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Un engaño más qué importa

Fuentes: La Prensa

«Cuando una civilizacion insurge o declina, tambien declina la fe», Arnold Toynbee. El pueblo de Bolivia ha sido engañado otra vez por sus gobernantes. Carlos Mesa no quiere revertir la ley de hidrocarburos, ni la ley del agua, ni convocar a una Asamblea Constituyente para reformular el contrato social que tanto prometió a su pais […]

«Cuando una civilizacion insurge o declina, tambien declina la fe»,
Arnold Toynbee.

El pueblo de Bolivia ha sido engañado otra vez por sus gobernantes. Carlos Mesa no quiere revertir la ley de hidrocarburos, ni la ley del agua, ni convocar a una Asamblea Constituyente para reformular el contrato social que tanto prometió a su pais cuando aceptó reemplazar a Gonzalo Sánchez de Lo zada quien fue sacado del poder por la movilización popular. «Si no hago un buen gobierno échenme a patadas», dijo al recibir la banda presidencial, pero bastaron 18 meses para decidirse por las trasnacionales y que éstas se queden con el 82 por ciento de la ganancia del gas y el petróleo, mientras su país se muere de hambre.

También se comprometió Mesa a pa gar puntualmente la deuda externa de Bolivia que es para el país una aplas tante «tarjeta de crédito» que nunca se puede pagar. Basta una simple revisión de datos estadísticos para darse cuenta de esta realidad. En 1995 la deuda ex terna de Bolivia era de 5 mil 170 mi llones de dólares. Desde 1995 al 2004 el país pagó al FMI y al banco mundial 3 mil 40 millones de dólares. Sin embargo para el primero de enero de este año, la deuda externa de Bolivia ascendía a 5 mil 41 millones de dólares, como si no hubiera pagado 3 mil millones.

Pero todo esto no les interesa a los líderes como Carlos Mesa que velan más por su bienestar personal, que depende de la voluntad de las corporaciones pe troleras, que por los intereses de su pueblo.. .

No es la primera vez que le ocurre esto al país más pobre de Sudamérica donde un 62 por ciento de la población vive en la miseria. Ya sucedió después de la revolución de 1952 cuando sacaron del Palacio del Quemado a la junta Mi litar presidida el general Hugo Balliván, e instalaron en el poder al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que desplazó la oligarquía tradicional por la burguesía nacional, olvidándose casi en seguida de las promesas de cambios estructurales. Ese año Bolivia adoptó un programa de estabilización económica elaborado por el Fondo Monetario In ternacional haciendo empobrecer a su pueblo.

Casi lo mismo pasó después de la revuelta en 1979 cuando los intereses de los sectores más marginados fueron trai cionados una vez más, siguiendo el país la tradición de golpes militares. Sin em bargo, el actual presidente de Bolivia, Carlos Mesa superó a sus predecesores en la sutileza, cinismo y paciencia con que preparó, durante 18 meses, las con diciones para darle un nuevo golpe a su sus sufridos paisanos.

Al asumir el poder, se mostró como un líder que velaba por el bienestar de su pueblo, mientras tramaba a escon didas alianzas en el Congreso con los más reaccionarios partidos de la de recha: la Acción Democrática y Nacio nalista fundada por Hugo Banzer, el MNR y el Movimiento de Izquierda Re volucionaria que no tiene nada que ver con la izquierda. Las corporaciones del petróleo le ayudaron con algunas «do naciones» a convencer a los congresistas para firmar un pacto de gobernabilidad que en realidad daba la libertad al pre sidente a reprimir los movimientos so ciales.

Al comienzo de su mandato, con la consigna: «propuesta, antes que pro testa», llamó a los líderes de la oposición popular para participar en el diálogo nacional. Sedujo a dirigentes como Evo Morales, cuyo Movimiento al Socialis mo (MAS) y el apoyo popular, sacó del poder, hace 18 meses, al neoliberal Gon zalo Sánchez de Lozada, «Goni» . Así se enfrascó en un larga discusión parla mentaria, mientras el pueblo cansado de hambre y tomar agua sucia, exigía que se cumpla el resultado de los acuerdos de cuando sacaron a Sánchez de Lozada, y también el referéndum, entre ellos una nueva Constituyente, el 50 por cien to de las regalías por los hidrocarburos, la nacionalización del gas, y la expulsión de la empresa trasnacional francesa Suez – Lyonesse des Eaux acusada de lucrar con el servicio de agua en los pueblos más pobres.

Las protestas diarias y bloqueos de carreteras por un lado, y las exigencias de Repsol, Petrobras, British Petroleum, Shell, Enron, Total y Panamerican Ener gy para que cesen los problemas por el otro, decidieron a Mesa a hacer final mente una «jugada maestra». Presentó su renuncia (no irrevocable) al Con greso, indicando que sin paz no podía gobernar. Igualmente, para asustar a los sectores sociales y populares, hizo notar que si aceptaban su renuncia lo reem plazaría el presidente del senado Hor mando Vaca Diez, quien es abiertamen te pro norteamericano y un entusiasta neoliberal.

Inmediatamente, con EE.UU a la ca beza y todo su poder mediático, varios presidentes de la comunidad interna cional y por supuesto la Iglesia Católica le dieron su apoyo. Cuando el Congreso no le aceptó su renuncia trató en vano de llegar a un acuerdo con los líderes de los trabajadores pero a la vez, ordenó mano dura a la protesta y así comenzó una masiva detención. Actualmente más de 80 choferes que bloqueaban las calles en la capital han sido detenidos violen tamente.

Si Mesa esperaba que el país se asus te, logró lo contrario. «Si la derecha, los carniceros, los verdugos se unen frente al indio, ¿por qué nosotros no podemos unirnos?. La mano dura va a ser el caldo de cultivo para avanzar más rápido. En setiembre (2003) fue la represión de Warisata y Sorata en el altiplano, la chispa que provocó el incendio. Si sacan sus garras y nos dan zarpazos va a brotar la sangre y la sangre llama a la sangre, y allí, sí se va a mover todo el pueblo», dijo Felipe Quispe, líder de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores y Cam pesinos de Bolivia, tras sellar el acuerdo de unidad con la Confederación de Obreros Bolivianos, con el poderoso Mo vimiento al Socialismo de Evo Morales, las Juntas Vecinales de El Alto, la Coor dinadora de Defensa de El Gas, con diferentes organizaciones sociales, es tudiantes, campesinos y vecinales del país.

Nuevamente en este país donde reina la miseria, pese a que tiene más de cien mil millones de dólares en reservas de gas, la lucha de clases comienza otra vez. Pero Mesa no se acuerda de un hecho en 1985, cuando el portavoz de la «terapia de Choque» norteamericana, en el go bierno de Víctor Paz Estensoro dijo a la prensa: «después de implementar la me dida, la organizaciones se declararon en huelga general, entonces tras declarar el estado de emergencia capturamos a los líderes y los enviamos a lo más profundo de la selva»…. Tiempo después, ese por tavoz que fue elegido presidente fue sacado del poder, justamente por esos deportados. Se llama Gonzalo Sánchez de Lozada y debió huir a Miami para salvar el pellejo. Como historiador, Car los Mesa no debe de olvidar las pe culiaridades de la historia boliviana, y que su promesa de «échenme a patadas» sí puede hacerse realidad.

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