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Una apertura de sesiones muy ordinarias

Fuentes: Rebelión

La Asamblea Legislativa que marcó el comienzo de sesiones en el Congreso escenificó la sobreactuación de algunas discrepancias junto con el voluntario silenciamiento de muchas reticencias.

El discurso de Alberto Fernández en el inicio de las sesiones ordinarias del Congreso para 2022 no ha traído novedades resonantes, como puede leerse aquí. Por empezar no estuvo en condiciones de anunciar el esperado (por algunos) cierre del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Recién en la mañana del 2 de marzo trascendió que el ministerio de Economía tendría concluido el acuerdo y únicamente restarían algunos detalles formales que podrían ser cubiertos en lo que resta de esta semana.

A la presentación del nuevo período de sesiones parlamentarias no le faltaron sin embargo algunas incidencias dignas de señalarse.

¡Nos vamos!

La más notoria fue la airada retirada de lxs legisladores de los bloques de PRO en ambas cámaras del Congreso, en el transcurso de la exposición presidencial. El malhumor de esa bancada se hizo sentir desde temprano con continuos comentarios críticos a viva voz.

Descollaron en ese menester Fernando Iglesias y Waldo Wolff, el dúo de arietes de las posiciones más extremas en el antikirchnerismo.

El Pro generó en seguida un comunicado que fundamenta el abandono de la sesión en “las injustificables acusaciones realizadas por el Presidente Alberto Fernández contra la gestión del ex Presidente Mauricio Macri”.

Lo que hizo en realidad el actual presidente fue enumerar un conocido rosario de culpas del expresidente Mauricio Macri y quienes lo acompañaron en la gestión del préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Enumeró desde lo desmesurado de su importe, hasta el plazo imposible para pagarlo; la no aprobación por el Congreso y el espurio destino del crédito. Esto último fue ejemplificado por Fernández con que no se construyó ni un puente ni una carretera y el grueso de la suma ingresada tuvo destino de fuga de capitales.

La salida de los legisladores de PRO se consumó luego de que el jefe de Estado marcó el propósito de seguir el rumbo de la justicia penal para establecer responsabilidades. Sus palabras textuales fueron: “El año pasado, a través del Decreto 8/2021 instruí a la Procuración del Tesoro para que iniciara una querella criminal tendiente a establecer la verdad y las responsabilidades sobre este endeudamiento. Este Acuerdo tampoco releva al Poder Judicial de avanzar en esa investigación.”

El abandono del recinto no fue una actitud impulsiva ni inorgánica. Fue ordenada por los dos presidentes de bloque, Cristian Ritondo de diputados y Humberto Schiavoni, de senadores. El resto de las bancadas de JxC permanecieron en sus butacas.

El titular del interbloque de Juntos por el Cambio (JxC) en el senado, el senador radical Alfredo Cornejo, acusó al primer magistrado de mentiroso. Mientras los legisladores del PRO abandonaban el recinto, lanzó una advertencia: «Alberto, no tenés los votos». Y lo repitió, parado y señalando al presidente, al menos tres veces.

La referencia era a que el Frente de Todos (FdT) no reúne por sí sólo en ambas cámaras los sufragios necesarios para la crucial votación del acuerdo de refinanciación de la deuda.

Esto es cierto sobre todo en el senado, donde parecen estar muy lejos de la mayoría. Lo apenas implícito es que la “dureza” de las acusaciones presidenciales inhibiría a la oposición de derecha a la hora de acompañar con su presencia. Y más aún para dar su voto favorable si esto fuera indispensable.

Más allá del incidente de la retirada colectiva, la duda que queda en el aire es porqué sigue siendo un tabú suspender el pago de la deuda.

Alberto Fernández describió lo que es la deuda actual con el Fondo: Un verdadero atentado económico, político y jurídico contra el grueso de la sociedad argentina, ilegítimo desde cualquiera de los tres puntos de vista mencionados.

¿Por qué entonces cohonestar esa estafa, que por añadidura va en contra de afrontar la “deuda interna” expresada en los desoladores índices de pobreza, trabajo precario e inflación que destruye los ingresos? El primer mandatario señaló esos males, con la inflación al frente. Pero apoya que los recursos vayan para “honrar” una deuda impagable.

El discurso y las quejas

Hubo un anuncio que tendrá rápidas repercusiones económicas y podría también producirlas en el terreno político. Es el del aumento de tarifas de gas y electricidad. Por más que el primer mandatario haya aclarado que se mantendrá por debajo de la evolución de los salarios.

Es vox populi que funcionarios afines con “La Cámpora”, como Federico Basualdo en el área de energía eléctrica y Federico Bernal en la del gas, defendieron un incremento de sólo el 20 por ciento.

Esa resistencia a un ajuste mayor de las tarifas era un campo de disidencias en el interior del gobierno, mientras el FMI reclamaba una subida de los precios de la energía que triplicaba ese porcentaje. La referencia al tema hecha por el presidente pareció zanjar la disputa en un punto intermedio, ya que se prevé un aumento en los salarios de cerca del 40% para este año.

De cualquier manera será un golpe sobre los ingresos populares y una desmentida a que el pacto con el Fondo no implique “ajuste”.

Un pasaje del discurso presidencial criticado por la oposición de derecha fue el referido a la intervención rusa en Ucrania. Hubieran deseado un alineamiento más rotundo con el bando respaldado por EE.UU. Incluyendo la mención con nombre y apellido de Vladimir Putin como culpable de una agresión.

Son conocidos los “principios” de la dirigencia de JxC en política exterior: Subordinación completa y a voz en cuello con la política de EE.UU. Nada les resulta suficiente en ese campo, aunque el presidente haya terminado por condenar a la intervención rusa y calificándola como “invasión”.

Las banderas de Ucrania colocadas frente a las bancas de JxC son el símbolo de su posición: Condenar la agresión de Rusia, colocarla fuera de contexto y silenciar los complejos antecedentes del conflicto. Ninguna otra cosa podría desear el gobierno estadounidense y sus principales aliados.

En la misma línea suscitó quejas que Alberto Fernández haya agradecido el apoyo chino a nuestro país, sin mencionar el supuesto rol facilitador del presidente de EE.UU para destrabar las negociaciones con el FMI.

De nuevo, todo lo que no sea una adhesión a voz en cuello al poderío norteamericano es susceptible de ser tildado de complicidad con “tiranías” o al menos de sustento de posiciones superadas por la historia.

Ausencia y silencios

No concurrió a la ceremonia Máximo Kirchner, se supone que como corolario del descontento que lo hizo renunciar a la presidencia del bloque del FdT. Esa ausencia y alguna puntualización sobre el lenguaje gestual de Cristina Fernández fueron lo más destacado a la hora de interpretar las posturas del kirchnerismo “puro”.

Sin duda la sesión parlamentaria inaugural no era ocasión propicia para explicitar disidencias dentro del campo del oficialismo. Sí lo fue para proseguir con el juego de mutismos y gestos ambiguos, que parece empeñado en no afrontar los altos costos de un acuerdo con el Fondo y eludir a la vez las dificultades que atraería un abierto rechazo del mismo.

Algo que podría cuestionarse es si la inasistencia de Máximo no resulta inconsistente en relación con la presencia sonriente en las galerías de varixs funcionarixs que comparten su espacio político. A comenzar por Luana Volnovich, del PAMI y Fernanda Raverta, de la ANSES. Posiciones de poder de esa magnitud, con amplio manejo de recursos, no se han visto afectadas por las reticencias de su referente.

Los sectores críticos siguen en el intento de un juego imposible: “Que no se rompa ni se doble” parafraseando el famoso dicho de Leandro N. Alem, el fundador de la Unión Cívica Radical.

¿Qué pasó del lado de afuera?

La manifestación de apoyo en las inmediaciones del palacio legislativo no fue multitudinaria. No estaba “La Cámpora”. Y las agrupaciones que sí concurrieron no parecen haber desplegado sus máximos empeños en movilizar a sus militantes.

Esa falencia puede ser tomada como indicio de que Alberto Fernández tiene todavía una base de apoyo, pero ésta se encuentra en declive.

La persistencia de indicadores sociales muy negativos, la inflación indomable, un pacto sobre la deuda que no convence ni aún presentado como mal menor, no son precisamente un atractivo a la hora de “enamorarse” de un gobierno.

El elevado crecimiento económico durante 2021 que el discurso presidencial tanto destacó no constituye ningún aliciente si sólo se nota a la hora de computar las ganancias de los empresarios. Y se vuelve poco visible si no incide a favor de los ingresos y las condiciones de vida de la mayoría de la población.

La burocracia de la CGT puede conformarse con el anuncio de que no habrá reforma laboral (aplaudieron esa parte del discurso), que por lo demás no le impide aceptar crecientes podas de los derechos de sus representantes en las tratativas de los respectivos convenios colectivos.

La situación es más complicada para las organizaciones piqueteras. El anuncio más concreto que recibieron en estas últimas semanas es el de que no se incorporarán más planes sociales, hecho por el ministro de Desarrollo Social. Mientras el recorte ya comenzó, no tienen hoy herramientas en términos de “trabajo genuino” para compensar siquiera en parte esa pérdida.

Las organizaciones que concurrieron al Congreso intentan pedalear entre el sostén de posiciones de poder, el explícito discurso oficialista, y las perspectivas de empeoramiento para su sufrida base social. Tienen que mirar hacia fuera, mientras procuran mantener los dos pies adentro de un sistema que tiende a convertirlos en administradores de la pobreza a perpetuidad.

En la sesión inaugural los únicos que intentaron reflejar una postura contraria a las componendas del poder y a la capitulación frente al FMI fueron los cuatro diputados del FIT-U.

Con sus carteles de rechazo al acuerdo con el Fondo fueron la única manifestación en el hemiciclo que se colocó en posición de ruptura. Enfrentaron así a las bancadas mayoritarias que sólo difieren en el modo de acomodar las piezas para que el acuerdo de pago de la deuda externa salga aprobado. Y luego en los modos de implementar el “ajuste” que se supone inevitable.

Esa muestra de rechazo será un precedente de la convocatoria que decenas de organizaciones han hecho en estos días. Llaman a una multitudinaria concentración en las afueras del Congreso Nacional y en todo el país para repudiar el pacto con el FMI el día que se trate en la Cámara de Diputados”, tal como se lee en el comunicado que invita a la movilización.

El día que “los representantes del pueblo” se dispongan a la claudicación frente al poder del organismo internacional y del gran capital local y extranjero, las calles atronarán por una protesta multitudinaria. La historia sigue…

La dirigencia de ese sector podría encontrarse acorralada dentro de poco por el descontento.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.