De sentirse personalmente privilegiado por hacer lo que sentía, ayudar a los demás y que encima le pagasen por faenar en conflictos y catástrofes; de tener sólo por compañía a la Cruz Roja a tener que realizar para su propia comprensión un diccionario de acrónimos para saber el significado de las cientos de las Oenegés […]
De sentirse personalmente privilegiado por hacer lo que sentía, ayudar a los demás y que encima le pagasen por faenar en conflictos y catástrofes; de tener sólo por compañía a la Cruz Roja a tener que realizar para su propia comprensión un diccionario de acrónimos para saber el significado de las cientos de las Oenegés que pululan ante cada conflicto o, mejor dicho, que invaden junto al ejército de paz, humanitario o como se le califique, junto a los bárbaros de la prensa si el conflicto adquiere protagonismo en la agenda política, Raich va desgranando vivencias, recuerdos intensos, experiencias terribles, trazando con bisturí la riqueza y miseria del comportamiento humano, de sus crímenes y la labor y carencias del reflejo solidario de la sociedad rica que tiene en las Oenegés su tranquilidad de bien pensantes, aunque ella sea cómplice de la tragedia y beneficiaria de la esquilmación de los recursos.
Raich acomete la tarea del análisis de una forma laica. Porque si bien la ‘solidaridad’ es decepcionante, constata la inmensa generosidad de los individuos. El libro enumera errores, la competitividad entre las Oenegés para salir en los medios, el morbo de necesitar cifras truculentas cada vez mayores para atraer las donaciones de la sociedad occidental -la caridad es un producto más de consumo-, el dinero necesario para poder financiar la propia estructura de la ONG y poder desarrollar así la actividad del centro asistencial en la zona de conflicto. El autor describe incompetencias, dependencias y números de circo varios, junto al desarraigo de los samaritanos modernos, personas al fin y al cabo con sus defectos y grandes virtudes, profesionales transformados en autistas vacunados por lo que les rodea.
Jordi Raich empieza por su experiencia de los odios cainitas en las diferentes guerras yugoslavas. Pero donde el libro desborda ingenio narrativo y realismo social es en el continente africano. Porque Oenegés y samaritanos salen trasquilados, pero también la persona desesperada -la víctima- sujeto de la ayuda, especializada en la supervivencia que reclama, engaña, agradece, tima y hunde a otros con tal de lograr vivir otro día, aunque sea a costa de los demás. El autor bucea en los lugares donde se alza la cotidianidad de la corrupción como fórmula de sobrevivir. De igual forma el libro describe la paulatina tendencia a ‘empotrar’ civiles dentro de las operaciones militares (reconvertidas en ‘humanitarias’), además de los medios de comunicación -puro reflejo de lo que el estado mayor quiere ‘informar’-, que a su vez tienen de constancia lo que dura el programa de televisión ad hoc montado para la ocasión, sin ningún intento de comprender y denunciar el porqué de las crisis y de su persistencia si no se modifican las raíces de los problemas. Considera su explosión numérica e ideológica como malestar y acomodo de la misma sociedad occidental y de los montajes de los aparatos del poder. Raich, desde la generosidad y la crítica, describe el uso mutuo y los intereses que las Oenegés comparten de facto con los Gobiernos. Éstos dirigiendo por medio del destino espacial de sus prioridades presupuestarias bien por moda, bien por calculados intereses estratégicos, estudian el alcance de sus campañas humanitarias, aceptando las las Oenegés la dependencia enfermiza que tienen de sus gobiernos para vender sus actividades al gran público sin objetar el papel de su patrocinador.
No encontramos con un libro reflexivo, irónico, no cínico. Y valiente, porque si es leído como debiera serlo, tanto por activistas como por simples ciudadanos involucrados por sus impuestos en lo que hacen sus gobiernos, logra que todos nosotros nos rebelemos ante la inercia de cómo, quién y para qué se hace la solidaridad. Llamaremos, por tanto, hipócritas a los diferentes gobiernos y a los omnipresentes medios de comunicación. A los samaritanos y onegés las exigiremos más. A nosotros nos exigiremos más. Este libro consigue con la crítica, desvelar nuestro egoísmo. Porque si no queremos saber más y así atemperar nuestra tranquilidad bienpensante, Raich nos quita el espejismo humanitario y nos enfrenta a nuestras propias y difusas convicciones.
El espejismo humanitario. Autor: Jordi Raich. Editorial Debate