Hace ya más de una década, diversos autores civiles y militares han desarrollado y afinado un concepto denominado Guerra de Cuarta Generación o 4GW (por «fourth generation war»). Las dos características principales de esta guerra serían -o son más bien-, la búsqueda del colapso del enemigo en su retaguardia civil, no en el frente; ya […]
Hace ya más de una década, diversos autores civiles y militares han desarrollado y afinado un concepto denominado Guerra de Cuarta Generación o 4GW (por «fourth generation war»).
Las dos características principales de esta guerra serían -o son más bien-, la búsqueda del colapso del enemigo en su retaguardia civil, no en el frente; ya que de esta forma se consigue hacer irrelevante la potencia militar del adversario y el uso de las libertades de las sociedades democráticas como un arma para destruirlas.
Por el carácter que toma la relación entre Estados Unidos y el gobierno de Calderón, es importante situar la ofensiva de la nueva administración de Obama y su Secretaria de Estado H. Clinton en un contexto que se parece demasiado a una Guerra de Cuarta Generación como para ser casual.
Se consideran las guerras de cuarta generación, como las guerras del futuro donde:
- Desaparece el concepto habitual de campo de batalla y toda la sociedad atacada se convierte en el mismo.
- Los mensajes emitidos por lo medios de comunicación serán un factor determinante para influir en la opinión pública, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, por lo que la propaganda llegará a constituir el arma estratégica y operacional dominante en este tipo de guerras.
- Las acciones tácticas tendrán como objetivo la cultura del enemigo.
- Predisponen a las poblaciones en contra de sus gobiernos.
- Ello permitirá a un pequeño número de combatientes atacar, y causar gran daño, a elementos importantes de naturaleza civil, en la «retaguardia» enemiga.
- Se advierte del uso futuro de las tecnologías más avanzadas de la información en un escenario de guerras de cuarta generación.
En los últimos días de presencia de Bush en la Casa Blanca y el inicio de la administración de Barak Obama en enero pasado, asistimos a una muestra de esta guerra con una intoxicación mediática en la que el jefe del Pentágono, Robert Gates, y los titulares de la Seguridad Interna, la CIA, el FBI y la DEA, instalaron en los titulares de los medios de comunicación y la opinión pública la noción de México como Estado fallido, preparando así las condiciones que hagan «necesaria» y «deseable» la intervención estadounidense a México por razones de seguridad regional.
En nuestro país, han caído entusiastas en la trampa, los principales responsables de defender la soberanía y la democracia, quienes se preparan jubilosos a aceptar la cooperación militar y las acciones conjuntas de los ejércitos y policías de ambos países contra los cárteles de la droga. (y eventualmente contra cualquier movimiento de reivindicación social que puede asociarse a narco-terrorismo).
A la sombra de la parafernalia militar del Pentágono vienen los asesores, los agentes encubiertos y los contratistas privados de seguridad, que vendrán desde Irak a transmitir en caliente sus experiencias y sus conocimientos a la gente de Felipe Calderón.
En este contexto se inscribe la comparecencia de la Secretaria de Seguridad Nacional (DHS) estadounidense, Janet Napolitano, ante el Comité de Seguridad Nacional del Senado. Napolitano reconoció que el gobierno mexicano se enfrenta a «una amenaza existencial» en su lucha contra los carteles de la droga y aseguró que Estados Unidos está elaborando un «plan de contingencia» con las autoridades locales y estatales para responder «al peor de los escenarios».
La señora Napolitano pretende que va a recabar información sobre el terreno durante su próximo viaje a México, los días 1 y 2 de abril próximos, y con esos antecedentes afinar el plan de contingencia y determinar la cantidad de dinero que necesitará para reforzar la seguridad fronteriza.
La Secretaria de Seguridad Nacional aseguró que el llamado «Plan de Operaciones para la Frontera del Suroeste» –autorizado en enero pasado-, es un plan multi-operacional que respalda a los agentes policiales locales en caso de que escale la violencia en la frontera común.
Al inicio de la audiencia, tanto el senador Joe Lieberman, como el senador John McCain, destacaron la urgencia de que Estados Unidos respalde a México en su lucha contra los carteles de la droga y añadieron que la Administración tendría que hacer más para frenar el flujo de armamento de alto poder que va a parar a los sicarios del narcotráfico.
«Si el gobierno de México fracasa en esta lucha, esto no sólo tendrá profundas consecuencias para México, sino ciertamente tendrá las más profundas consecuencias para Estados Unidos», consideró McCain Por otra parte, tras manifestar su preocupación por que el plan anunciado recientemente por Estados Unidos pueda tener viabilidad en el largo plazo, el senador Lieberman adelantó que ha propuesto un aumento de 250 millones de dólares para reforzar el envío de más agentes a la frontera.
Oficiales del gobierno hicieron público un documento que indica que al Departamento de Defensa se le asignó una partida por 12 millones 945 mil dólares para que las Fuerzas Armadas mexicanas mejoren la capacidad «para reducir los territorios ingobernados».
En el presupuesto aprobado para esa dependencia, bajo la sección 1206 integrada por fondos discrecionales, se explica que los recursos se destinarán para «mejorar la capacidad del Ejército y Armada de México, así como fuerzas especiales, para reducir los territorios ingobernados que podrían ser explotados por violentas organizaciones terroristas«.
El documento estadounidense señala, además, que el dinero servirá para proteger con mayor efectividad la infraestructura crítica, «encontrar y reparar objetivos, y establecer condiciones para incrementar la cooperación con Estados Unidos».
Conclusiones
Mientras Hillary Clinton nos visita y presenta la cara amable y diplomática del buen vecino, Janet Napolitano nos envía desde el otro lado de la frontera el componente agresivo e interventor de una sola estrategia militar: la guerra de cuarta generación contra México.
El país que consume el 55% de las drogas que se producen en todo el mundo y reconoce cifras oficiales de más de 25 millones de adictos, se prepara para intervenir en México utilizando la guerra contra el narcotráfico como pretexto.