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Evo Morales, líder cocalero del Movimiento al Socialismo

«Todavía la clase dominante no entiende esta situación, por eso sigue la lucha»

Fuentes: Rebelión

Después de las tres semanas de tensión política y social a consecuencia de las tentativas de renuncia del presidente Carlos D. Mesa, Bolivia formó parte de los titulares mundiales no como un país bloqueado, sino fundamentalmente como un país que experimenta una peligrosa fragmentación social, alentada por los discursos separatistas cruceños basados en ideologías racistas. […]

Después de las tres semanas de tensión política y social a consecuencia de las tentativas de renuncia del presidente Carlos D. Mesa, Bolivia formó parte de los titulares mundiales no como un país bloqueado, sino fundamentalmente como un país que experimenta una peligrosa fragmentación social, alentada por los discursos separatistas cruceños basados en ideologías racistas. «Hay evidentemente en este nuevo milenio mensajes fascistas y racistas contra las mayorías nacionales. No vienen necesariamente del Comité Cívico Cruceño ni tampoco vienen de todo el sector oligárquico, sino sobre todo de «un» grupo oligárquico. Esa mafia política lo único que quiere es seguir viviendo del estado, como parásito del estado, como parásito del pueblo. Son banqueros que quiebran sus bancos pero jamás quiebra su economía; son terratenientes que solamente quieren tierras, no para trabajar sino para negociar. Esa gente cuando se siente afectada en sus intereses pues automáticamente se vuelca con mensajes racistas de división. Estas actitudes conservadoras son las que paralizan hoy las actitudes altruistas, aunque parezca lo contrario bajo todos los disfraces de la modernidad. Aparentemente las ideas estaban mucho más claras hace veinte o treinta años. «Qué dijeron en Santa Cruz: ¡antes de que nos gobierne un indio, mejor nos dividiremos!. No es una cuestión netamente política, sino una cuestión de transformación del país. Son los del sector conservador que condena al movimiento campesino», opina Evo Morales.

Y es que también la globalización y el sistema económico neoliberal nos entrega a un fascismo mucho más elaborado, que conserva elementos de aquél – de Hitler o Mussolini – y lo supera en ambición, destrucción de la naturaleza y opresión de los pueblos, dado su ilimitado carácter global y su correspondencia con el desarrollo tecnológico de la época en que vivimos. Éste es o pudiera ser un fascismo corporativo y fanáticamente ideológico, que se gesta en una sociedad dizque democrática, pero que se comporta aún peor que la peor de las totalitarias conocidas; una nación multi-étnica aunque con espacios para el racismo y la xenofobia. «La lucha contra el neoliberalismo es luchar contra el bloqueo económico. La lucha contra el sistema capitalista, es lucha para que Bolivia se desbloquee. La lucha por recuperar nuestros recursos naturales, es luchar contra el bloqueo a la esperanza y al desarrollo económico de nuestros pueblos. Entonces, quien bloquea el desarrollo del pueblo es el modelo económico, es el sistema capitalista, especialmente el saqueo permanente de nuestros recursos naturales, sean estos minerales, forestales o como el tema de los hidrocarburos», apunta Evo Molares.

AGENDA DE OCTUBRE Y ACERCAMIENTOS FALLIDOS

Después de la insurrección de Octubre de 2003, las dos fuerzas opositoras mas importantes -el MAS de Evo Morales y el MIP de Felipe Quispe- y en general todo el movimiento social, hacen a Mesa el portador y ejecutor de la llamada «agenda de octubre»: nueva Ley de hidrocarburos, referéndum sobre el gas y la asamblea constituyente. Pero poco a poco los movimientos sociales empiezan a desconfiar del gobierno de Carlos Mesa, en principio por los hombres que había reunido en su gabinete. Sin embargo el MAS, decidido a conquistar las clases medias se convierte en un sostén del gobierno de Carlos Mesa. La idea central que posibilitaba este apoyo tenia que ver con la intención del MAS de mostrarse «políticamente razonable» y creando espacios moderados. Lamentablemente ese acercamiento al gobierno de Mesa se va desgastando hasta que llega el 6 de marzo pasado, cuando el Presidente culpa a Evo Morales y al MAS de incentivar una inestabilidad política presionando al Congreso para aprobar una Ley nacionalista: «Lo que plantea la Ley del señor Evo Morales, es una Ley que la comunidad internacional no acepta, y que las empresas trasnacionales van a llevar al arbitraje», acusa Carlos D. Mesa. En ese momento se da el quiebre total de las relaciones entre el Gobierno y el MAS, y Evo Morales contesta a Mesa: «Mesa se ha revelado como un defensor de los poderes que siempre han estado en contra de Bolivia, ahora que lo tenemos claro no hay posibilidades de ningún diálogo. No puede insultar al pueblo y luego pedir dialogo, eso se acabó».

LA PIEDRA DE TOQUE

Es claro, la piedra de toque de ésta crisis es la Ley de hidrocarburos. Desde el referéndum de julio que definió los puntos centrales de esa ley, el presidente Mesa y sus ministros han estado en constante ambivalencia. El resultado: una lenta y trabajosa aprobación de la Ley que, ahora en la Cámara de Senadores, analizan 18 puntos concretos de la Ley de Hidrocarburos aprobada anteriormente en la Cámara de Diputados. Entre los 18 puntos que el Gobierno observa se encuentra el capítulo relativo a los pueblos indígenas y propone la necesidad de flexibilizar el veto indígena para cualquier proyecto hidrocarburífero. «No quieren que los pueblos indígenas decidan sobre un recurso natural. Y nosotros tenemos derecho a decidir sobre esos temas porque son nuestros recursos y son nuestras tierras. Y esta propuesta es parte de un acuerdo internacional con la OIT», asegura Morales, añadiendo: «todavía la clase dominante no entiende esta situación, por eso sigue la lucha.»

El tema de Hidrocarburos sin duda se ha convertido en la bandera de los movimientos sociales, siendo que no es la única meta de reivindicación. Evo Morales nos explica que las demandas son muchas e importantes, pero no se pueden tomar todas al mismo tiempo. «Son procesos pues. Yo no estoy de acuerdo por ejemplo, en hacer un chorizo con montón de reivindicaciones que finalmente no resuelven nada. Hay que agarrar un tema hasta ganarlo. Y esa es nuestra experiencia. Queremos ganar la guerra del agua: ganamos en Cochabamba; queremos ganar la guerra de la Coca y la ganamos. Ahora viene el tema de los hidrocarburos, y habrá también el tema de la libre contratación, el tema de tierras, de los TLC’s. Es un proceso que hay que avanzar paso a paso.» 

AMENAZAS CONTINUAS

Los movimientos sociales han encontrado una representación importante a través del MAS y del MIP en un ambiente que por tradición siempre les ha sido negado: Diputados y Senadores. Al constituirse como la primera fuerza política de Bolivia, el MAS de Evo Morales se convierte, para los sectores conservadores y el gobierno norteamericano, como una seria amenaza a la estabilidad democrática boliviana y de la región. «Es el movimiento campesino el que más practica la democracia. ¿Qué es la democracia?: donde las mayorías gobiernen y no las minorías. Aquí en Bolivia son un puñado de familias que gobiernan, que ganan las elecciones en base a prebendas, con compra de conciencias. Y el MAS apuesta por la conciencia antes que las prebendas, es por eso que somos la primera fuerza política.». Y añade Morales: «Pensar la otra forma de lucha, que nos vamos a armar para acabar con este modelo, sería antidemocrático. Nosotros no tenemos miedo a este modelo a este sistema, para combatirlo y tumbarlo desde adentro. La prueba es que cuando avanzamos reaccionan, eso nos consolida.

Las «advertencias» de la Casa Blanca, principalmente contra Venezuela y Bolivia son persistentes. Acompañadas por acusaciones como las del alto funcionario del Comando de las Fuerzas Armadas para el Cono Sur de Estados Unidos, Jimmy Hill, cuando acusó a Morales de recibir ayuda financiera de Venezuela. En tanto que el periódico colombiano Semana aseguro que Rodrigo Granda tenía el teléfono de Evo Morales en una agenda que le fue decomisada tras su secuestro en Venezuela. A esto debemos sumar el uso de «la lucha contra el narcotráfico» como excusa para la intervención militar dentro de la región, cargada de acusaciones como las lanzadas el 8 de mayo de 2003 contra el MAS asegurando que este partido forma parte de una «mafia cocalera». «A eso se debe también la presencia de los mercenarios de Colombia en Bolivia. Ya el año pasado los hermanos indígenas del oriente denunciaron la presencia de mercenarios o sicarios armados para defender las tierras de los terratenientes. Ya no solamente están organizados armándose, sino que contratan mercenarios expertos para atentar contra la vida de los dirigentes campesinos», advierte Morales.

LOS TLC’s y ALCA

Tenemos que entender que la ratificación del TLC es cuestión de tiempo debido a la inconveniente decisión de los gobiernos de la región por negociar bilateralmente los temas más vitales y sensibles. Los movimientos sociales comprenden eso, y es por ellos que en Perú, Ecuador y Colombia se están tomando acciones para comprometer a la población civil en el debate. «Mira, tiene que haber comercio. Un comercio de pueblo a pueblo, un comercio justo. Donde las mayorías se beneficien y no las transnacionales; el TLC y ALCA son proyectos para radicalizar el neoliberalismo, el capitalismo y por tanto no es ninguna solución para la humanidad ni para los movimientos sociales.

La visión optimista de la globalización de los mercados se encuentra cuestionada y el pensamiento único controvertido a consecuencia del fracaso de las políticas neoliberales y de las reacciones de resistencia que se producen en diferentes países del mundo y particularmente en América Latina. Es evidente que hay que tener comercio entre nuestros países, pero un comercio que no sea asfixiante, un comercio en el que las partes comprometidas puedan ser beneficiaras de forma recíproca. Y a estas iniciativas sociales que pretenden un ambiente mas justo son víctimas de una ofensiva verbal peligrosa de parte de las grandes potencias, hostigando a los movimientos sociales, aplicando el poder con la intención de silenciar y ocultar lo que ocurre, imponiendo el silencio de la desmemoria. El principio y la práctica de la convivencia y la igualdad parecen tan distantes como para ser utópicos hasta el ridículo. Los movimientos sociales pretenden contribuir a un debate urgente sobre la situación boliviana. Porque, a pesar de la globalización cruel, «otro mundo es posible».