Presentarse como los únicos defensores del medio ambiente y exclusivos portadores de un nuevo modelo de convivencia humana es el recurso favorito de los Pachamámicos o indigenistas a ultranza. A partir de su auto alabanza, se sienten con derecho a coadyuvar en la destrucción de Estados nacionales no consolidados, en contubernio con los centros de […]
Presentarse como los únicos defensores del medio ambiente y exclusivos portadores de un nuevo modelo de convivencia humana es el recurso favorito de los Pachamámicos o indigenistas a ultranza. A partir de su auto alabanza, se sienten con derecho a coadyuvar en la destrucción de Estados nacionales no consolidados, en contubernio con los centros de poder mundial. No importa que existan tantas corrientes ultra indigenistas como ideólogos que las defienden. En el momento de cobrar emolumentos del capitalismo, se olvidan que la única coincidencia de todas las culturas precolombinas fue justamente la de no haber accedido a la propiedad privada. Hablan del «rescate de usos y costumbres», sin aclarar si se trata de usos y costumbres actuales, de hace 100, 200 ó 500 años. ¿O es que estos se mantuvieron estáticos? Tampoco les interesa precisar los datos históricos. Raúl Prada, uno de los portavoces de los pachamámicos nativos, ya advirtió que ante la imposibilidad de reconstruir el pasado de los pueblos andinos (porque no tenían escritura), se debía recurrir a la «imaginación de los antropólogos» («El Diplo», 20-XI-09).
La invocación a la «identidad indígena» abarca todos los matices imaginables. Veamos uno de ellos: Félix Patzi, primer Ministro de Educación de Evo Morales y uno de los más influyentes ideólogos aymaras, sostiene que «la identidad indígena aquí en Bolivia está definida más a partir de la continuidad biológica, no a partir de contenidos culturales. En los contenidos culturales, este indígena es totalmente moderno. Ha acoplado operacionalmente toda la globalización, toda la modernidad. Hoy el indígena no habla un idioma (nativo), entonces no puede medirse al indígena a partir del idioma. Ni puede medirse a partir de su poncho o vestimenta, ni a partir de su vivienda, ni a partir de su música. El indígena hoy es rapero, rockero, está en la discoteca, con sus cabellos parados, ese es el indígena de hoy. El indígena de hoy no puede ni siquiera autodefinirse. En términos de autodefinición, puede hasta autodefinirse como mestizo, y se autodefine como mestizo (ya que), nadie puede definirse como indio ni como indígena» (Fundación Comunidad: «El Cambio del Péndulo Político en América Latina». La Paz-Bolivia, 2008)
Entender la identidad indígena a partir de «continuidades biológicas», es decir del color de la piel, es una evocación al nazismo. Es subjetivo, inclusive en Bolivia, ya que el 70 % de su población habita en ciudades, en las que se mezclan a diario orígenes y culturas. No obstante, todo lo que divide, enfrenta y fractura es bueno para los Pachamámicos. El invento de 36 naciones precolombinas en la Nueva Constitución Política del Estado (NCPE), del año 2009, con sus 36 cosmovisiones, 36 territorios ancestrales imposibles de delimitar, y 36 sistemas de justicia, ha provocado un irremediable caos institucional, alimentado también por quienes están llamados a contenerlo. Tal el caso de «Cambio», «El Periódico del Estado Plurinacional de Bolivia», que dedica su editorial del 04-03-12, al enfrentamiento que sostienen las comunidades de Coroma (Potosí) y Quillacas (Oruro), en el que, de acuerdo al matutino, «los combates datan de 1830», según un «documento militar» (¿Por qué el editorialista no tiene la honestidad de precisar la fuente?)
Añade que ambos pueblos están embarcados en una guerra total desde hace 181 años. Su objetivo es la «aniquilación del adversario», en batallas en las que los contrincantes «se despedazaban por vengar agravios o por disputar pedacitos de tierra estéril». Las palabras «rencor», «enemigo», «venganza» afloran en el irresponsable editorial oficialista. ¿No corresponde a un periódico del Estado allanar conflictos en lugar de difundir sus ángulos más morbosos? El poder mundial ha cumplido en Bolivia su mejor tarea. Aquí las poblaciones se han convertido en pueblos. Los límites en fronteras. Las tierras en territorios. Los adversarios en enemigos. Las nacionalidades en naciones. Los combatientes ya no desean sólo acuerdos sino «tratados». ¿Qué otro resultado podía tener el haber proclamado el derecho de libre determinación, que abarca también a pueblos nómadas? Tal vez lo más grave resida en que la NCPE ha creado derechos a los que ningún pueblo indígena, región o comunidad agraria está dispuestos a renunciar, razón por la que los considera irreversibles. Las ONG vigilan para que ello ocurra, las que observan con indiferencia la inexistencia de seguridad jurídica, acompañada por crueles linchamientos (¿»La Pena de Muerte o la Muerte de Pena»?. Editorial de «El Nacional», Tarija, 09-03-12).
LA OPTICA DE ALVARO GARCIA LINERA
En declaraciones a «La Jornada», de México (09-02-2012), el Vicepresidente Álvaro García Linera (AGL) sostiene que, gracias al gobierno de Evo Morales, los indígenas que estaban predestinados a ser siervos o asalariados, ahora son legisladores, magistrados, ministros y, uno de ellos, Jefe del Estado. AGL cosecha en beneficio del gobierno un largo proceso de resistencia que se inició hace 500 años y que fue obteniendo logros sucesivos, que alcanzaron, con la Revolución Nacional, de 1952, el voto universal, la reforma agraria y la eliminación del pongueaje (servidumbre de la gleba).
Pese a lo anterior, la Revolución del 52, no había llegado al oriente boliviano, donde más bien hubo una expansión de propiedades agrarias y agro industrias, que engendró una oligarquía a la que se insertaron provocadores separatistas. Con Evo, esa Revolución llegó por fin a Santa Cruz, de manera que, desde su ascenso al gobierno, la palabra de los terratenientes ya no es la única en la región. Ahora existe la voz de sus intelectuales comprometidos con el país, de los migrantes collas y la de sus pueblos originarios. Infelizmente, esta cruzada patriótica fue llevada a cabo mediante un indigenismo excluyente, que no tuvo en cuenta la demanda de unidad nacional.
AGL se resiste a ver la realidad cotidiana (observada por Patzi), que muestra cómo en una sola persona conviven diversos mestizajes, que se presentan simultáneamente. Se trata, en realidad, de la afirmación de lo indo mestizo. A manera de ejemplo, una persona puede sentirse al mismo tiempo quechua, cochabambino, boliviano y latinoamericano, sin problema de identidad de ninguna naturaleza. El vicepresidente, por su parte, afirma, sin ningún respaldo fáctico, que existe una «expansión de lo comunitario urbano», lo que no sucede ni en Cuba, donde, infelizmente, el ideal de Ernesto Ché Guevara de avanzar en la retribución de incentivos morales, está dando paso a formas crecientes de propiedad privada. El uso de palabras sin contenido sirve al entrevistado para asegurar que el «proceso boliviano» marcha ahora por la senda del «post capitalismo y el «post neoliberalismo», sin explicar el alcance de estas expresiones. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) pretende que no se incluya la posibilidad de declararse boliviano en el censo de población y vivienda del presente año, sometiéndose, de esta manera, a las presiones del sacerdote catalán Xavier Albó y de AGL. Imaginemos lo que ocurriría en España si se pretendiese eliminar la posibilidad de declararse español, a fin de auto identificarse sólo como gallego, castellano, andaluz o valenciano.
La NCPE no ha impedido que el país siga siendo un territorio vacío para las oligarquías vecinas. Fue el propio AGL quien propició la legalización de 110.000 vehículos obsoletos que ingresaron de contrabando desde la frontera chilena y que están atorando las ciudades e incrementando el deterioro del medio ambiente. Chile, con una simple táctica dilatoria, logra que las aguas de las vertientes del cantón Quetena (Silala) le beneficien gratuitamente, desde hace más de un siglo. Bolivia está más cerca de conquistar Júpiter que de lograr que le devuelvan su cualidad marítima. AGL falta a la verdad cuando dice que el país ha recobrado el control de sus recursos naturales y que marcha por el camino de la industrialización. Silencia que el gas boliviano está siendo industrializado en San Pablo desde hace 23 años y que esta situación se mantendrá gracias a una adenda al contrato, de diciembre de 2009, por la que Bolivia continuará vendiendo gas al Brasil con 9.400 kilo calorías en lugar de entregar sólo metano (8.900 kg), es decir con un plus de licuables que logrará que el poderoso vecino sea autosuficiente en fertilizantes desde el 2015, en tanto que Bolivia será reatado con la prolongación del contrato por otros 20 años.
La comercialización del gas a la Argentina tiene similares características. Las petroleras, mediante acuerdos con los guaraníes, en cuyo territorio se hallan los mega campos de gas, está en condiciones de in viabilizar la industrialización del hierro del Mutún y del litio del salar de Uyuni, así como la construcción de gasoductos internos. El indigenismo garantiza ahora que las reservas de gas estarán, como hasta ahora, destinadas a la exportación. El Estado «pluri nacional» se está convirtiendo en sinónimo de tergiversaciones. Habla de antiimperialismo y entrega el control de las reservas monetarias internacionales a Bancos de Europa y EEUU, a un interés de menos del 0.25 % anual, los que, a su vez, usan esos recursos en empresas que fabrican armas nucleares («El Nacional», Tarija, 08-03-12). Habla de soberanía y se somete a la presión de EEUU para enviar soldados a Haití, como parte de tropas de Naciones Unidas. Enarbola la defensa ambiental y deja que la empresa minera San Cristóbal saquee los recursos híodricos. Tolera el incremento de la fabricación de cocaína, al no impedir la proliferación de cultivos de coca, pese a que en la obtención de la pasta básica el uso de precursores químicos envenena el aguas de los ríos.
LOS ESTADOS PERIFERICOS Y LOS INDIGNADOS
Los Estados nacionales no consolidados tienen importantes coincidencias con los movimientos de indignados que emergieron en EEUU, Europa y los países árabes. En todos ellos se quiere rescatar la política y el poder estatal de manos de los banqueros y de sus paraísos fiscales, de los traficantes de drogas y de los fabricantes de armas nucleares y convencionales. Esos mismos Bancos financian, a través de sus ONG, a los pachamámicos. Los Estados nacionales periféricos y los indignados buscan conciliar los derechos humanos individuales con los colectivos. En América Latina, el derecho colectivo más importante sigue siendo la autodeterminación de los pueblos que ha permitido en el pasado y permite ahora defender su soberanía y recursos naturales. Pero Latinoamérica valora también los derechos humanos individuales, ya que esa conquista de la humanidad, que tuvo sus mayores expresiones en la Revolución francesa y en la independencia de EEUU, hizo posible enfrentar a dictaduras genocidas, amparadas también por transnacionales y el Pentágono norteamericano.
En la periferia del Planeta, se necesita reflexionar sobre los puntos de equilibrio entre la preservación del medio ambiente y el desarrollo sustentable, socialmente justo y ambientalmente correcto (como dicen los documentos de «Río más 20»), que proteja a la madre tierra, pero que, al mismo tiempo, impida que millones de niños, carentes de sal,ud y educación, continúen muriendo de hambre y de sed por falta de caminos y oportunidades económicos. La defensa del ser humano no es antagónica con la socio bio diversidad, pese a que, en opinión del canciller Choquehuanca, las hormigas valen más que la especie humana. En América Latina, se requiere, preservar, sin necesidad de fundamentalismos, los idiomas nativos, los saberes medicinales, los tejidos y las cosmovisiones destinadas a enriquecer el patrimonio cultural y político de nuestros países y de la Nación continente. La América morena puede y debe ser el espacio en el que sus hombres y mujeres esbocen alternativas al capitalismo y propugnen un socialismo propio, impregnado de respeto a la naturaleza y al ser humano.
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