La noticia de la muerte de una mujer en Ciudad Caucel (Yucatán, México) ha generado una cadena de reacciones lamentables en las redes sociales y diversos círculos sociales.
La burla y la ironía banalizan su vida y las razones reales que la llevaron a atentar contra sí misma, sin conocer nada de ella, se ha extendido la mofa pasando por alto algunos de los pocos datos que hasta ahora conocemos de su existencia, entre ellos, uno que es fundamental, ya que se ha informado que durante un tiempo sufrió maltrato por parte de su esposo, habiendo acudido con las autoridades a denunciar ese maltrato sin recibir respuesta alguna que le ayudara a superar ese entorno violento en el que estaba sumergida.
Yucatán, durante los ya casi once meses que van de 2021, ha registrado mucho más de 200 casos de suicidio, superando las cifras del año pasado y acercándose a un muy lamentable récord de las últimas décadas, y esto para nada debe ser considerado un juego ni una referencia sin importancia. La crisis económica que afrontamos, la pandemia que lleva ya cerca de dos años, la agudización de la violencia contra la mujer denunciada desde el inicio de la propagación por todo el mundo del Covid-19, así como la falta de concientización sobre los padecimientos mentales generados por todo este cúmulo de situaciones, nos ponen como sociedad ante el preocupante panorama que evidencia la crisis de humanidad que padecemos, y esto tampoco es una referencia sin relevancia, ya que bastante tiempo atrás se ha venido advirtiendo de que la humanidad se acerca a una encrucijada que la conduce a la urgencia de revalorarse o desaparecer, y si para alguien esto último parece una exageración, habría que preguntarle si considera normal la triste normalización de la violencia y de la deshumanización, que hacen posible que en vez de reflexionar sobre los hechos acá referidos, lo primero que se haga sea burlarse y convertirlo en un meme digerible, y a la vez desechable.
Aún falta se den a conocer datos sobre la vida de la mujer que permitan comprender mejor sus razones, pero lo que sí ha quedado muy claro es esa deshumanización que se nos ha adentrado de forma inconsciente, al grado de que frente al sufrimiento ajeno se manifieste hilaridad en lugar de preocupación y empatía. También es verdad que esas manifestaciones lamentables de mofa no pueden generalizarse a todo el conjunto de la sociedad, pero sí puede de ellas extraerse una muestra de qué sectores han desvalorizado el sentimiento y la conciencia humana, ahora, habrá que ejercer una crítica más aguda a todo aquello relacionado a estos sucesos tristes, trágicos y preocupantes, pues se entremezclan aspectos ya mencionados sobre el incremento desmedido del suicidio, las crisis económicas y de salud que hacen eco en la psique individual y colectiva, estamos en tiempos sumamente complejos para el porvenir, y aunque este pudiera parecer un caso aislado, en realidad al englobar los casos recientes, puede observarse una marcada línea de semejanzas que resulta ser un grito social por la urgencia de tomar en serio el padecimiento humano.
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