Somos de los que permanecen cuando los gobiernos pasan, parafrasearán los de siempre. El poder se ha hecho para entrar: no para salir, repiten los más advenedizos. Ante la angustia por el desgaste, se recurre al neutralizador de ambiciones subalternas que, además, reconquiste lo perdido, al parecer sólo para seguir medrando desde el nuevo-viejo Estado.
Esta es la parte en que la nave del nuevo Estado, todavía dominante e irascible aunque ya no tan hegemónico como hace dos años, comienza a hacer aguas por las fisuras paradójicamente abiertas desde adentro-más que torpedeadas por fuera- viendo su capitán en el referéndum Revocatorio -solito, no acompañado-, pero sobre todo en la recomposición y la neutralización de ambiciones inter-hegemónicas, uno de los salvavidas que puede mantenerlo a flote en los próximos 33 meses.
Pero la estratagema -esbozada antes del cambio de Gabinete y su intento re-composicional del régimen-. fue advertida y rechazada lo mismo que la convocatoria presidencial a los partidos políticos, especialmente oportuna, éstas, para legitimarse en los yerros y enterrar rápidamente las consecuencias fatales de la reciente represión en Yapacaní (ya casi enterrada), la segunda en cuatro meses, desde la ocurrida en septiembre pasado contra los indígenas del Isiboro Sécure, cerca de Yucumo, Beni.
«El Presidente busca victimizarse y pretende utilizar el revocatorio para distraer a la población; no vamos a ser tontos útiles», dijo la centrista Unidad Nacional, de Samuel Doria Medina a través de la diputada Elizabeth Reyes, exigiendo a Evo Morales cumplir su gestión gubernamental, ante de la formalizada re-composición vía nuevos ministros
Para el MSM de Juan Del Granado, la cumbre Evo-partidos del 16 de enero intentaba sólo «relegitimar a un gobierno desgastado» y realizarse «entre cuatro paredes», excluyendo a los medios de difusión.
Frustrado el encuentro, por la ausencia o retiro de cuatro importantes fuerzas de la oposición: UN, los «sin miedo», MNR y Convergencia, la cita efectuada casi cinco días después de la tragedia en Yapacaní, se redujo a una decena de mini-partidos, confirmando los peores presagios del mandatario:
«Nuestros opositores que dicen hay que reconducir el cambio, (que) Evo no sirve, (que) hay que mejorar el cambio; no tienen otro proyecto, no quieren el cambio pues todo lo contrario a este proceso sería el neoliberalismo, que el Estado entregue nuestras empresas a las transnacionales, que entregue YPFB, Entel», había dicho Morales en Patacamaya, un día antes de la cita.
Tan sólo un día después el mandatario provocó el abandono de los partidos políticos y la prensa no estatal del recinto de la «cumbre»: «será sin debate -advirtió-, parece que me equivoqué en convocarlos, reitero a los medios: dejarnos trabajar por favor», ordenó Morales.
«Si no tiene nada qué ocultar, ¿por qué no permanecen los medios ?, cuestionó Del Granado al dejar el recinto delante de periodistas presionados a abandonar el encuentro. Una hora antes, un guardaespaldas presidencial asestó un patadón a un ciudadano que junto a otros apostados ante la Vicepresidente, pedía «democracia».
Todo a sólo seis días del Día del Estado Plurinacional, el mensaje presidencial por su sexto año de gobierno en su segundo mandato, las sustituciones varias en el Gabinete y las nominaciones de nuevos funcionarios.
EXPLICACIONES IRRESUELTAS
Pero al margen de las formalidades y las evasiones del caso, en el fondo no se sabe cómo explicar la renovada saña policial y las muertes en Yapacaní, el primigenio bastión masista en Santa Cruz (eficiencia de gendarmería que en el primer caso innova por el uso de la cinta adhesiva como mordaza y en el segundo no sorprende por la profusión de balines y armas letales)
Tampoco se descifra el descontrol sobre los cocaleros anti-erradicadores de La Asunta, población tan gubernalmente fiel hasta hace poco, como el resto de los Yungas paceños, excepto Caranavi el 2010, pero revuelta contra su gobierno que ahora, contrariamente a las promesas electorales de exportar coca, le restringe el cultivo, pese a que crecen las utilidades de sus correligionarios del Chapare y de otros puntos donde la siembra ilegal se extiende: el Choré, Yapacaní por el Oriente; el parque Isiboro Sécure, Alto Beni, Apolo-Ixiamas, Larecaja tropical, por el occidente, entre otros.
Mucho menos se explica el mal comienzo de la «nueva justicia», con el puño en alto exhibiendo su partidismo, tras su primera designación en el parlamento masista y el posterior NO del 40 % del electorado en los comicios judiciales; al tiempo que sin rubores el Ministerio Público (supuesto defensor de la sociedad y no del Estado) excluía al Presidente y al Vicepresidente de las investigaciones por la represión a la marcha indígena de «los Tipnis», aquellos amazónicos que haciendo historia se aprestan a doblar por segunda vez el brazo de su antiguo aliado, el presidente del Estado Plurinacional.
O el porqué del fracaso de los militares y la Aduana en la batalla al próspero contrabando de autos, droga y combustibles, entre otras líneas de mercaderías que entran y salen del país como si no existieran controles o la jefa del sistema aduanero se empeñara sólo en cobrar los derechos de tránsito y no restringir salidas e internaciones.
Nada en fin -salvo el horizonte del régimen, muy alejado de una remota perspectiva socialista y estancado mas bien en un capitalismo de Estado de carácter extractivista con problemas de industrialización y grandes dificultades de pluralidad y debate interno para solucionar diferencias íntimas, precisamente-, parece explicar el despilfarro de la pasajera bonanza económica, creciendo menos de lo que se puede y ejecutando por debajo de lo que se debe, y un vuelco hacia la derecha, denunciado por los disidentes, paralelo a la retórica del Primer Encuentro del Estado Plurinacional Para Profundizar el Cambio.
«El gobierno persiste en aplastar a los sectores más connotados de la derecha, exprefectos y tradicionales cúpulas nacionales, valiéndose principalmente de las cuentas pendientes que tienen con la justicia. No obstante, no es casual que, al mismo tiempo, haya reclutado a un amplio espectro de otros sectores de la misma derecha tradicional, que van desde los movimientistas del Beni, hasta los más agresivos y delincuenciales grupos de choque de la ultraderecha cruceña, pasando por varios otros cuadros recién salidos de Podemos o NFR», asegura el ex viceministro Alejandro Almaraz, desde la disidencia de izquierda.
DEL ENCANTO AL DESCONTENTO
Una de las «tensiones creativas», léase conflictos «al interior del proceso», advertidos por el vicepresidente Alvaro García a mediados de año en su jaculatoria a los disidentes de izquierda que confiaban en la discusión interna y el pluralismo democrático, fue la presión «corporativista» de muchos sectores que sin mirar las metas ulteriores y nacionales, se enfrascan aún en el reparto de la torta presupuestaria y las prerrogativas de la reinstitucionalización del Estado, crudamente entendida como el reparto del poder en sus diversos niveles y la distribución de empleos estatales, en desmedro de sus tareas de representación y dirigencia locales.
Pero el caso de pobladores de Yapacaní, enfrentados a la policía enviada por el régimen, además de los «infiltrados» de Montero y Warnes, para sofocar el «golpe de estado en la alcaldía» denostado por Morales en noviembre pasado, deviene de meses antes, por lo que resulta vano el artificio de la ignorancia o la falta de alertas que activaran acciones preventivas para evitar la tragedia.
En puertas del séptimo año de gobierno, pero también al borde del despotismo semi-ilustrado y la irritabilidad por los deseos escurridizos, en especial por el despliegue de un culto a la personalidad que endiosa a un líder acostumbrado a no recibir un no, el régimen poco puede acudir a la inexperiencia para el manejo de conflictos -22 muertos por intervención gubernamental y hasta 57 si se agregan los enfrentamientos entre civiles- o al argumento de que éstos son problemas locales en los que el gobierno central no tiene injerencia.
Los universitarios de El Alto, enfrentados también a los policías, constituyeron otra de las «tensiones creativas» que en diciembre pasado plantearon un conflicto, acelerando la inquietud del poder imperante, por reunir a los grupos afines al MAS para replantear una nueva agenda en sustitución de la de octubre del 2003, con puntos todavía pendientes de realización, pero habiendo reclutado a los empresarios ahítos de negocios con el Estado.
Las desinteligencias entre protagonistas del régimen no se detienen allá, sino que se extienden incluso al campo de la cultura, como lo muestran la discrepancias entre la ministra de Culturas y el viceministro de Descolonización en torno a las 15 obras fundamentales de la literatura boliviana, que a Félix Cárdenas le parecieron de un enfoque de «miradas coloniales» y estar escritas por «puros machos».
Ahora, a 33 meses de la conclusión del segundo mandato, en medio de un creciente descrédito, falta de confianza y seriedad del gobierno, el régimen, con el Presidente a la cabeza, recurre a la vía de la consulta popular, referéndum revocatorio mediante, para seguir adelante pese a los errores y las críticas, empeñado en una reformulación de sus objetivos refrescándolos con cierto aire de «profundización» del cambio, y del «poder del pueblo», tras el encuentro masista-empresarial de enero en Cochabamba
«Ahora nos encontramos con el mandato de 70 nuevas leyes y 500 propuestas y demandas sociales; es decir que estamos mucho más cerca de un inmenso pliego petitorio que de una agenda estratégica -innovadora- que sirva para reorientar el proceso», advierte Rafael Puente, reacio a retornar a la estructura de mando prefiriendo la guía desde afuera.
«No digo que el Encuentro Plurinacional haya sido inútil, pero temo que no ha resuelto ninguno de los grandes problemas que nos aquejan, y menos todavía cuando el Presidente advierte que no hay dinero para satisfacer las muchas y razonables demandas que se ha recogido», agrega el ex viceministro del presidente Morales.
LAS HERIDAS, CIERTA PENA
Tres exalcaldes del MAS, cinco ex funcionarios, un dirigente del control social y tres empresarios contratistas fueron encarcelados en diferentes oportunidades durante la gestión 2011, denunciaron las autoridades de Arque, Morochata, Quillacollo y Vinto, en relación con presuntos delitos de corrupción: enriquecimiento ilícito, uso indebido de influencias, incumplimiento de deberes y conducta antieconómica, entre otros, reportó la agencia Fides al culminar el año pasado.
Fuera del ejemplo, la corruptela de personajes de la militancia masista no se inició con el ex presidente de YPFB y del Senado, Santos Ramírez, pero comenzó a destacar con éste, desnudando una de las debilidades de la administración, frecuentemente aludida por el vicepresidente Alvaro García por sus implicaciones para la sobrevivencia del nuevo esquema.
«Si fallan los hermanos volverán los k’aras, otra vez 500 años de silencio y oscuridad, si trabajamos juntos nadie va sacar al movimiento indígena, obrero del gobierno, dijo García , el mismo que, sin tener en cuenta la declaración jurada de bienes del mandatario (más de 286.000 dólares, con una renta anual de casi 200 mil bolivianos)) expresó su pena por el estado del techo del primer ciudadano del estado Plurinacional, que por otra parte vive en la residencia presidencial establecida en uno de los barrios más caros de La Paz.
«Lo visito de vez en cuando en su casita que tiene en Cochabamba y a veces me da pena, se está cayendo su techo, así es el Presidente Evo, vive de su trabajo, no tiene esa ambición de acumular; su Vicepresidente tampoco, hemos venido a trabajar y no a enriquecernos, no hemos venido a dar trabajo a nuestras familias», enfatizó García.
MAS TENSIONES, PEORES ESCENARIOS
En tanto el régimen intenta reponerse de los tropezones, una contramarcha cocalera festejada por las diferentes instancias estatales y no intimidada por el gobierno, los ex colonizadores o la policía, como fue la marcha de «los Tipnis» se dirige hacia La Paz exigiendo la construcción de la rechazada carretera que podría partir el parque nacional y territorio indígena.
Los peregrinos marchan solos y sin apoyo popular, ante la mirada indiferente de amplios sectores de la sociedad boliviana, apunta el servicio de noticias del Foro Medioambiente y Desarrollo, de activa participación en la caminata de los indígenas que dijeron no al intento de dividir al Isiboro Sécure.
Sobre ruedas, otra marcha, esta vez de los discapacitados en sus sillas movibles, se acerca también a la sede de gobierno, en busca del dinero destinado a ellos por la supresión de beneficios a los partidos políticos.
Pero estas contingencias y otras que se presenten a futuro no son las tensiones creativas más peligrosas con las que lidiará el régimen en el difícil 2012.
Los cocaleros se proyectan como un problema mayor, por sus crecientes expectativas de mercado local y de exportación contrarias a las necesidades de erradicar cultivos y a la urgencia estatal de hacer buena letra en la lucha contra el narcotráfico.
Los combustibles también asoman como generador de otros conflictos sociales, entre otras cosas por el tira y afloja de los poderosos choferes sindicalizados contra los pasajeros librados a su suerte por el enfrentamiento entre municipios opositores y el gobierno central.
Y los problemas derivados de los proyectos de industrialización, sobre todo de hidrocarburos, según la reiterada preocupación presidencial por la saturación de los mercados tradicionales del gas boliviano y el riesgo de que dejen de comprarlo.
«En estos momentos dependemos de Argentina y Brasil porque ahí vendemos nuestro gas. Si ellos ya no quieren nuestro gas, ¿a quién vendemos? Algunos dirán que vamos a industrializar, claro, ya estamos empezando con dos plantas separadoras de líquidos pero igual, el mercado boliviano es pequeño. ¿A quién vamos a vender estos productos?»
Gas significa ingresos, cuya reducción en el contexto de la crisis internacional resultará en daño al flanco más sensible del régimen: la redistribución de los ingresos, la ejecución puntual de los presupuestos ante saldos que dicen de mucha plata y poco gasto, y el control del mercado interno, especialmente en cuanto a la inflación de los alimentos, que duplica la convencional que registra el gobierno y que lacera a los hogares más pobres que destinan la mayor parte de su presupuesto a la canasta familiar.
«Yo pertenezco a los que permanecen cuando los gobiernos pasan», dirán a la hora del cambio frustrado algunos de los reciclados y agentes del orden, cualquiera que este sea, parafraseando a un personaje praguense de Umberto Eco.
«El poder se ha hecho para entrar, no para salir», dirán otros, a la manera del más doméstico Oscar Eid, el desplazado táctico de una fracción de izquierda que transó con el neoliberalismo ●
Versión original: Revista IN, N° 21, StaCruz, Bolivia, ene-2012-http://www.360.com.bo/DigitalIN/in21/
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