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Una alianza neofascista

Fuentes: Rebelión

A los pocos días de que Jair Bolsonaro ocupara el cargo de presidente en Brasil confirmó la tendencia conservadora de su política y abrió una nueva ruta para el fortalecimiento de las fuerzas neofascistas en Latinoamérica.

Su idilio con el gobierno de Israel y el sionismo (aliado número uno del imperialismo estadounidense), es parte de la punta de lanza que desde hace años vienen construyendo los sectores conservadores, y esto pudo verse tras el golpe de Estado perpetrado en Bolivia (2019), en el cual las organizaciones religiosas jugaron un papel determinante con el apoyo “moral” e incluso la participación de los gobiernos derechistas regionales, además las represiones ejercidas en Chile y Colombia por los gobernantes Sebastián Piñera e Iván Duque, tienen claros signos de las estrategias opresoras utilizadas por estados como el israelí. Así, los ejemplos en los últimos años fluyen ante los ojos de los sectores de izquierda y revolucionarios sin que necesariamente se advierta la amenaza y gravedad que conlleva la alianza global de la derecha, la cual ha ido cerrando filas y maquinando su avance, pues incluso el propio Donald Trump y sus formas desprovistas de recato son parte de este pacto, no se olvide que el ex presidente estadounidense y Bolsonaro mantuvieron una buena relación que va más allá del alago mutuo.

Lo anterior viene al caso como un sucinto contexto que acompaña la firma de la Carta de Madrid entre integrantes mexicanos del PAN y españoles del VOX, dos partidos francamente neofascistas que ahora han revelado su alianza ante el avance progresista y particularmente contra el comunismo, y aunque esto pueda parecer un anacronismo para algunos, la realidad es que existe una clara corriente neofascista al interior de la derecha mundial que ha logrado ganar terreno público entre los gobiernos conservadores y que poco a poco va mostrando su rostro.

El anticomunismo es una continua política de la derecha que ante el menor proyecto social se aferra a mantener sus privilegios y el statu quo de las sociedades que gobierna, y que cuando la derecha es oposición, practica el sabotaje, la manipulación mediática y toda acción inmoral para alcanzar sus objetivos. En el caso de México, el PAN ha ejecutado, fomentado y celebrado todas las medidas neofascistas y antiderechos humanos que puedan imaginarse, sus ataques actuales como pasados, muestran un profundo sentimiento racista, clasista e inhumano, pues nadie olvide el apoyo panista a los gobiernos o actos neofascistas perpetrados en América Latina desde su fundación.

La declaración anticomunista firmada por el VOX y el PAN no debe tomarse a la ligera, y no porque se piense que en verdad crean que el actual Gobierno federal de México sea o tenga una tendencia comunista, ya que saben ellos muy bien que no es así, si no debido a que ese discurso es el que han usado para “justificar” lo injustificable, como golpes de Estado, dictaduras, persecución política, guerra sucia, genocidio y muchos más crímenes de lesa humanidad. Es sabido que durante los gobiernos federales panistas en nuestro país se vivieron una gran cantidad de violaciones a los derechos humanos que hasta hoy permanecen impunes, al igual que se agudizaron las políticas neoliberales que empobrecieron a millones de personas, además de que se ejecutó una clara agresión a la clase obrera y los sectores populares de la sociedad.

La firma de la Carta de Madrid se en marca justo cuando se conmemora el bicentenario de la consumación de las independencias de varios países latinoamericanos como México, diversos intelectuales hispanistas y neocolonialistas han lanzado falsas “tesis” pretendiendo reescribir la historia de la conquista y la colonización y “limpiar” las barbaridades cometidas, pero nunca nada es casual en la política, por ello no debemos perder de vista el contexto y sus implicaciones, ya que el neofascismo ejecuta alianzas y una nueva cruzada neocolonizadora.