Ya hace un tiempo se sabía que la crisis existía, y no era para más, algunos la alucian a las administraciones anteriores y otros consideraban que era producto de la actual. La cuestión radica en reconocer que la grieta aumentó y llegó a las bases sociales de la academia, una comunidad permeada por los sentimientos […]
Ya hace un tiempo se sabía que la crisis existía, y no era para más, algunos la alucian a las administraciones anteriores y otros consideraban que era producto de la actual. La cuestión radica en reconocer que la grieta aumentó y llegó a las bases sociales de la academia, una comunidad permeada por los sentimientos de incertidumbre y un aroma de desolación, muchas familias que dependían material e inmaterialmente de la institución han manifestado su inconformidad y no saben para donde ir con tanta escasez de empleo por estas tierras. Algunos estudiantes, funcionarios, profesores y, aunque suene raro, ex-directivas, son los primeros en asumir una posición radical frente a las acciones y estrategias del rector Dr. José Herman Muñoz Ñungo pero otros se suman a un acto colectivo en defensa del proyecto académico de turno, acá se logra apreciar los que se suben, mantienen o bajan del barco sin timón. Véase: http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/tolima/ibague/290475-monsenor-y-alcalde-de-ibague-intermediaran-en-crisis-de-la-ut
Es necesario dejar entrevisto una serie de elementos que juega un papel radical en la crisis universitaria:
1) La Universidad del Tolima carece de un pensamiento crítico, uno que responda a las necesidades de su entorno y se articule con las alternativas que merece la región, ha sido un proyecto pensado por pequeños grupos en su mayoría gamonales y hacendatarios. Un ejemplo resulta ser sus políticas administrativas se ponen puesto por puesto a cambio de cuotas políticas, esta lógica se ha impuesto a lo largo de otras administraciones. Véase: http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/opinion/columnistas/283042-un-proyecto-en-fracaso
2) El punto histórico que ha combinado una universidad que se intentó pensar para la región con un proyección nacional, paso a ser un caldo de especulación y servilismo político, desde cuanto un proyecto universitario que debe estar pensado para los desfavorecidos y las sectores más oprimidos pasó a ser un escenario maquillado por puestos políticos y cuotas burocráticas (favores de cada administración).
3) La lógica de la modernidad colonial es el reflejo de la institución desde sus formación curricular, sus formas de investigación y su apuesta en el contexto regional se evidencia que la Universidad no ha sido pensada para el ciudadano y carece de bases fuertes en defensa de lo público, no se trata sólo de apoyar manifestaciones sino de formar para la praxis crítica en la vida humana.
4) Tal como lo constata muchos egresados, estudiantes y actores de la «comunidad» allá, el estudiante nunca tiene la razón, los estudiantes son instrumentos de ciertos sectores, la negación de las ideas, el debate y la crítica siempre ha existido y si dejar a un lado la burocratización de las mismas directivas, no se necesita ser tan eficiente es cuestión de estar en el famoso circulo social del momento para acceder a un cargo administrativo.
Es la cruel realidad de estos tiempos, ya el «poder» de la burocracia ha pasado por encima de lo público, el mercado ha generado una necesidad entre re-producir modelos en función de la competitividad entre grupos políticos o construir alternativas pensadas y reflexionadas desde los sectores sociales más pobres.
En últimas, la sed de justicia en la Universidad es una necesidad, y se trata de intentar abrir nuevos espacios, realizar acciones colectivas en defensa de lo público pero exigiendo transformación estructurales – no solo consiste en buscar la captación de recursos económicos sino en re-pensar la universidad, sus bases, directivas, acuerdos, normatividad, razones, sentimientos y proyectos que no sigan encaminadas al servicio del mercado, los grupos políticos y el servilismo politiquero sino para la soberanía de los pueblos excluidos de estos tiempos.
Apéndice: Ya pasaron 5 años de la muerte de nuestro gran cantautor argentino Facundo Cabral, cuanta falta nos haces en estos tiempos «Facu». Muchas canciones hubieran emergido frente a la protesta social, el compromiso y la voz de los movimientos sociales de la región. Casos concretos los 43 de Ayotzinapa, los maestros de Oaxaca y en especial las víctimas del Pacifico Colombiano.
José Javier Capera Figueroa es Politólogo de la Universidad del Tolima (Colombia), Analista político y columnista del Periódico el Nuevo Día (Colombia) y del portal de ciencias sociales rebelión.org (España).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.