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Un Banco Central independiente, fetichismo del papel

Fuentes: Rebelión

La remoción del ex Presidente del Banco Central, Martín Redrado,  por la Presidente Cristina Fernández de Kirchner y su restitución en el cargo por una jueza vinculada parentalmente con servicios de inteligencia de la dictadura militar, pone sobre el tapete no sólo una operación política de desgaste gubernamental por parte de la oposición derechista- y […]

La remoción del ex Presidente del Banco Central, Martín Redrado,  por la Presidente Cristina Fernández de Kirchner y su restitución en el cargo por una jueza vinculada parentalmente con servicios de inteligencia de la dictadura militar, pone sobre el tapete no sólo una operación política de desgaste gubernamental por parte de la oposición derechista- y sus inconsistentes aliados progresistas- sino la mismísima existencia de la independencia del Banco Central, administrador de papel moneda, simple transfiguración monetaria de mercancías que sólo se producen mediante el trabajo humano. El fetichismo de la virtualidad monetaria, hoy como ayer, traducida en la Carta Orgánica del Banco que proclama la autarquía del ente, desata una nueva crisis política en el país.
 
Espejismo de papel verde

La oposición de Redrado a la cancelación de deuda externa por 6 mil millones de dólares con una parte de las divisas nacionales, calculadas en unos 48 mil millones, dío lugar a una crisis de proporciones todavía no saldada. Apoyado por todo el arco derechista, al que se suman sectores de centro izquierda, Redrado se atrincheró en el Banco Central y desde allí resiste su destitución. Frente a la actitud de los sectores mas reaccionarios, que han contribuido a acrecentar la deuda externa contraída por la dictadura militar durante los años de democracia formal y que ahora parodian resistir su pago (¿), se han levantado las voces del oficialismo, entre ellas de las diputado Carlos Heller. En la edición sabatina del diario Página 12, este sostuvo la conveniencia de cancelar deuda de la forma en que lo planteó el Ejecutivo y sostuvo, en cuanto a la «independencia» del Banco Central, que ésta había sido auspiciada en los años 90 por el «Consenso de Washington» y ejecutada por el entonces ministro de Economía Domingo F. Cavallo, quien carga sobre sus hombros varios juicios todavía no resueltos por su corrupta gestión al frente de la cartera.

Sin embargo, se hace necesario aclarar aún más porqué la «independencia» del Banco Central en relación con el Ministerio de Economía y otros órganos del Ejecutivo se halla reñida con los principios elementales de la realidad económica, tal cual la pinta la misma economía política burguesa.

Las divisas actuales del país, así como la de muchas naciones del globo, se hallan constituídas, en su mayoría,  por dólares, devaluado papel verde y verdadero espejismo monetario en relación con su supuesta representación de la riqueza mundial, producida por el trabajo humano. Por otra parte, el dinero sólo constituye la sombra proyectada de las mercancías creadas por los trabajadores.  Constituyéndose en la transfiguración al sistema monetario de la producción mercantil, el dinero debe su existencia a la circulación de mercancías, las que pueden intercambiarse gracias al papel moneda circulante.  Si bien éste existe como medio de pago, siempre el dinero y otros signos de la virtualidad, aceptados socialmente – como los creyentes aceptan a Dios-  se hallan subordinados a la producción de riqueza social. «Las finanzas (…) no representan elementos mas o menos técnicos que contemplan con frialdad el desarrollo de los acontecimientos socioeconómicos, sino que, por el contrario, son instrumentos esencialmente dinámicos que desempeñan un importante papel en las tareas políticas y económicas»- sostuvo en su artículo «Las finanzas como un método de desarrollo político» el economista cubano Luis Alvarez Rom. («El Gran Debate sobre la economía en Cuba- 1963/64- Ocean Press Editores, Melbourne, 1963, p. 155). Por lo tanto, ninguna institución oficial que atesore, regule o manipule dinero o símbolos representativos de la riqueza producida por otros debería arrogarse una independencia en relación con el organismo estatal que regula la producción y distribución de bienes/mercancías: el Ministerio de Economía.
 
Aportaciones

Desde el pensamiento anticapitalista, varios autores, incluído el propio Carlos Marx, sostuvieron desde la teoría aplicada la imposibilidad conceptual de otorgar a las instituciones que regulan actividades financieras, como Bancos Centrales, la «independencia» frente a los organismos del Estado encargados de encauzar la actividad económica, tanto productiva como comercial. Vladimir Ilich .Lenin, en su trabajo «El imperialismo, fase superior del capitalismo», informaba como en la etapa final de este sistema aparecía el capital financiero, fusión del capital industrial con el bancario. En relación con esto, y en una polémica (1964) con el presidente del Banco Nacional de Cuba, Marcelo Fernández Font, que se centraba en el papel que debía cumplir el Banco en el desarrollo del socialismo en la isla, Ernesto «Che» Guevara sostenía: «Vuelve a plantearse el problema del huevo o la gallina ¿ Predomina uno de los capitales ( industrial o bancario) en esta relación, cual?. ¿ Tienen exactamente la misma fuerza?». Citando a Lenin, el Che sostenía que «el reparto del mundo por los trust internacionales», típico del imperialismo, se hacía para obtener materias primas para sus industrias. «Es decir»- sostenía el Che- «las necesidades objetivas de la producción hacen surgir, en el sistema capitalista desarrollado, las funciones de los capitales que engendran el imperialismo o, lo que es igual, el capital industrial es el generador del capital financiero y lo controla directa o indirectamente. Pensar lo contrario sería caer en el fetichismo que ataca Marx con respecto al análisis burgués del sistema capitalista…» ( «El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963/1964 «- Ernesto Che Guevara- Ocean Press editores, Melbourne, 2006, p. 292, 293)

Según Lenin, destacado por el Che, «…el banco de los monopolios es su propio ministerio de finanzas, en la dualidad de un Estado dentro de otro Estado que se opera en esta etapa». Esto, y no otra cosa, significa la «independencia» de los bancos centrales de los Ministerios de Economía en los países capitalistas, independencia por demás ficticia, por cuanto se demostró en los EE.UU. como la Reserva Federal, «independiente» del Departamento del Tesoro, ambos servidores de los monopolios, ayudó a los bancos en quiebra con 750 mil millones de dólares, sacados de los bolsillos de los contribuyentes, en su mayoría creadores y realizadores de riqueza ajena.
 
Conclusiones

Si bien el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha decidido utilizar fondos de reserva del Plan Bicentenario para cancelar una deuda externa fraudulenta, contraída por la dictadura militar y agrandada por los gobiernos democráticos formales que le sucedieron, fundamentalmente el de Carlos Menem, también es cierto que para dejar de pagarla, tal como justamente reclaman sectores de izquierda y centroizquierda, se requiere una correlación de fuerzas favorable, signada por una alianza de clase obrera y clase media, hoy prácticamente debilitada. El gobierno deberá entonces profundizar la redistribución del ingreso, quitando a los más ricos para distribuir a los mas pobres, a fín de ganar activamente a las grandes masas para una transformación radical del país. Sin embargo, la administración actual juega a veces a dos puntas en función de mantener el equilibrio con factores de poder con los que no se debe conciliar. Modificar la Ley de Entidades Financieras y la Carta Orgánica del Banco Central no sólo permitirán liquidar la especulación improductiva virtual y crear la base económico- financiera para el desarrollo planificado del país en cuanto a regulación de producción de bienes/circulante; concesión de créditos, contabilidad y control de gastos y divisas y otras, sino terminar con el fetichismo de las finanzas en cuanto a su supuesta hegemonía sobre la generación de riquezas reales – medios de producción y bienes de consumo-, producidas por los trabajadores y a los que habrán de pertenecer, tarde o temprano.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.