La represión de ayer contra los profesores que demandaban sus pagos es intolerable y refleja la verdadera cara del gobierno asesino. A los maestros, prácticamente desmayados, los apilaron como costales en camionetas de la policía. El compañero Claudio Castillo Peña, profesor jubilado, de la tercera edad, enfermo de poliomielitis, en muletas, fue molido a palos […]
Asamblea estudiantil de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM
Con una reforma laboral-administrativa que, en el colmo de la estulticia política, los agentes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y de los criminales de guerra y genocidas de Estados Unidos llaman «educativa», sin el mínimo conocimiento de cuántos trabajan, cuántos son «comisionados sindicales» y cuántos pertenecen a la fuerza aérea de la Secretaría de Educación Pública, compraron el boleto de centralizar el pago a los trabajadores de la enseñanza de todo el país. Los resultados están a la vista: decenas de miles de maestros no reciben sus salarios desde hace algunas quincenas en Guerrero y decenas de estados más. Con justeza, en consecuencia, se han movilizado.
Incapaces de resolver satisfactoriamente los asesinatos y desapariciones forzadas del 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala de la Independencia, de lograr la seguridad de los habitantes de la patria chica de Ignacio Manuel Altamirano y de contener el ascenso y predominio del crimen organizado y el narcotráfico, el gobierno federal y el «gobierno» local de Salvador Rogelio Ortega Martínez recurren al fácil expediente de ofrecer «orden» a los grandes capitalistas y de amenazar con «imponer la ley» a los estudiantes, profesores, campesinos, indígenas y sindicalistas que exigen, legítima y masivamente, solución a sus demandas. De las amenazas, los neoliberales han pasado y pasan a los hechos.
Represión premeditada, no enfrentamiento
En México, los neoliberales, al seguir a pie juntillas las elaboraciones de los monopolistas de Estados Unidos, Europa, Japón e Israel, designan a hechos y fenómenos con palabras propias de los tergiversadores de la realidad. Así, son sólo secuestros y asesinatos comunes y no desapariciones forzadas y crímenes de Estado los hechos ocurridos en la región norte de la entidad guerrerense. Pese a las evidencias en contrario, se excluye de la responsabilidad criminal, por comisión u omisión, del Ejército, la Policía Federal, el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional y la Procuraduría General de la República, que es un secreto a voces, cuentan con dependencias y elementos propios en Iguala. El responsable de los asesinatos y desapariciones forzadas del 26 y 27 de septiembre es el Estado mexicano, es decir, de los gobiernos municipales de Iguala y Cocula, del gobierno del estado de Guerrero y del gobierno de la Federación.
No hay por qué hacerse bolas. Está aclarado que, el 24 de febrero pasado, el chofer que lanzó el camión sobre los policías federales estaba en connivencia con éstos y que no tenía relación alguna con los miembros y líderes de la CETEG y el SUSPEG. Sin embargo, las autoridades –de la Secretaría de Gobernación y de la PGR– siguen hablando de una embestida de los manifestantes, lo cual es una invención. La acción del conductor formó parte, en forma clara, de una provocación para emprender una represión planificada, premeditada y no surgida al calor de los acontecimientos de la protesta social. Se buscaba amedrentar a los trabajadores de la educación, y se actuó de acuerdo a este propósito.
El asesinato de Claudio Castillo Peña
Con una saña típica de la derecha, los policías federales agredieron el 24 de febrero con gran violencia a los integrantes de la CETEG y el Sindicato Único de Servidores Públicos del Estado de Guerrero (SUSPEG), que iban acompañados de sus familiares, incluidos niños. Las fotos en las redes sociales, que han recorrido y recorren el mundo entero, ponen en claro que la represión fue armada con mucha antelación, y que no fue, naturalmente, en respuesta a una acción agresiva de los manifestantes. Profesores con heridas sangrantes y con golpes brutales aparecen en Internet y la prensa impresa. Pero la cosa no queda allí. En el caso del profesor Claudio Castillo Peña, de 65 años de edad, poliomielítico y diabético, la crueldad quedó evidenciada pues fue ejecutado a toletazos. Posteriormente, para completar el cuadro, Monte Alejandro Rubido, comisionado nacional de Seguridad, expresó que los integrantes de la manifestación lanzaron un camión a los elementos policíacos, y después pasaron a manejar en reversa hacia donde se hallaban algunos de los maestros. De esta manera, los agredidos se transformaron, por la magia gubernamental, en agresores. Es la lógica de los reaccionarios.
Claudio no era un miembro más de la CETEG y la CNTE. No, en ningún sentido. Como sostiene el conocido comunicador Raúl Sendic García Estrada en La Jornada Guerrero : » El maestro jubilado Claudio Castillo Peña fue asesinado a golpes por las hordas asesinas de la Policía Federal; el profesor es considerado un símbolo de la resistencia, siempre presente en las marchas de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG), activo en la lucha social y revolucionaria desde hace más de 40 años, luchador social incansable, comprometido con las causas más justas y nobles del pueblo, participó en todos los movimientos magisteriales democráticos de los últimos 40 años, en el movimiento urbano popular en la década de1980 en Acapulco y en la defensa de la autonomía de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) desde los tiempos de la guerra sucia.
«Orador implacable, siempre vistiendo su traje sastre verde olivo, portando su bastón y que viene desde las luchas, desde el Movimiento Revolucionario del Magisterio que se proponía democratizar su sindicato, hablando siempre con el corazón. Sus problemas de locomoción y la diabetes agresiva que lo aquejaba nunca le impidieron pronunciar sus arengas y consignas y los discursos en el sonido de la avanzada de las manifestaciones, hablaba pues, siempre con el corazón.
«Lo recuerdo como vecino en la Unidad Habitacional Módulo Social Fovissste, enseñándole a sus pequeños vecinos poesía, oratoria y declamación, e impartiendo cursos de regularización, gratuitos, a niños que cursaban la educación primaria y secundaria.
«Se le recuerda también como maestro de la escuela primaria en el Kilómetro 30 y en la secundaria federal número 8, de Ciudad Renacimiento, y que hoy, es asesinado en un acto criminal y salvaje que no debió de suceder».
Por su parte, Horacio Bahena Bustamante, veterano militante sindical y político, apunta en una carta dirigida a Caludio: «Me arde la cara de vergüenza y de dolor por no haber estado a tu lado, el día en que tus asesinos, levantaron sus armas para sacrificarte.
«Juntos construimos caminos y andamios a lo largo y ancho de nuestro estado y fuera de él; fueron más de cuatro décadas de luchas desiguales, por tratar de heredarles a nuestros hijos un pedazo de Patria más libre, justa y con esperanza. «Recuerdo aquella tarde de los años setenta, en que llegué a verte al Kilómetro Treinta, localidad en la que servías como maestro de aquel pueblo; había ido junto con Eduardo Rubio, a invitarte a participar en apoyo al paro que convocaba el Movimiento Revolucionario del Magisterio, en aquellos tiempos; y, tú, sentado a la orilla de tu cama, me escuchabas, pues las sillas nos las habías cedido a nosotros, en aquella habitación que te servía de dormitorio, sala y biblioteca con tus libros apilados en un rincón; nos contestaste que poco podías hacer por tu impedimento físico para caminar; hablamos del Che Guevara, de aquella obra de Nikolai Ostrovski, Así se templó el acero y finalmente nos dijiste, que podríamos contar contigo, en la lucha por democratizar nuestro sindicato y reivindicar nuestra labor como maestros, ligándonos a las causas más nobles de nuestro pueblo.
«Te recuerdo en el autobús que nos llevó aquella noche de 1989 al DF, a sumarnos por primera vez al plantón, con los demás estados de la república, que luchábamos por mejores salarios y la democratización del SNTE; aún no nacía la CETEG, que siempre fue tan tuya; te pusiste de pie antes de llegar a la central de Taxqueña y les hablaste a los pasajeros más que con palabras, con ese corazón tan grande que tenías, pidiéndoles su apoyo y comprensión, fueron tus palabras las que nos dieron de comer aquellos primeros días de lucha; durmiendo en las frías y mojadas calles del DF, en el suelo, sobre pedazos de cartón y a la intemperie. «Te recuerdo al frente de los contingentes en lucha, llamando a todos a defender sus derechos y la educación pública.
«Hermano, cuánto odio, cuánto temor, cuánto miedo arrancaron tus palabras ayer, a las almas de tus asesinos, que tuvieron que asesinarte para callar tu voz, que, a pesar de todo se seguirá escuchando, una voz tuya que jamás silenciarán, porque es la voz de la dignidad de los hombres y mujeres, que aún creen que es posible construir un México más justo y humano, un México con esperanza y solidario. «Hermano, compañero, la muerte es olvido y tú jamás morirás para nosotros, que te llevaremos por siempre en el corazón».
De permitirlo, en el futuro aquí estarán los yanquis
La ineptitud, el entreguismo, la debilidad y la desvergüenza del grupo antinacional y pro gringo de Enrique Peña Nieto lo conducen, día a día, a dejar la seguridad nacional en manos de los mayores explotadores, intervencionistas y guerreristas del mundo, los imperialistas al norte del río Bravo. Por eso, en fechas recientes el presidente impuesto por Televisa envió al Senado una iniciativa para permitir a los agentes policíacos de los monopolios y el gobierno de Estados Unidos, a actuar armados en territorio nacional. Este entreguismo sólo es equiparable al cipayismo del panameño Guillermo Endara Galimany, el colombiano Álvaro Uribe Vélez, el guatemalteco Carlos Castillo Armas, el survietnamita Nguyen Cao Ky, el surcoreano Syngman Rhee, el afgano Abd El Hamid Karzai y el «mexicano» Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
En función de la situación creada por los vendepatrias en el poder, el pueblo debe desarrollar una enorme y gloriosa lucha por derrotar a los émulos de Antonio López de Santa Anna: reconquistar la soberanía nacional; renacionalizar los ferrocarriles, Petróleos Mexicanos, Comisión Federal de Electricidad y otras empresas paraestatales y de participación estatal mayoritaria; formar parte activa en el gran torrente latinoamericano por el desarrollo nacional independiente, y militar en contra del intervencionismo norteamericano.
El gobierno del «nuevo» Partido Revolucionario Institucional comienza a aislarse de gran parte del mundo. Gobernantes como Barack H. Obama, de EU; José Mujica, de Uruguay, y Evo Morales, de Bolivia; parlamentarios de Europa, Costa Rica y otros países; la Organización de las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional y otras instituciones; el Papa Francisco; partidos, sindicatos, asociaciones campesinas y otras organizaciones sociales denuncian o critican la política criminal del gobierno mexicano en materia de seguridad, el ascenso vertiginoso de la delincuencia organizada, la utilización del Ejército en funciones policiales y la violencia contra los movimientos sociales, y repudian, asimismo, la enorme corrupción del primer círculo de la Presidencia de la República y de los administradores de Pemex, CFE, Instituto Mexicano del Seguro Social, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de Trabajadores del Estado y la Secretaría de Hacienda.
Gustavo Díaz Ordaz y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa aparecen como politicastros que eran queridos en el mundo si se comparan con la situación que viven Enrique Peña Nieto y sus allegados.
Avanzan las movilizaciones de masas en México. Los estudiantes normalistas, universitarios y técnicos; los trabajadores de la educación; los campesinos e indígenas; los sindicalistas de la Unión Nacional de Trabajadores, la Nueva Central de Trabajadores y el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana; la intelectualidad avanzada, y otros sectores sociales protagonizan un ascenso de la lucha política contra el neoliberalismo, que, con toda seguridad, generará un giro decisivo hacia la democratización del régimen político y la adopción de una política que ponga en el centro el bienestar popular y el desarrollo democrático, progresivo, independiente y más equitativo de la sociedad mexicana. Al tiempo.
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