La trilogía de tragedias ferroviarias en 2011-2013 (Flores-Once-Castelar, 65 muertos) demuelen cualquier argumento que sostenga que el camino elegido es el correcto. Es el momento clave para recuperar una herramienta estratégica que no responde a las necesidades de las mayorías. La política de congelamiento de tarifas mediante subsidios permitió que millones de trabajadores accedan al […]
La trilogía de tragedias ferroviarias en 2011-2013 (Flores-Once-Castelar, 65 muertos) demuelen cualquier argumento que sostenga que el camino elegido es el correcto. Es el momento clave para recuperar una herramienta estratégica que no responde a las necesidades de las mayorías.
La política de congelamiento de tarifas mediante subsidios permitió que millones de trabajadores accedan al transporte con los valores más bajos de América Latina. Lo sucedido el 22 de febrero de 2012 en Once provocó la creación de un ministerio, funcionarios despedidos, una causa penal en curso y contratos revocados. Además, fue el punto de inflexión para que el gobierno avanzara lentamente en una de las mayores deudas de su gestión: la mejora del servicio ferroviario.
La decisión de Cristina Fernández de Kirchner, con el ministro Florencio Randazzo a la cabeza, interpeló un viejo anhelo popular: la recuperación completa del sistema ferroviario. Los primeros cambios fueron: transparencia en los números de los subsidios, la primera inversión fuerte en 50 años, los trabajos en las vías, el arreglo y compra de nuevas formaciones, los pasos a nivel, el ansiado soterramiento, la nacionalización del Belgrano Cargas, ALL, y el Tren de la Costa.
Este camino debe ser encarado de la misma forma que se han hecho los grandes hitos del kirchnerismo. Pararse sobre el conflicto y profundizar. Aprovechar el cuestionamiento por derecha para salir por izquierda. El transporte urbano de pasajeros (léase, trabajadores) no puede estar en manos de empresarios inescrupulosos, valga la redundancia.
¿Cómo operativizar la (re)nacionalización? Con los ingentes subsidios que ya se destinan e imitando la eficiencia demostrada en AYSA (Aguas y Saneamiento Argentino), Correo Argentino, AFJP, el boom productivo de YPF y la curva ascendente de rentabilidad de Aerolíneas (que pone techo a la rapacidad empresarial en transporte larga distancia). Es importante rescatar el rol de los trabajadores ferroviarios (siguiendo el ejemplo de los ypefieanos) para que sean una parte fundamental en la recuperación de los trenes.
El miércoles 12 de junio la Presidenta dijo: «Yo siempre le digo a todos los argentinos, y fundamentalmente a los trabajadores petroleros, cuiden lo que hemos logrado. 35 mil argentinos han comprado acciones de YPF. Hay argentinos que creen en ustedes. Por favor, yo les pido, no los desilusionen ¿Porque saben qué pasa? Cuando las empresas -donde la participación estatal es mayoritaria- comienzan a funcionar ineficientemente, los primeros perjudicados son los trabajadores, porque entonces se dice que todo lo público es ineficiente y que solamente sirve lo privado. Pero nosotros, a un año de gestión, creo que lo más importante que hemos logrado es demostrar que se puede ser mejor y más eficiente desde lo público, cuando se actúa con patriotismo y con el interés de beneficiar al resto de los argentinos».
Recuperar y gestionar de modo eficiente el sistema ferroviario requiere una gesta. No esperamos menos del kirchnerismo.