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Simpatizantes del EZLN procedentes de 30 países asisten en Oventic a encuentro de resistencia

Trece años del levantamiento zapatista

Fuentes: La Jornada

A un día de cumplirse 13 años de su levantamiento armado, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional recibió a seguidores de 30 países, adherentes todos a la Sexta declaración de la selva Lacandona, en lo que el teniente coronel Moisés, en nombre de la Zezta Internazional, llamó «un encuentro de resistencias y rebeldías en contra […]

A un día de cumplirse 13 años de su levantamiento armado, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional recibió a seguidores de 30 países, adherentes todos a la Sexta declaración de la selva Lacandona, en lo que el teniente coronel Moisés, en nombre de la Zezta Internazional, llamó «un encuentro de resistencias y rebeldías en contra del capitalismo y el neoliberalismo mundial, que ha preparado y planeado la muerte y la destrucción de la humanidad y la naturaleza». O de cómo prepararse e ir organizándose para resistir y combatir al «enemigo común» de la humanidad.

«Este encuentro es una necesidad y una urgencia», añadió ante más de mil visitantes del mundo, y al menos otro tanto de bases de apoyo procedentes de todas las regiones de la autonomía zapatista, además de las cinco juntas de buen gobierno (JBG) y unas 200 autoridades de todos los municipios autónomos en Chiapas.

Con los pueblos del mundo

Los reúne la búsqueda del camino para «construir un mundo mejor, donde quepan todos los mundos». Al declarar inaugurado el Encuentro de los pueblos zapatistas con los pueblos del mundo, esta tarde en la explanada del caracol de Oventic, el teniente coronel Moisés añadió que se trata de «encontrarnos para conocernos y compartir las experiencias de cómo nos estamos organizando y llevando adelante las luchas de cada pueblo, cada movimiento, cada sector y cada persona». Un lugar donde la lucha de uno, y las de muchos, sean una sola.

La JBG de los Altos, «corazón céntrico de los zapatistas delante del mundo», en su papel de anfitriona, dio la bienvenida a los participantes «a nuestro territorio, que también es su casa». Hoy «comenzaremos a escucharnos de cómo son nuestras formas de resistir ante los malos gobiernos, y así construir alternativas para un mundo donde los que manden, manden obedeciendo».

El encuentro, que se prolongará hasta el 2 de enero, tiene como eje inicial la exposición detallada de las experiencias de gobierno de las comunidades zapatistas. En consecuencia, la mesa inaugural corrió a cargo de las cinco JBG, las cuales describieron durante dos horas qué significa gobernar en la autonomía, y cómo la entienden los zapatistas.

Con lleno total del amplio auditorio de este caracol, se sucedieron las voces de hombres y mujeres indígenas que gobiernan al modo zapatista, y que aprendiendo enseñan. «Algunos no sabemos leer ni escribir, pero sabemos pensar», dijeron. Bajo los pasamontañas, resultaba evidente la juventud de la mayoría, quienes pertenecen a una nueva generación de zapatistas; de hecho, algunos ya son fruto de la educación autónoma de los rebeldes. Y esta tarde se escucharon aquí algunas definiciones agudas y muy alternativas de conceptos presuntamente establecidos, como gobierno, política, autonomía o participación democrática.

En un castellano marcadamente indígena, Miguel, miembro de la JBG de Roberto Barrios, explicó: «Nosotros no cobramos por ser gobierno, porque somos pobres». Tiemble aquí el vetusto axioma del profesor Carlos Hank González, aquel de «un político pobre es un pobre político», llevado a la náusea por el salinismo y el foxismo. Para gobernar al pueblo, dijo Miguel, hay que ser como el pueblo, «que no haya diferencia». Consideró que de esta manera el poder «se burla» de ejercer las responsabilidades públicas, pues «no nos respeta».

El comandante tojolabal Brus Li, quien coordinó la exposisión de las JBG, había definido: «La autonomía es una forma de tomarnos en cuenta entre nosotros mismos», porque aquí «el gobierno es otro». «No dependemos de los políticos. Nosotros decidimos cómo queremos que trabajen nuestras comunidades». Y esto «no se parece al sistema de los capitalistas neoliberales» en el cual el gobierno manda y los pueblos obedecen». Reconoció: «cuando nos levantamos en armas no teníamos esta experiencia. No hay manual que diga cómo se hace el gobierno», pero los zapatistas se empeñaron en lograr que este «gobierne proponiendo, no imponiendo».

Con interés y entusiamo crecientes, el variadísimo auditorio fue escuchando testimonios y definiciones que, pese a venir del conocido ideario zapatista basado en el famoso «mandar obedeciendo», mostraron una vitalidad reveladora. «Queremos ser diferentes de los malos gobiernos, que deciden por el beneficio de ellos», expresó Jesús, de la JBG de La Realidad. Como otros compañeros suyos, aceptó que no es fácil, pero «el pueblo nos apoya y se encarga de nuestras familias cuando salimos a trabajar», los tres años que dura el encargo. «Hemos tenido logros, también obstáculos y tropiezos. Entra la debilidad a veces, como seres humanos que somos, pero el pueblo tiene que ver eso y nos hace superarlo. Estamos orgullosos de ser autónomos».

Roel admitió que «uno de los retos más importantes es la participación de las mujeres en la autonomía». La primera JBG de La Realidad sólo contaba con una mujer. Tres años después, la nueva junta está compuesta por siete hombres y siete mujeres. Ofelia, del caracol de Morelia, describió cómo se construyo «el tejido del sistema de educación, salud, producción y tecnología apropiada», y Beto, también de la JBG Arcoiris de la esperanza, dijo que esta autonomía no está en los diccionarios ni en la Constitución. «La vivimos desde la casa, la comunidad, y de ahí a toda la sociedad». Como varios de los y las zapatistas que participan en el autogobierno indígena, ofreció algunos ejemplos de cómo se resuelven conflictos agrarios, o bien crímenes y violaciones que ocurren en los territorios autónomos, contrastándolos con la sistemática impunidad o abuso de la justicia oficial. «Buscamos el diálogo y el acuerdo entre las partes, y no confundimos el diálogo con la negociación». Los retos «son un chingo», dijo. «Aunque nosotros no podamos cambiar el mundo, luchamos para que el mundo no nos cambie a nosotros».

Josefina, chol del municipio autónomo Akabalná y miembro de la JBG de Roberto Barrios, recordó que los primeros concejos autónomos se eligieron el 19 de noviembre de 1994, y con el tiempo «hemos aprendido lo que no sabíamos; tenemos nuevas luchas, nuevas ideas». Describió con claridad la hostilidad de los paramilitares en la zona norte y el papel de los caciques, en el reverso del «otro gobierno» que ensayan en la práctica miles de comunidades indígenas de Chiapas, a pesar de las sucesivas «traiciones» de los gobiernos de Ernesto Zedillo y Vicente Fox. O lo que va del incumplimiento de los acuerdos de San Andrés, firmados por un secretario de Gobernación presuntamente borracho, en 1996, a los «15 minutos» y la patética ley indígena que la logorrea de Fox se llevará a la tumba.

Elías, tzeltal de la JBG de La Garrucha, en un ejemplar encomio de la soberanía nacional declaró: «Tenemos derecho a ser autónomos dentro del Estado de este país. Tenemos derecho a nuestros propios pensamientos, que como indígenas nos hacen diferentes de los otros mexicanos». Y dejó claro: «no estamos contra la soberanía de México, como dicen falsamente los enemigos de los pueblos».

Al concluir la mesa inaugural, la Cooperativa Nuevo Horizonte, de Guatemala, originada en la guerrilla de los años 80 en ese país, expuso sus propias experiencias de gobierno, en un anuncio de lo que en los próximos días se podría escuchar aquí, bajo el auspicio de quienes, según Miguel, de Roberto Barrios, consideran que «el trabajo del gobierno es animar al pueblo», no al revés, como sucede a escala nacional.