el comando departamental de la policía decidió el repliegue inmediato de sus efectivos hacia la ciudad de Potosí, distante a dos horas y media de Sucre. En el camino además sufrieron nuevas bajas bajo el acoso estudiantil, incluido el propio comandante de la guarnición.
En este repliegue repentino, también los efectivos que custodiaban la cárcel y que se encontraban asediados por los manifestantes y los propios presos, decidieron su retiro no sin antes aprobar junto a las autoridades penitenciarias, dejar en libertad a los presos para evitar su linchamiento por parte de la turba que ya había empezado a quemar el penal.
Mientras los efectivos se retiraban de forma desordenada y en marcha de protesta, gritaban a la población «…ahora sí Sucre sin policías…jódanse solos¡¡» en una expresión de rabia contenida por la forma en la que la ciudad había asumido que los muertos y heridos eran culpa del cuerpo policial, consigna enarbolada por el comité interinstitucional que a través de los medios de comunicación azuzaba a la gente a cobrar «venganza» por los daños sufridos. Incluso el canal 13 universitario, bajo el invento de una supuesta agresión, mandó a la turba a quemar la estación de bomberos, aledaña a sus instalaciones.
En un primer momento y luego del repliegue policial, lo que sucedió fue una cacería por las calles y en los barrios, de sospechosos de ser oriundos de La Paz o del ser simpatizantes del MAS, partido de gobierno. En algunos barrios colgaron y amarraron a policías que no pudieron unirse a la retirada, en otros los golpearon junto a algunos constituyentes que se aventuraron a regresar a la ciudad. En todos los casos, sin embargo, no se produjeron muertos en estas acciones.
Sin embargo de la radicalidad con la que ocurrieron los hechos, no estamos frente a una insurrección popular y revolucionaria, donde la acción popular contempla una reapropiación colectiva de la ciudad y sus medios frente al Estado, donde existe una conciencia del cambio y una responsabilidad comunitaria que sustituye la presencia del Estado organizador. No es la Comuna de París con el proletariado victorioso el que dirige el proceso de reorganización social, teniendo como fundamento la autodeterminación. Es el Comité Interinstitucional, con un discurso racista y excluyente que raya en el fascismo con la presencia militante de los grupos de choque universitarios y la «juventud cruceñista», que abastecidos de infraestructura ofensiva y de alcohol por funcionarios ediles, han quedado al mando de la ciudad.
Improvisados varitas de la alcaldía junto a los grupos de vigilancia de los barrios son los que han asumido la seguridad de la ciudad. Mientras tanto ya existen más de 100 denuncias de robos menores además de la destrucción de instalaciones bancarias y robos de autos.
El ambiente en la ciudad es de total desconfianza de unos a otros. La gente transcurre por las calles mirando rostros y evitando miradas que delaten la pertenencia a los estigmatizados paceños o masistas, pero también a los grupos de jóvenes que transcurren en la urbe sin saber bien que es lo que sigue con rabias contenidas que se desbordan en el alcohol y las grescas callejeras.
Mientras tanto Jhon Cava dirigente del Comité Interinstitucional ha manifestado que si se readmite a la policía «…será sin armas y además que sean chuquisaqueños porque no queremos policías paceños, orureños o potosinos…» acentuando una vez más el tinte racista de los que hoy gobiernan esta ciudad. Por su parte el gobierno y la Comandancia General de la policía han ratificado su predisposición a volver a cumplir sus específicas funciones, con las garantías necesarias, aunque en principio no exista infraestructura alguna para que el cuerpo policial cumpla sus funciones. La población entretanto, empieza a manifestar su congoja frente a las edificaciones quemadas, a las decenas de camionetas y motos incendiadas, a las armas y material policial saqueado que hoy pululan en las calles con anónimos dueños de lo ajeno.
Existe un principio de orden que en Democracia permite la existencia institucional que hoy se ha borrado en Sucre dejando serias cicatrices y cuyos propiciadores, políticos reciclados de anteriores gobiernos pertenecientes al Comité Interinstitucional, sólo albergan ideas de lucro personal y la posibilidad de lograr capital simbólico para convertirse en autoridades en alguna elección futura. Quienes en realidad viven la zozobra de la dramática la situación de la ciudad, es el pueblo pobre sucrense que se encuentra todavía más indefenso que antes y con una incertidumbre total en las actuales condiciones a las que sus dirigentes los han llevado. La supuesta victoria sólo ha traído luto y mayor pobreza, junto a la desconfianza regional y local entre los pluridiversos pobladores de esta ciudad…hacen falta razones para la esperanza.