«Por todo esto es vital que el ciudadano llegue a ser consciente de que la aceleración que demandaba no ha hecho más que fomentar su aislamiento, derivando en una inevitable decadencia de la equidad, del ocio y de la independencia». Ivan Ilich El transporte clásico en la ciudad de La Paz es de propiedad privada […]
El transporte clásico en la ciudad de La Paz es de propiedad privada bajo la figura de los sindicatos [1] que lucen sus vehículos por toda la ciudad como en feria, donde se puede encontrar antigüedades como la legendaria línea 2 de colectivos azules que todavía tienen modelos de los años 60, pasando por los micros de colores (amarillos, azules, celestes, verdes, verde limón y rojos) marca Dodge, modelo 70, tantas veces acondicionados en talleres mecánicos que ya parecen artesanales.
Un poco más modernos están los buses de la línea 42 de Cota Cota, modelos 85 y 90. Entre los minibuses y mini-minibuses hay más variedad de marcas incluyendo las chinas, pero los que están llamando la atención estos días son los que traen puerta controlada por el conductor desde el botón junto al volante, con lo cual terminará de desaparecer aquel respetable gremio laboral de los Voceadores de Minibús, que hace 20 años estaba integrado por niños y ahora la mayoría son mujeres.
Hitos en la historia reciente del transporte
Entre las innovaciones paceñas de transporte tenemos al Puma Katari [2], que es un bus color café iconografiado con la fusión del puma andino y una serpiente. Se trata de la primera línea del Servicio de Transporte Municipal que introdujo el 2014 una primera flota de 61 buses, para los cuales se implementó una infraestructura vial nueva con diseño de paradas, señalización, capacitación del personal, elaboración de materiales educativos y comunicacionales y otros elementos que son producto de un estudio minucioso que duró más de dos años con el objetivo de tener horarios organizados y rutas estratégicas distintas a las que cubre el transporte clásico, cambiando la lógica y las costumbres.
Otra innovación reciente es el teleférico, administrado por el gobierno central, que tiene tres líneas de color rojo, amarillo y verde que ha conectado a La Paz con El Alto por vía aérea, con una ruta que ha dinamizado el flujo intercultural de pasajeros entre sur y norte, además de haberse convertido en un atractivo turístico que permite redescubrir la ciudad mirando desde las alturas. Sin embargo, es doloroso reconocer que la cuarta línea blanca instalada en la zona de Miraflores es una inversión grande que no colabora a solucionar los problemas de transporte, destruye patrimonio urbano y todavía está por verse en qué medida afectará a los vecinos de los edificios de la Avenida Busch con el consumo energético y la invasión panorámica.
Por su parte, el Gobierno Autónomo Municipal de El Alto está abriendo convocatorias públicas para el proyecto de transporte no motorizado y uso de bicicletas articuladas a las líneas roja y amarilla del teleférico, que incluye construir las respectivas ciclovías y promocionar los beneficios ambientales, económicos y de salud.
Factores ambientales del transporte
No es noticia que el transporte automotor es la tercera fuente de emisiones de dióxido de carbono (C02) que es uno de los gases contaminantes de efecto invernadero que ocasionan la crisis climática y es sabido que la emisión de esos gases es más significativa mientras más viejos son los vehículos. Asimismo, la forma como opera el transporte genera difíciles relaciones entre los transportistas y los pasajeros, lo que configura un ecosistema urbano altamente contaminado y estresante.
De escenarios caóticos como este fue surgiendo la idea de transporte limpio que es aquel impulsado por energías no emisoras de gases contaminantes [3] como la energía solar [4] o la cinética que caracteriza a las bicicletas.
Sin embargo, también puede llamarse transporte limpio a aquel que funciona en medio de relaciones humanas amables y sensibles donde pasajeros y conductores facilitan el traslado dinámico de un punto a otro entablando colaboraciones mutuas.
Transporte limpio
En cuestión de relaciones ecológicas, la gente en La Paz demuestra estar consciente de las necesidades para mejorar el sistema, tal y como se escucha en los debates radiales donde llaman transportistas y pasajeros repitiendo una y otra vez sus demandas entremezcladas:
– Necesitamos vehículos limpios y que no tengan tornillos ni fierros expuestos.
– Necesitamos que ningún pasajero deje basura.
– Que los conductores sean gentiles.
– Que los pasajeros respeten las esquinas.
– Que conduzcan a velocidad prudente, sin correr para ganar a nadie ni detenerse a esperar bocineando como si eso fuera a convencer a más gente para subir.
– Que no destrocen los asientos.
– Que esperen a cerrar la puerta antes de partir.
– Que no nos griten a los choferes si están atrasados.
– Que no arriesguen más vidas con irresponsable instalación de gas.
Si entre conductores y pasajeros hiciéramos el compromiso de solucionar esta lista de demandas, nos premiaríamos con un sistema de transporte limpio. Adicionalmente nos ayudaría a desarrollar más confianza entre nosotros, esa confianza social que se ha perdido y que nos obliga a cuidarnos todo el tiempo los unos de los otros. Es muy urgente tratarnos bien y deshacer los bandos de guerra que hemos formado, para poder reconocernos nuevamente como personas y no como soldados permanentemente enfrentados: pasajero versus transportista. Necesitamos abandonar la saturada discusión de subir o no subir el pasaje para encausar nuestras capacidades sociales hacia diseños mancomunados de ciudad, como por ejemplo espacios verdes plantados y cuidados por vecinos organizados y así poder disfrutar de paisajes cada vez más lindos que nos den buenas razones para ir al trabajo o a la escuela, caminando.
En este punto es oportuno apelar a un ejemplo de confianza social esencialmente ecológica que es el método de compartir automóviles para viajes entre ciudades o barrios distantes, en el que la persona que piensa viajar en su automóvil y tiene asientos disponibles, anuncia por su red virtual o en una página web especializada, la hora, punto de partida y costo del pasaje. De esta manera hay mutuo beneficio para el pasajero que consigue un pasaje más barato y para el conductor que obtiene un ingreso extra. Quienes usan este tipo de viajes compartidos manifiestan beneficios adicionales como ahorro en emisiones, charla interesante y compañía [5].
Paceños y paceñas tenemos tareas pendientes, pero sobre todo posibles para lograr un transporte limpio ya que todos queremos trasladarnos cada día con calidad y ecología.
Notas
[1] En estas últimas semanas los sindicatos de transporte público están movilizados para subir el pasaje, pero mientras la violencia esté presente como forma de protesta, la población no apoyará el aumento y ambas partes eternizaremos el inútil pie de guerra cuando debemos prepararnos colectiva e intersectorialmente para otros problemas económicos más grandes que vienen.
[2] Katari en idioma aymara significa serpiente.
[3] No vamos a incluir aquí a los biocombustibles aunque no emitan gases contaminantes, porque tenemos que entender que la energía para carros producida con biomasa va en desmedro de la producción de alimentos. Si la demanda de biocombustibles aumenta en proporción al parque automotor del planeta, no habrá biomasa ni monocultivo que alcance y por lo tanto los desequilibrios ecosistémicos acelerarán el calentamiento global.
[4] Existen carros solares desde hace décadas y las grandes firmas automotoras del mundo han invertido en modelos solares de prueba, los informes difundidos indican que solo son útiles para ciudades con poco o ningún declive, aún así son una gran alternativa para reducir las emisiones globales pero el diseño de modelos compactos para ciudad avanza muy lento y tendrían que responder por qué.
[5] Ver páginas de Amovens o bla bla car.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.