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Un corredor para la unidad

Fuentes: Rebelión

Resulta curioso y hasta paradójico que, cuando los comités cívicos y prefectos de cuatro departamentos se proclaman autónomos, llevando sus demandas a la exageración, tres presidentes firmen aquí el compromiso de construir un corredor bioceánico en dos años. Posiblemente es la lógica del proceso de cambios que vivimos en Bolivia. El 14 de diciembre, la […]

Resulta curioso y hasta paradójico que, cuando los comités cívicos y prefectos de cuatro departamentos se proclaman autónomos, llevando sus demandas a la exageración, tres presidentes firmen aquí el compromiso de construir un corredor bioceánico en dos años. Posiblemente es la lógica del proceso de cambios que vivimos en Bolivia.

El 14 de diciembre, la directiva de la Asamblea Constituyente entregó el texto consensuado de la nueva Constitución Política del Estado. Al día siguiente, en una gran fiesta pública, el presidente Evo Morales, recibía simbólicamente ese texto; habrá todavía un proceso que incluso un referéndum dirimidor, pero concluyó la etapa principal.

Casi al mismo tiempo, demostrando su rechazo a la nueva Constitución, la oposición expresada en prefectos y comités cívicos de Tarija, Santa Cruz, Beni y Pando, proclamaron estatutos autonómicos que reclaman autoridad plena sobre tierra y recursos naturales; impuestos, tasas y recursos económicos; migración interna y convenios internacionales. Quieren la libertad de un país soberano, exigiendo que el gobierno central siga cumpliendo sus obligaciones para con ellos.

Pero el 16 por la tarde llegaron a La Paz, los presidentes Michelle Bachelet y Luiz Inacio Lula da Silva. La diplomacia ha cambiado de método, forma y protocolo: reunidos con más frecuencia que nunca, los presidentes impulsan los acuerdos más importantes de beneficio mutuo.

Carretera significativa

Más de 6 mil kilómetros de recorrido desde la costa del Pacífico hasta la del Atlántico. Casi 5 mil metros de altura, desde la costa marítima hasta el paso por la Cordillera Real para, nuevamente, volver al nivel del mar. Entre tres y cuatro días de recorrido cruzando, de este a oeste o viceversa, tres países por el centro de Sudamérica. Estando pavimentado el 75% de los diversos tramos, se invertirá más de 600 millones de dólares.

Pero éstas son cifras. La significación de esa carretera, va más allá de sus costos, extensión y beneficios prácticos que reportará. Con su construcción, se da un paso importante en la integración regional; comienza a hacerse realidad la comunidad sudamericana de naciones.

Por sobre las diferencias y desconfianzas sembradas en nuestros países, buscando asumir una visión unitaria de nuestro desarrollo, los presidentes de Brasil, Bolivia y Chile han rubricado su compromiso para hacer realidad esta vía en el término de dos años. Y no son plazos técnicos, sino políticos. Lo subrayó la presidenta Bachelet: el corredor debe inaugurarse antes de que, cualquiera de los tres, termine su mandato. No es el presuntuoso deseo de inscribir su nombre en esa obra; es la convicción de que hay que cumplir los acuerdos y no dejar la tarea para después.

Un comercio dinámico

El intercambio comercial de Bolivia con Brasil, por una parte, y con Chile por otra, depende en gran medida de las rutas oceánicas. Entre Atlántico y Pacífico, la comunicación sólo es posible cruzando el canal de Panamá o sorteando los peligros del estrecho de Magallanes. Cualquiera de esas rutas supone 40 días de travesía; diez veces más de lo que se tardará atravesando el corredor bioceánico.

Un corredor de tales características, no sólo supone el tránsito de contenedores entre Brasil y Chile, a través de Bolivia. Significa que se abran mercados internos, que la producción exportable aumente sus volúmenes y que se construyan rutas secundarias que vertebren al país.

Este es el paso positivo que están dando los presidentes de los tres países. Porque, hay que decirlo, ninguno de los tres, si intentara hacerlo por su cuenta, podría alcanzar su objetivo. Es la integración la que puede lograr estos éxitos. Es nada menos que esto lo que se logró el domingo 16 de diciembre en el Palacio de Gobierno de Bolivia.