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Sur de Europa, ¿Colonia del siglo XXI?

Fuentes: La Época

  El pasado martes el mundo enteró contempló uno de los episodios más vergonzosos de la diplomacia en las últimas décadas. Francia, Italia, Portugal y España cometían un verdadero atropello a la diplomacia internacional, a la dignidad de un Presidente y a la del Pueblo al que representa. El Presidente Evo Morales Ayma, el primer […]


 

El pasado martes el mundo enteró contempló uno de los episodios más vergonzosos de la diplomacia en las últimas décadas. Francia, Italia, Portugal y España cometían un verdadero atropello a la diplomacia internacional, a la dignidad de un Presidente y a la del Pueblo al que representa. El Presidente Evo Morales Ayma, el primer mandatario indígena de América Latina, permaneció atrapado por más de 13 horas en el aeropuerto de Viena (Austria).

Este atentado también lo cometían estos 4 países a la propia soberanía de los Estados. Una injusticia que se hacía tanto a los países de América Latina, que han vuelto a demostrar la unidad regional mediante la convocatoria de la Cumbre Extraordinaria de la UNASUR, como a su propia soberanía, vendida a los intereses de los Estados Unidos. Desgraciadamente en el seno de la Unión Europea ya nos hemos dado cuenta de que el concepto de Estado Soberano puede estar muy vacío de contenido. En los últimos 5 años de crisis económica y social que sacude a los países europeos, Italia, Portugal, España, Grecia, Irlanda, y en menor medida, pero también Francia, han cedido gran parte de su soberanía a organismos internacionales como el FMI o a los países del Centro europeo. Lo que ha ocurrido esta semana no es más que un nuevo capítulo, pero aún más terrorífico, del proceso de conversión periférica y dependiente que se está desarrollando en los países del sur de Europa.

Resulta incomprensible como ante la denuncia del espionaje masivo cometido por los servicios secretos estadounidenses a los ciudadanos y ciudadanas europeos, y a las instituciones públicas, tanto comunitarias de la Unión Europea como a las de los propios Estados, la respuesta de Europa haya sido tan tibia y apenas se le hayan exigido explicaciones al Presidente Barack Obama. En vez de esto, la actitud tomada ha sido la de defender los intereses estadounidenses, en este caso colaborando en la persecución de Edward Snowden, aunque ello requiera saltarse las leyes internacionales sobre diplomacia y pongan en ridículo sus actitudes.

Es cierto que estos 4 países tras hacerle caso a su amigo (así se refería el Presidente Evo Morales el pasado miércoles a Estados Unidos) y no permitir el vuelo del avión del Presidente por su territorio, se dieron cuenta del ridículo internacional que estaban realizando y que una vez más pone en entredicho el significado que la democracia tiene para estos países. La miopía Europea está en peligro de convertirse en ceguera total, si es que no lo ha hecho ya. Estados Unidos y su Presidente, el que fue reconocido como Premio Nobel de La Paz, mantienen las clásicas actitudes imperialistas llevadas a cabo por Estados Unidos desde comienzos del siglo XX.

Además, en estos últimos años, estas actitudes imperialistas han tenido muy presente a el propio territorio europeo. Así ha sido en el caso de los vuelos clandestinos de la CIA. Vuelos que trasladaban a presos sin juicio para ser torturados en cárceles clandestinas de terceros países sin conocimiento, aparente, de los mismos por parte de los Estados europeos. O la retención de Julian Assange, que lleva más de un año refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres ante el temor de ser repatriado a Estados Unidos para ser «juzgado», o mejor dicho, condenado por la filtración de WikiLeaks en un juicio sin garantías como el de Bradley Manning.

Estas actitudes serviciales de gran parte de los países Europeos muestran el proceso de retroceso en los derechos sociales y calidad de la democracia que se está experimentando en los últimos años en esta región del mundo. No se trata de un desgobierno, se trata de un gobierno por y para unos actores concretos, llámense mercados, capitales o potencias imperialistas. Europa pierde el Norte, y se convierte cada vez más en una Colonia del mismo. Por su parte, América Latina sigue construyendo unidad y soberanía, una nueva forma de entender las relaciones internacionales, con independencia, hecha desde el Sur y para el Sur. Proyectos de integración regional como la UNASUR, a pesar de su gran diversidad ideológica, muestran su unidad y rompen las cadenas de la dependencia que en la desunión tuvo América Latina.

Quizás ahora sí, es el momento de que Europa «descubra» a América Latina. Que descubra que es posible hacer política alejada de los intereses de los mercados y de las potencias imperialistas, política para los ciudadanos y ciudadanas que aseguren el vivir bien de los Pueblos. Es hora de que Europa cambie de rumbo y rompa con la dependencia de los Estados Unidos y de los mercados.

 

Sergio Martín-Carrillo, Twitter: Sergio_MartinC

Candidato a Doctor en la Universidad Pablo de Olavide, miembro de la Fundación CEPS.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.