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Un PASO en falso no es caída: Argentina necesita reactivar la movilización popular

Fuentes: Rebelión / CLAE

El domingo 12 de septiembre, las elecciones internas Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en Argentina dejaron una polvareda que nos encuentra a todos, todas y todes, sacudiéndonos la tierra de la derrota electoral. Por lo que es preciso pararse en puntas de pie para mirar más allá del polvo.

La fuerza social neoliberal de oposición al gobierno argentino, logró posicionarse en el adverso escenario pandémico como el actor que estuvo presente en la calle, imponiendo consignas que los medios amplificaron, logrando así capitalizar en las PASO de septiembre el malestar social que generó la cuarentena y la crisis económica. Sus principales interlocutores de esta etapa fueron Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la Ciudad y Patricia Bullrich, presidenta del partido PRO.

Mientras tanto, la fuerza social popular que en 2017 se movilizó en contra de la reforma previsional, que logró revertir vía electoral el avasallamiento neoliberal de Mauricio Macri en 2019, quedó inmovilizada durante la pandemia, “obediente” a las normas sanitarias.

Por eso resulta imprescindible evaluar la elección del pueblo corriéndonos de la coyuntura, observando las acciones que se gestionaron desde el 10 de diciembre de 2019. Principalmente las que resultaron impopulares, las que fueron bisagrasen la disputa de fondo, que es la de los dos modelos en pugna. El ejemplo más claro de esta disputa por modelos fue sobre la corporación Vicentín, una exportadora de granos que entró en quiebra por poner en la timba financiera y no en la producción de valor los préstamos que le pedía a la banca pública.

Al retroceder un poco en el tiempo, el 31 de julio del 2020 marca un punto de inflexión cuando Alberto Fernández, presidente de la Nación, anuló el decreto 522/2020 del 9 de junio de 2020, el que dispuso la intervención de Vicentín. “Creía que me iban a aplaudir”, dijo el presidente. La pregunta es ¿quiénes?

Quienes con seguridad no lo iban ni lo van a aplaudir son los militantes de la patria cerealera, a los que ninguna medida los conforma, ya que se consideran dueños legítimos de las riquezas que producen “sus tierras”. No dudaron en convocar a una serie de banderazos“en defensa a la propiedad», con el lema «hoy es Vicentín, mañana sos vos».

Retomaron la construcción histórica de la patria del miedo.Convocaron a fracciones del campo y de la ciudad en casi 60 localidades, de las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Corrientes y Salta, entre otras.

La patria del miedo es el programa de la derecha, ya lo conocemos, más de treinta mil razones nos obligan a que la memoria no nos falle. La pandemia y los medios de confusión masiva ayudaron a difundirlo. Tienen sus socios globales, y los vimos jugando fuerte el lunes posterior a las PASO, con la respuesta de los mercados después de las elecciones. Los sectores concentrados del mundo prefieren negociar con sectores “pragmáticos” y abiertos al libre mercado, como ya lo demostró el macrismo entre 2016 y 2019.

Políticas de fondo como era el caso de la expropiación de Vicentín, resultaban clave para regular el sector que más divisas genera, pero también volaba por los aires el status quo del comercio exterior de cereales, oleaginosas,  y sus derivados. Era una política redistributiva, estructural, jugada, necesaria.

Tener participación del Estado en la comercialización de agroalimentos, no sólo resultaría un indicador o testigo del mercado externo, sino también permitiría intervenir en los precios internos de los alimentos. Demasiada osadía para un gobierno que vio desenfundar en su contra el aparato mediático y desestabilizador de los oligopolios de siempre.

En medio de las políticas sanitarias y el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) para combatir la pandemia global por Covid-19, las minorías reaccionarias coparon las calles, logrando torcer la balanza, en contra de los más de 12 millones de argentinos que eligieron un gobierno de Todos que recupere al país de la pandemia macrista.

Los ganadores de esa pulseada fueron, sin dudas, los sectores concentrados. Mientras tanto, el índice de pobreza alcanzó el dolorosísimo número de 40%, lo que indica que cuatro de cada diez argentinos es pobre.

Vimos emerger en estos dos años, a una derecha que dejó ver sus matices, pero también mostró capacidad de movilización, y niveles alarmantes de coordinación entre sus socios regionales.

Desacartonarse y volver a las calles

El descontento popular manifestado en las PASO 2021, no es producto de un hecho aislado. Vicentín fue el punto de inflexión a lo que se suman y potencian multifactorialmente otras acciones o inacciones, fotos o videos, frases malinterpretadas o malexpresadas. Pero sobre todo el peso de lo que debería funcionar y no funciona.

En su rol de vicepresidenta, pero sobre todo de lideresa global, regional y nacional, Cristina Fernández de Kirchner, marcó de manera contundente algunas líneas, casi alertando sobre puntos a mejorar o “cosas” a resolver, para que el rumbo del gobierno sea el de las convicciones que Néstor Kirchner no dejó en la puerta de la Casa Rosada. Sugiriendo, persuadiendo, para evitar un descontento popular.

“Funcionarios que no funcionan”, “quienes tienen miedo deberían estar buscándose otro trabajo” ya que “la política y las demandas populares les está quedando grandes”,la carencia de la “terquedad” necesaria para empujar un programa de transformación, son algunas frases que no fueron escuchadas, u órdenes que no fueron acatadas. Independientemente, el juicio lo dictaminó el pueblo, urnas mediante.

Es verdad que está en juego y en debate el modelo de país que queremos, pero la realidad es que para jugar y debatir es importante tener el estómago lleno de proteínas. Las condiciones materiales son el punto de partida. Por lo que las causas que parecían secundarias, se potenciaron con la heladera vacía y la parrilla con macetas.

La militancia sin zapatillas no puede caminar las calles, sin embargo las caminó hasta en pata, dejando hasta la última suela por un voto. Claro que no existe la magia, y que los reyes son los padres. Y del resto se encargaron los medios.

Ahora bien, a nosotresnos mueve el amor que vence al miedo, sabemos cómo imponer nuestro programa con una territorialidad profunda. Ya revertimos resultados adversos, y sabemos profundizar cuando la derecha más nos golpea . En el 2008 con el golpe de las patronales agropecuarias, en el 2009 con la derrota electoral, cuando nos tuvieron contra las cuerdas, la salida fue avanzar en la justicia social y la conquista de derechos, que nos garantice la victoria.

En 2019, el 48% de los electores argentinos no votópor un gobierno de transición, sino por políticas de fondo que impacten positivamente en la vida cotidiana, por recuperar los derechos y la dignidad que Néstor y Cristina le dieron durante los 12 años de gestión kirchnerista. Votó por la reactivación de la producción y el trabajo, pero sobre todo por buenos salarios, por ganarle a la especulación y a la miseria, por volver a prender la estufa en invierno y el aire en verano, por darle un pedazo de dignidad y felicidad al pueblo.

Todo pareciera indicar que la fuerza social popular de aquel heroico 2017, victoriosa en 2019, quedó inmovilizada, atenta al cumplimiento de la política sanitaria que emanaba del Poder Ejecutivo, militando fuertemente la vacunación, pero sin capacidad de impulsar un programa que permita avanzar y profundizar en medidas populares, que contengan las consignas para la disputa de un feminismo y un ambientalismo popular, que garantice el avance de relaciones de fuerza más favorables a los intereses de los más pobres de nuestro país.

Pero la inmovilidad no es desarticulación. La fuerza popular está conformada, es sólida, heterogénea, y la personificación de la misma es Cristina Fernández de Kirchner, porque logró superar los proyectos de las élites y desarrollar un país con justicia social, soberanía política e independencia económica.

No hubo rupturas en el alineamiento de los actores económicos, sociales y políticos populares que conforman la fuerza social que sostiene el proyecto político en función de gobierno.En otras palabras, hacia adentro del Frente de Todos, como expresión mayoritaria de esa fuerza, se abre la posibilidad de profundizar, de ir por más, de gobernar con el pueblo, que es la verdadera esencia del peronismo, es decir, del nacionalismo popular revolucionario argentino.

En ese marco, los “consultores” podrán indicar que el problema no fue el de una “transferencia de votos”, sino el de una enorme desmovilización, profundizada por un programa económico limitado –de sesgo monetarista- que priorizó la obtención de recursos para la atención de la pandemia y los problemas de la deuda externa heredados del ciclo de valorización financiera del macrismo: el festín de los bonos LEBAC´s y LELIQ´s en el que jugaron los actores financieros trasnacionales y los grupos oligopólicos locales del sector energético, agroindustrial-agroalimentario y de la tecnología de la información y la comunicación (TIC).

Queda como reflexión que, cada vez que una de las fuerzas salió a la calle y movilizó, el resultado fue una victoria. ¿Será este resultado electoral un llamado a desacartonarnos y salir, como siempre hemos hecho, a construir nuestras conquistas en la calle, que es al fin y al cabo el territorio donde se realiza el poder?

 La masiva campaña de vacunación está abriendo las puertas de nuestras casas, y la invitación es a construir “La Vida Que Queremos”, más que como eslogan de campaña, como forma de construcción política.

Como dijo John William Cooke luego de la proscripción al peronismo en 1957: “Esta generación está dispuesta a cumplir el sacrificio que demandan de ella una tradición inmaculada y una esperanza inextinguible. Lo hemos hecho antes. Lo estamos haciendo. Lo haremos cuantas veces sea necesario”.

Paula Giménez. Investigadora y redactora argentina del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Psicóloga. Mg. en Seguridad de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos.