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«Techo e’ paja», conducirá programa de TV

Fuentes: Rebelión

En 1973, en plena dictadura del General Hugo Banzer, un grupo de agentes de la Interpol, rústicos y huraños, buscan escrupulosamente por todo el aeropuerto, al dueño de una valija color marrón, llenita de clorhidrato de cocaína. Interrogan a unos turistas canadienses, cotejan testimonios, se niegan a creer lo que está delante sus narices: todos […]

En 1973, en plena dictadura del General Hugo Banzer, un grupo de agentes de la Interpol, rústicos y huraños, buscan escrupulosamente por todo el aeropuerto, al dueño de una valija color marrón, llenita de clorhidrato de cocaína. Interrogan a unos turistas canadienses, cotejan testimonios, se niegan a creer lo que está delante sus narices: todos los indicios apuntan a que el dueño de «la merca», es el Ministro de Salud del régimen. Su nombre es, Carlos Valverde Barbery. Está acompañado de su hijo, un joven de 15 años y calvicie prematura. Ambos, hacen berrinche y gritan que «esto no se va a aquedar así carajo». El nombre del muchacho es, Carlos Valverde Bravo.

Exactamente 20 años después (1993), del mismo aeropuerto, la misma policía de Interpol, se lleva a Chonchocoro, a un hombre calvo que hasta el momento de su detención, fue director de Régimen Interior del Ministerio de Gobierno. Está acusado de transportar en decenas de viajes a Europa, pequeñas estatuillas de cocaína, de Jesús Malverde, el «santo de los narcotraficantes». El nombre del pelado es Carlos Valverde Bravo.

En 1975, Banzer, le obsequió miles de hectáreas de tierras fiscales a Roberto Suárez, «el rey de la cocaína». Por su parte «el rey», devolvió el favor, entregando a los matarifes, millones de dólares, a través de los generales, Alfredo Arce Carpio y Mario Vargas Salinas, ministros del Interior y de Trabajo del dictador.

Existen cientos de truculentas historias, sobre las azarosas relaciones carnales, entre la dictadura, el sistema de libre mercado y el narcotráfico.

Yolanda Prada (esposa), Ericka y Patricia Banzer (hijas y secretarias privadas del tirano), Luis Alberto Valle y Marino Diodato (yernos), todos relacionados con el tráfico de estupefacientes, que los medios de comunicación, se encargaron de ocultar en el fondo del desván.

En agosto de 1976, Hugo Banzer, obsequió al más querido de sus camaradas 7.200 hectáreas de tierras estatales, en una zona denominada Huanchaca, vocablo quechua que quiere decir: «Puente de las penas». El agraciado de los mimos y halagos del malandra de Bolivia, era el General Juan Pereda Asbún. De Huanchaca, saldrán las avionetas del Coronel norteamericano Oliver North que inundarán de droga los barrios pobres de las ciudades de EEUU.

La maniobra se denominaba «Operación Irán-Contras» o el «Irangate», que en una complicada triangulación, altos funcionarios de la administración de Ronald Reagan: fabricaban cocaína en Bolivia, la vendían en los suburbios de Nueva York, con ese dinero contrataban mercenarios para atacar a la revolución sandinista y también vendían armas a Irán.

Con una parsimoniosa voz de marrano, sujetándose con las dos manos la barriga, uno de los oficiales de la DEA, declaró que el gobierno de Víctor Paz y Sánchez de Lozada (MNR), tenía conocimiento de lo que «sucedía» en Huanchaca.

El 20 de diciembre de 1987, la avioneta de Samuel Doria Medina, aterrizó en la hacienda de su amigo de infancia, Isaac Chavarría Diez de Medina. Luego de un generoso asado, con cerveza alemana y vinos chilenos, se despidieron. Al momento del adiós, Isaac «Oso» Chavarría. Le entregó a Samuel una maleta llenita de dólares, para financiar la campaña del MIR.

El 16 de diciembre de 1990, en una mansión con dos piscinas y 20 habitaciones, la DEA arrestó a Jorge Suárez, alias «techo e’ paja» y su esposa. Su abogado, Carlos Sánchez Berzaín, afamado defensor de narcotraficantes, no pudo impedir que «techo e’ paja», fuese condenado a 30 años de cárcel.

El viernes 23 de diciembre de 1994, el fiscal de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) Fernando Mita, emitió una orden de detención contra Oscar Eid, Rosario y Edith Paz Zamora, (hermanas del expresidente, Jaime Paz) además de Doria Medina y otras siete personas.

Prácticamente, toda la cúpula del dizque Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, era parte del «Cartel del MIR», incluida Susana Seleme, y la súper estrella del periodismo narco; Carlos Valverde.

El viernes 4 de enero de 2002, delante de un ejército de periodistas sordo mudos, el presidente, Tuto Quiroga, designó Comandante de la Policía, al General Wálter Carrasco, ex edecán del narco dictador, Luis García Meza.

Viernes 11 de diciembre de 2015. Desde las 8 y 30, el pelado, Carlos Valverde, aspira por la nariz el aroma de un té de frutas. Media hora después, de una vagoneta raybanizada, descienden el encargado de negocios y el asesor jurídico de la Embajada de Estados Unidos: Erik Foronda y Peter Brennan.

Entre las tazas de café que van y vienen, los funcionarios de la embajada le entregan al pelado, un certificado de nacimiento de un hijo de Evo Morales que no existe.

Cuando el gobierno denunció que el bullado «caso zapata», fue diseñado e implementado en el Hotel Los Tajibos, Carlos Valverde, admitió: «sí, Peter Brennan, me invitó a tomar desayuno porque quería que le explique el contenido de mi libro Coca, territorio, poder y cocaína».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.